miércoles, 30 de enero de 2008

Pactar con el Diablo



En los años 90, el cine fantástico estaba de capa caída. El terror era una mera explotación de las películas y subgéneros que habían tenido éxito la década pasada, y el que había sido uno de los creadores del cine de terror moderno, Wes Craven, se ocupó de comenzar su destrucción en los noventa con su saga Scream. Consciente de que el género estaba acabado, Craven se decidió a sacarle todo el partido económico que pudiese mediante la burla y el no tomarse en serio sus películas con lo que el terror fue pudriéndose, mezclándose cada vez más con la comedia absurda tipo Scary Movie. Salvo los pocos autores de género que han seguido regalándonos sus joyas, y algunas pequeñas excepciones, el género de terror ha muerto como tal.
Pactar con el Diablo pertenece a la segunda categoría. Es una gran película, planteada en tono casi épico, con buenos actores y algunos momentos realmente escalofriantes. Sobre todo, es una historia sobre la moral, la ética y el libre albedrío de la gente. Basada en una novela de Andrew Neiderman, que desconozco, no obstante, los críticos afirman que la película supera a la novela en muchos aspectos. Dirigida por Taylor Hackford, director que visita por primera vez el género fantástico, y que antes había dirigido la célebre "Oficial y caballero" y "Eclipse total" una película basada en una historia no fantástica de Stephen King. Hackford dirige con corrección y estilo una de las últimas películas satánicas coherentes con la filosofía mefistofélica, no como la ridícula "El fin de los dias" y otros sub productos nacidos al abrigo del fin de siglo.
Florida. El joven y ambicioso abogado Kevin Lomax (Keanu Reeves) no ha perdido ni un solo caso en toda su brillante carrera. Tras ganar un caso de corrupción de menores, gracias a estrategmas digamos, poco éticas, Lomax recibe una oferta para trabajar en un bufete de Nueva York, propiedad del poderoso y misterioso John Milton (Al Pacino). A pesar de los recelos de su madre, una fanática religiosa, Kevin se traslada a la Gran manzana con su esposa Mary Ann (Charlitze Theron). Allí serán bien recibidos, y el trabajo de Kevin (elegir un jurado) tiene tanto éxito que le proponen que se quede allí permanentemente. Allí conocerá a Milton, un hombre maduro, encantador, inteligente, con don de lenguas y gran confianza en si mismo, que cautivará al joven abogado y le ofrecerá una vida de lujo, con un piso enorme y gratuito y un gran sueldo, introduciéndole poco a poco en las altas esferas de poder del bufete, donde Lomax irá ascendiendo gracias a los consejos de Milton, que irá quitando al joven todos los obstáculos que aparecerán en su camino, legales y morales.

El joven abogado será tentado por el mayor experto en tentaciones

Es curioso como el ascenso al poder de Kevin se refleja paralelo al descenso al Infierno que sufre su esposa Mary Ann, al percatarse de las extrañas cosas que les rodean. Sus extrañas pesadillas en las que aparece un niño jugando con unos intestinos, o la escena en la que, mientras hace el amor con su marido se transforma en Cristabella, otra protegida de Milton a la que Kevin desea, o aquella en la que las desceebradas esposas de los compañeros de Kevin la llevan de compras, introduciéndola en el mundo del consumismo desaforado, y Mary Ann asiste, perpleja, a una transformación de una de ellas en otra cosa son sumamente perturbadoras.
Ante todo, la película se zambulle totalmente en la ideología cristiana, ignoro si voluntariamente. Kevin pasa por distintas pruebas, y en todas ellas toma opciones que le acercan moralmente al Infierno, discutibles y poco éticas, o directamente, urde engaños para librar a los clientes de Milton de la cárcel. El discurso final de Milton sobre el bien, el mal y el libre albedrío es uno de los mejores jamás pronunciados en una película satánica. Milton se define a si mismo como "un humanista" que ama al hombre y procura darle todo lo que desea. Dios no es más que "un sádico" que disfruta viendo como los hombres quebrantan sus propias reglas una y otra vez, mientras que él es "un devoto del hombre", y concluye afirmando (y demostrando) que quien quiera unirse a él lo puede hacer por su propia voluntad.
La película juega con el hecho de que el espectador sabe desde el principio que Milton es el diablo, pero los personajes no, salpicando así la cinta de pequeñas bromas o citas bíblicas que el espectador entiende y disfruta. El diablo compuesto de Pacino viene a ser un sátiro, un rebelde que "prefiere reinar en el Infierno antes que servir en el cielo" y que niega rabiosamente a Dios. Es también muy recomendable el discurso que le da a Kevin, paralelamente al momento en que su antiguo protegido, Eddie Barzoon, es asesinado por unos mendigos diabólicos. En general, Pactar con el diablo se resume como una película inquietante, aunque nunca terrorífica, pero muy entretenida pese a su larga duración. Recomendable.

lunes, 14 de enero de 2008

Fallen



Curiosa película de 1998, con Denzel Washintong, Donald Sutherland y John Goodman, con Elias Koteas en un breve pero inquietante papel. La película no se decide entre el melodrama policiaco y el terror, pero lo extraño de su trama (algo así como "La cosa" pero suavizada y en un entorno urbano) y de su tratamiento visual en tonos fríos y nocturnos la convierten en un punto de parada obligatorio para valorar el cine de terror en los noventa (que tuvo escasísimas muestras de verdadera valía).
El detective Hobbes (Washintong) asiste a la ejecución en la cámara de gas de un peligroso asesino, Reese (Koteas) que insiste en verle antes de morir. Durante ese tiempo, Reese habla en un extraño idioma y propone varias adivinanzas al detective. Poco después de morir, un extraño ser incorpóreo sale de su cuerpo y posee a un policía.
Hobbes, por su parte, se verá intrigado cuando comiencen asesinatos calcados a los de Reese, y reciba llamadas anónimas que le irán dando pistas. También descubrirá, gracias a los enigmas que le dio el asesino antes de morir, a un honrado policía que en los años sesenta, tras detener a un asesino en serie, fue acusado de cometer varios crímenes y se suicidó, dejando a una hija, con la que Hobbes hablará. Pronto se pondrá de manifiesto para el asombrado detective que no se enfrenta a ningún ser mortal, sino a Azazel, un demonio bíblico que "vino de los desiertos" y posee a las personas a través del tacto. Antes de morir Reese le dio la mano, en un intento de poseerle, pero no pudo, ya que Hobbes resultó ser una de las pocas personas inmunes que hay, por lo que ahora el demonio, furioso, está decidido a destruir su vida "desde fuera".
Lo más intrigante de la cinta, además de su curioso pesimismo, no muy habitual en el cine de los noventa (no esperen los aficionados un final precisamente feliz...) es el proceso por el que pasa Hobbes, que al principio cree estar enfrentándose a un simple asesino que imita al primero, pero va convenciéndose poco a poco, de forma creíble. Es impresionante la escena en la que Hobbes se da cuenta de esto, cuando varios compañeros policías comienzan a rozarse entre ellos, y a cantar la canción que cantaba Reese, negando luego haberla cantado.

El detective Hobbes se mete de lleno en un asunto del pasado

Por lo general, estamos ante una película interesante, de guión muy elaborado, aunque una dirección algo maniquea. Al contrario que en el cine policial de la época, aquí no hay tiroteos, explosiones, ni tampoco efectos especiales de ninguna clase, solo unos buenos actores trabajando con firmeza sobre los papeles que les han tocado. Denzel Washintgon lleva muy bien su papel de policía perseguido, cada vez más al borde del abismo, con graves problemas familiares, por cierto, y John Goodman interpreta a su compañero Jonesy, el personaje cómico, pero capaz de aportar diálogos bastante buenos en la parte final del film. Una película interesante, no del todo lograda, pero que merece ser vista por sus buenas actuaciones y planteamientos interesantes. En manos de un John Carpenter o un Clive Barker, estaríamos hablando de una obra maestra...

domingo, 13 de enero de 2008

El pueblo de los malditos



En 1995, John Carpenter recuperaba la perspectiva, tras un periodo incierto. En la primera mitad de los ochenta trabajó para los grandes estudios, y de esa época salieron cosas tan excelentes y recordadas como "La cosa" pequeñas joyas incomprendidas como "Christine" o "Golpe en la Pequeña China" o algunas de sus películas más odiadas, como "Starman" una comedia romántica con pinceladas fantásticas. En 1987 volvía a la serie B con la estupenda "El principe de las tinieblas" y en 1988 prometía seguir esos derroteros en la criticadísima pero brillante, casi visionaria "Estan vivos". No obstante, tras un periodo de retiro, en 1992 volvió al servicio de los grandes estudios para servir una comedieta con Chevy Chase como protagonista y productor, considerada su peor película. Al año siguiente tendríamos noticias suyas mediante una película para televisión, Body Bags, y finalmente en 1995, volverían las cosas a su cauce con esta "El pueblo de los malditos". Basada en una novela de John Whyndam, "Los cucos de Midwich" que ya tuvo su versión cinematográfica en 1960, Village of Damned, una película de suspense en blanco y negro, considerada un clásico menor, por lo tanto nos enfrentamos a un remake.
Lo primero que llama la atención es el grupo de actores, todas viejas promesas de los años ochenta, que fueron momentaneamente rescatados del olvido. Christopher Reeve, el inolvidable Superman en uno de sus últimos papeles antes de tener el accidente fatal, Linda Kozlowski, la periodista sexy de "Cocodrilo Dundee", Kirsty Alley (Runaway, Mira quien habla) o Michael Paré (Calles de fuego, El experimento Filadelfia). En el lado negativo, la banda sonora no le hace justicia a la película, y esta tiene un tono frío y despersonalizado que no suelen tener las películas más personales de su autor. En lo positivo, unos actores adecuados, un guión más que interesante y una dirección correcta.
En el pequeño pueblo de Midwich, todos sus habitantes caen dormidos por espacio de varias horas. El gobierno, al percibirse lo que ocurre, acude al lugar y decide que se trata de algún tipo de gas, ya que esto solo afecta a los que cruzan una línea determinada. Pocas horas después, todo el mundo despierta sano y salvo, a excepción de algunos accidentes (gente que quedó dormida al volante o mientras hacía algún trabajo peligroso). Parece que ha sido un incidente extraño, aislado y sin explicación, pero pocos meses después, casi todas las féminas del lugar resultan estar embarazadas: solteras, viudas, una mujer a la que los médicos le habían dicho que era estéril, otra cuyo marido estaba fuera de la ciudad en el momento en que se supone quedó embarazada, e incluso una chica que jura que era virgen. Una de las embarazadas es la esposa del doctor Alan Chafee, que asiste asombrado a estos hechos. El gobierno, por medio de una ambiciosa agente, Susan Verner (Kirstey Alley) ofrece a todas las familias afectadas una sustanciosa suma y los gastos de los bebés en comida, ropa y demás, si deciden seguir adelante con el embarazo y permite que se haga una evolución de esos niños. Finalmente, todas las mujeres tienen extraños sueños, tras los cuales deciden tener a los niños.
Finalmente, estos vienen al mundo una noche, salvo uno de ellos, que muere en el parto. Con varios meses por delante, se pone de manifiesto que los niños son asombrosamente idénticos, de pelo plateado y ojos azules, y muestran tener ciertos poderes para castigar a quienes les molestan. Mara, la supuesta hija del doctor Chafee, acaba haciendo que su madre se suicide cuando esta le sirve la comida demasiado caliente. A partir de entonces, el doctor desconfía de los niños y comienza a vigilarlos de cerca. Conforme van creciendo, se van apoderando sutilmente del pueblo, y todo quien intenta hacerles daño muere en extrañas circunstancias. Los niños muestran una inteligencia fuera de lo común, y todos están unidos en parejas (son diez niños y nueve niñas). Sin embargo, una de las niñas murió durante el parto, y el que habría sido su compañero, David, al verse desplazado y diferente, comienza a desarrollar sentimientos empáticos y humanos, con ayuda de su madre, Jill, que quedó viuda al morir su marido mientras conducía en las horas en que todos perdieron la conciencia.

El grupo de niños diabólicos

Pronto, los adultos se percatan de que los niños son malignos, e intentan destruirlos, pero solo consiguen ser masacrados y son obligados a suicidarse. Los niños toman Midwich bajo su control y se van a vivir a un gran cobertizo todos juntos. El doctor Chafee se aliará con la doctora Verner, la cual sabe más de lo que dice: según parece, han sucedido cosas similares en otros pueblos aislados, y todos los pueblos acabaron completamente arrasados. Alan decide destruir a los niños malignos, salvando sin embargo a David, para que pueda seguir humanizándose... pero los niños tienen la facultad de leer las mentes.
Yo entiendo "El pueblo de los malditos" como una película que trata sobre quienes son diferentes. Primero, las mujeres embarazadas son diferentes, y semi repudiadas por la comunidad, por la Iglesia, por sus familias (como la mujer cuyo marido estaba en Japón en el momento de la supuesta gestación). La peor parada será la chica virgen, que será también que pierda a su niña en el parto. El pequeño David verá un futuro negro para ella, llegando incluso a intuir que va a suicidarse.
Después, los diferentes son los niños, todos idénticos, de pelo extrañamente blanco, mirada inquietante y una inteligencia y comportamiento que se sale de lo normal en cualquier niño, además, con poder para provocar accidentes y suicidios en aquellas personas que tratan de dañarles. Son un grupo absolutamente unido, piensan igual, visten igual, y marchan igual, ordenadamente en dos hileras. El pueblo les repudiará, tratando de rechazarles primero mediante la violencia, y cuando se pone de manifiesto que son demasiado poderosos, les dejarán hacer, intentando olvidar su presencia cuando se marchan a vivir a un enorme granero.
Por último, es diferente David, el hijo de Jill. Es diferente porque estos niños van en pareja, pero su pareja es la niña que murió al nacer. Mara, la hija del doctor Chafee que es la líder de los niños, le dice a David que sin compañera, debe asumir que es menos importante. David comienza a humanizarse cuando rompe la ordenada hilera para ir a poner flores a la tumba de la niña que habría sido su compañera. Allí se encontrará con el doctor Chafee, que ha ido a visitar la tumba de su mujer. David le dará la mano, mostrando afinidad con él, aunque le advierte que "no se ponga demasiado sentimental". El doctor se aliará con la funcionaria gubernamental para tramar la destrucción de los niños malditos, pero se aliará con la joven viuda, Jill, para salvar a su hijo de la destrucción. Antes ha intentado la vía pacífica, dialogando con su hija y sugiriéndole que podrían convivir en paz, pero la niña le dice que si ellos se pusieran a la par con los humanos, estos acabarían destruyendoles. El doctor tendrá que ingeniárselas para contener en su mente la idea de la destrucción, formando, literalmente, un muro mental...
En resumen, película de aspecto algo frío, con música inadecuada, pero con excelentes actores (Christopher Reeve especialmente, véase el final del filme para comprobarlo) y un guión bien puntuado lleno de temas que la película de los años sesenta no podía tocar, como la religión (el sacerdote del pueblo armado con una escopeta y dispuesto a disparar a los niños) o el feminismo, al ser la niña la jefa de sus compañeros (en el film anterior era un niño, y en la novela, ninguno destacaba sobre los demás). Una pequeña película, no demasiado grande, y nunca destacada entre las grandes obras del maestro, pero lo suficientemente interesante como para disfrutarse sin problema.

Los viajeros de la noche



Eric Red es un reputado guionista del fanástico, como ha quedado reseñado en "Carretera al Infierno". Suyo es el guión de esta pequeña joya, Los viajeros de la noche. La directora, Kathryn Bigelow, ha llevado a cabo otras películas no exentas de interés, como Le llamaban Bodhi (más tarde plagiada con descaro, cambiando tablas de surf por coches en la nefasta "A todo gas") o la infravalorada Días extraños. Red y Bigelow unieron sus talentos en 1987, junto con un grupo de actores excelentes (tres de ellos recién salidos de "Aliens, el regreso") para sacar a la luz una de las más extrañas y atípicas películas de ¿vampiros? de la década.
Una noche calurosa en Oklahoma, Caleb, un muchacho que de día ayuda a su padre y a su hermana en la granja veterinaria que poseen, y de noche pasea con sus amigos, peleándose y echando un vistazo a las chicas, conocerá a Mae, una diosa rubia y delgada, de aspecto frágil, pero irresistible. Decidido a pasar la noche con ella, se ofrece a acompañarla para conocer los contornos. Pero Mae no es como las chicas campesinas que Caleb conoce. Los caballos le tienen un pánico atroz, la chica filosofea acerca de la belleza de la noche, y cuando el amanecer está próximo, parece aterrorizarse, y exige a Caleb que la lleve de vuelta. Sin embargo, el coche se estropea, y la muchacha, tras morder a Caleb en el cuello, saldrá corriendo. El chico saldrá del coche y reemprenderá el camino a pie, llegando a su granja al amanecer. Pero durante la noche, algo ha sucedido, ahora sus ojos lagrimean y su piel echa humo. Cuando está a punto de llegar a su casa, una caravana con las ventanas tapadas le secuestra, sacándole para siempre de su vida cotidiana.

El encuentro en la noche que cambiará la vida del joven Caleb

En la caravana va Mae, junto con su extraña familia de vampiros vagabundos. Si bien, lo de que sean vampiros es discutible, pues no tienen colmillos, las cruces, ajos y demás no les hacen ningún daño... solo comparten dos características, el sol les es letal, y deben alimentarse todas las noches de sangre humana. El pintoresco grupo, liderado por un antiguo sudista, Jesse Hooker(Lance Henriksen, competente como siempre) su novia, una chica dura y despiadada, Diamonback (Jenette Goldstein) se compone además de un muchacho psicópata y desquiciado que utiliza sus espuelas de vaquero para degollar a la gente, Severen (Bill Paxton) y un viejo verde eternamente atrapado en el cuerpo de un niño, Homer. El grupo discute acerca de que hacer con él, pues su intención era matarlo, pero Mae se lo impide y les hace ver que ya es uno de ellos. Tras discutirlo acaloradamente, deciden darle una semana para que se "integre".
A partir de entonces, Caleb sufrirá un ansia brutal por la sangre. Mae le dará su propia sangre, como si fuera un niño (la imagen de Caleb bebiendo sangre del brazo de Mae en medio de un campo abandonado de extracción petrolífera es genial). Sin embargo, pasado el primer periodo, cuando ya debe buscarse la comida, Caleb se niega a matar seres humanos, viendo las orgías de destrucción que causan sus nuevos compañeros sin pestañear, como si la inmortalidad les hubiese dotado de total inmunidad moral, y Mae tratará de protegerle, sabiendo que si Caleb sigue negandose a matar, provocará la ira de los demás...
Estamos ante una película muy de su época, de los ochenta, de gran belleza visual. Al ser más oscura que la otra película de "vampiros jovenes" del mismo año, Jovenes ocultos, y al contar con menos publicidad, pasó sin pena ni gloria por las salas de cine, para más tarde convertirse en película de culto para multitud de aficionados, gracias al formato doméstico. Hoy en día está considerada como la mejor película de vampiros de la década, junto con "Noche de miedo", mientras que películas que en su día fueron mucho más populares, como la mencionada Jovenes ocultos o "Vamp" han envejecido muchísimo y están peor consideradas. Además del maravilloso triunvirato de actores (Henriksen-Goldstein y Paxton, que acababan de hacer la exitosa Aliens, el regreso) la película se beneficia de la hipnótica presencia de la muchacha que encandila al protagonista y al público, Jenny Wright, actriz que solo hizo unas pocas películas más (tenía un breve papel en el drama estudiantil "St Elmo, punto de encuentro" y protagonizó otra película de terror, "Lecturas diabolicas") y como los propios actores comentan en los extras del DVD de esta película, la actriz desapareció y nadie ha vuelto a tener contacto con ella...
Por otra parte, el cine de Kathryn Bigelow es un cine esteticista, profundamente visual, como el de algunos compañeros de la época, como Tonny Scott. Filma como pocos habrían sabido hacerlo esas noches frías, negras y azules, donde se desenvuelve la historia, con brillantez, noches mágicas, como las de John Carpenter. Otra gran idea visual es el celebrado momento en que el grupo de vampiros duerme durante el día en un hotel. La policía lo rodea y comienza a disparar contra el edificio. Las balas no les hacen daño alguno, pero si los haces de luz que se cuelan por los agujeros que estas hacen... también es visualmente impecable la mencionada escena en la que Mae alimenta a Caleb, como si de un chiquillo se tratase, en medio de un campo de extracción petrolífera, o la escena en que todo el grupo se prepara para atacar un bar de carretera, y enseñar así a Caleb como "debe hacerlo".

La troupe de vampiros ambulantes...

Esta es una de las escenas más recordadas de la película, donde los vampiros juegan con rudos camioneros y duros matones de bar, como si fueran muñecos, conscientes de que su fuerza y su inmunidad a cualquier herida les proporcionarán la victoria. Torturan a esos pobres desgraciados y juegan con ellos como quien juega con muñecos. Matan no solo para alimentarse, sino simplemente, para divertirse. Su inmortalidad les ha inmunizado contra cualquier sentimiento de culpa, cometen toda clase de pecados sin pestañear. Y la directora del film está siempre de parte de sus monstruos, y no de las víctimas (matones, ladrones de carretera, prostitutas) lo que hace que al espectador le sea difícil encontrar a los vampiros antipáticos, pese a sus brutales actos.
Por otra parte, si bien en aquel momento ya se habían hecho varias películas modernas de vampiros, en estas se seguían presentando a estos seres de forma enigmática. Aquí asistimos a un impecable examen de sus actividades, que nos son mostradas con detalle: viajan por la América rural en caravanas o camionetas con las ventanas tapadas con cinta aislante, paran ocasionalmente en moteles durante el día para descansar un par de días (curiosa y divertida la escena en la que un anciano propietario de un hotel le comenta a Jesse que "su cara le suena de algo" y este le contesta irónicamente que va por allí cada cincuenta años, y le pide que le haga ya una reserva). Para poder mostrarnos a lupa sus actividades, se nos presenta a este grupo como una familia, todo lo atípica que se quiera, pero familia (varios personajes llaman "mamá" al personaje de Jenette Goldstein, y esta se empeña en tratar a Homer como si fuera un niño, pese a que se comenta que es el más viejo de todos ellos). También, cuando el grupo descubre que Mae ha convertido a Caleb, Jesse les echa a Mae y a Caleb una mirada de decepción paternal.
El tiempo ha revalorizado esta película, sobre todo en USA, su país de origen, y solo con buscar su nombre es Internet se pueden ver comentarios positivos de todo el que ha podido verla y redescubrirla ahora, años después. Una película entretenida y recordable, que pasa de la moda políticamente correcta que tanto daño hace al cine en nuestros días, y hace que el espectador sienta verdadera simpatía por unos seres que, por sus actos, merecen la muerte definitiva...

martes, 8 de enero de 2008

Hellbound: Hellraiser II


Tras el inesperado y rotundo éxito económico de la película de serie B "Hellraiser" los productores de New World, la compañía responsable de la distribución americana de la película, pidieron una secuela rápidamente. El director de aquella, el escritor Clive Barker (la película estaba basada en un libro suyo, "The Hellbound Heart") se negó a volver a coger ni la pluma ni la cámara para la tarea, probablemente ansioso por explorar otros mundos, pero si accedió a ser productor ejecutivo de la cinta, y a sugerir ideas para el guión. Es evidente, visto el producto acabado, que esta película queda en eso, en buenas ideas faltas de desarrolo. Pero no nos adelantemos.
El éxito de Hellraiser aún está fresco cuando se empieza a rodar en el Reinido Unido "Hellbound: Hellraiser II" pero el rodaje tuvo varios problemas, entre ellos, una crisis bursatil que les hizo perder parte del presupuesto. El guión se resintió, tuviendo que reescribirse, además, el actor Andrew Robinson, que había interpretado a Larry Cotton en la primera parte, se negó a participar, pese a que tenía mucho papel en el guión original. La historia, más o menos, queda así:
Han pasado solo unos días desde los acontecimientos que presenciamos en Hellraiser. La única superviviente, Kirsty Cotton, se recupera en el hospital psiquiatrico de Channard, donde contará su experiencia a la policía y al propio doctor Channard. Estos, por supuesto, no la creen, y la internan en contra de su voluntad. Pero el siniestro doctor Channard, director del hospital, conoce la mitología de los cenobitas, está enterado de que toda la historia de Kirsty es real, y pretende acceder al mundo cenobita con una configuración del lamento (aunque, incongruentemente, posee tres de estas cajas). El doctor consigue un colchón de entre los escombros de la casa de los Cotton, el colchón manchado con la sangre de la madrastra de Kirsty, Julia, y sacrificando a uno de sus pacientes, consigue revivirla, si bien en un estado incompleto. Con la promesa de que Julia le iniciará en las maravillas de su mundo, el doctor la provee de la sangre de jovencitas para ir reconstruyendo su cuerpo.
Mientras tanto, Kirsty tiene pesadillas en las que un hombre desfigurado en el que cree reconocer a su padre le pide ayuda desde el Infierno. Por otra parte, sentirá afinidad hacia otra paciente del hospital, Tiffany, una niña muda que no hace más que resolver puzzles. Channard planea utilizar a la niña para que abra la Configuración, ya que él se ha visto incapaz. El ritual se lleva a cabo con Kirsty presente, que ha salido del hospital tras convencer al ayudante del doctor de la obsesión de este. Los cenobitas hacen acto de presencia, pero una vez más, incongruentemente, no utilizan sus métodos para reducir a los prisioneros, y los dejan "explorar" su mundo con libertad. Channard y Julia se adentran en el universo cenobita como alumno y maestra, y Kirsty entra con la intención de salvar a su padre, llevando a Tiffany consigo para poder salir más tarde del lugar. Más, los cenobitas no han olvidado su último encuentro frustrado, y todavía ansían probar su carne...

Frank pide ayuda como puede

La película mezcla una buena atmósfera visual, personajes interesantes, aunque incompletos, y alguna idea bien esbozada, con una gran falta de coherencia con la primera parte y un empeño perjudicial en cargarse la mitología cenobita (dando a estos un pasado humano, e incluso la posbilidad de redimirse). El primer ejemplo, al principio de la película: al final de Hellraiser, la casa de los Cotton había quedado reducida a escombros. Bien, pues aquí la casa solo está ligeramente dañada, pero se conserva entera para que se pueda encontrar el colchón sobre el que murió Julia, el dichoso colchón sobre el que girará la mitad primera de la película. También resulta ridículo que Channard tenga tres cajas, tres Configuraciones, cuando de sobras es sabido que solo existe una, que no se trata simplemente de un artículo de coleccionista del que queden unas pocas copias, sino de una pieza única que solo cae en manos de las personas que anhelan más ardientemente probar sensaciones de más de tres dimensiones. Tampoco es muy creible que tenga dibujos de los cenobitas, a los que se supone, nadie ha visto y ha vivido para contarlo.
También los mejores personajes, Channard y Tiffany, están superficialmente pincelados. Son personajes interesantes, pero no llegan a cuajar. ¿Porque Tiffany hace puzzles continuamente? ¿Que trauma le impide hablar? ¿Realmente mató a su madre? Y el doctor Channard, uno de los más respetados cirujanos y psiquiatras del mundo, un ocultista aficionado, y en el fondo, un ser pusilánime, cobarde e incluso conservador, que quiere escapar a toda costa de este mundo no porque busque otros placeres y conocimientos, sino simplemente porque está constantemente mortificado al no encajar en este.

Julia guía a Channard por el mundo cenobita

Julia se erige como el personaje más interesante. Si en la primera parte era víctima y a la vez verdugo (víctima de los manejos y engaños de Frank, y verdugo de los hombres que mata para restaurar a su amante) aquí es directamente la mala de la película, más experimentada y sabia tras sus experiencias en el Infierno, y ha realizado un curioso pacto fáustico para cobrarse su venganza respecto al personaje de Frank, que aquí apenas sale, y quedará nuevamente desfigurado y convertido en una masa de músculos sangrantes.
Respecto al mundo cenobita, es una especie de circo ambulante del Infierno lleo de monstruosidades, algo muy alejado de lo que podía imaginarse en la primera parte. El mejor infierno, paradojicamente, resulta ser el de Frank, un hombre adicto a las sensaciones fuertes encerrado por toda la eternidad solo en una habitación, rodeado de tentaciones que desaparecen en cuanto se acerca...
Un final precipitado, incoherente y nefasto, personajes interesantes no desarrollados y ciertas licencias con respecto a la película original en el lado negativo. Una atmósfera inquietante conseguida, una extensión adecuada del interesante personaje de Julia y algún detalle de los personajes nuevos (Channard y Tiffany) en el lado positivo. Al menos, Hellbound es una película atmosférica y se toma en serio a si misma, cosa que no suceería en las siguientes secuelas. De todas formas, los productores habrían acertado quedándose solo con la primera parte.

La noche del cazador



La noche del cazador es sin duda un clásico del cine de suspense, una de las películas más influyentes del cine fantástico actual. Tremendo fracaso en su día, hoy está reconocida como una obra magna. Fue la única película dirigida por el excelente actor Charles Laughton, dirigida en 1955 y rodada en un blanco y negro expresionista, angustioso y desolador. Protagonizada por el siempre excelente y convenientemente perverso Robert Mitchum y por Shelley Winters, estamos ante una película que es algo más que un melodrama de la época de la Depresión, algo más que una historia de suspense magníficamente contada, es prácticamente un cuento de hadas, macabro y oscuro, pero cuento de hadas.
Son los años de la Depresión, donde nadie tiene trabajo, ni prácticamente nada que llevarse a la boca. Un joven y desesperado padre de familia, Ben Harper, roba un banco, y mata en el transcurso del robo a dos personas para poder escapar. Cuando llega a casa con el botín, perseguido por la policía, entregará el botín a su hijo John, haciéndole prometer que cuidará de su hermana pequeña Maggie, y que no revelará jamás el lugar donde está escondido el botín, ni siquiera a su frágil madre (Shelley Winters). Apresado por la policía, en prisión conocerá a un predicador pervertido, Harry Powell (Robert Mitchum) que lleva tatuadas en los nudillos las palabras "amor" y "odio" y que tiene una particular visión de la Biblia. Harry intenta que Ben le diga donde está el botín, incluso le interroga mientras duerme, pero la única frase que le arranca en sueños es la cita bíblica "Un niño te guiará". Poco después, Ben es ajusticiado en la silla eléctrica.
Algún tiempo después, la recién viuda trata de sobrellevar su estado, hacer frente a la verguenza que sufre por los delitos de su marido y sacar adelante a sus hijos en la comunidad rural, reprimida, estrictamente religiosa y muy dada a chismes. Al pueblo llegará un aparentemente amable, equilibrado y recto predicador, que no es otro que Harry Powell, que pretende conquistar a la viuda, convencido de que los hijos de Ben Harper conocen el escondrijo el botín. Ni la mujer ni los vecinos se apercibirán de la maldad e hipocresía que se esconden tras el supuesto religioso, pero el pequeño John pronto comprende que Powell no es el salvador, el padre de familia sustituto, sino el ogro que ha venido a destruir su hogar, y el muchacho tratará de salvar el secreto de su padre, que juró llevarse a la tumba..

El temible falso profeta Harry Powell

El filme tiene una fuerza visual y conceptual aplastante. Ya sean los planos nocturnos en los que John entrevee entre las cortinas de su cuarto al hombre que vigila su casa, y que pronto será el hombre de la misma, los caminos rurales abandonados y llenos de miseria, el cadáver de la pobre viuda sumergido en las aguas del lago, o ese viaje que hacen los niños de noche por un solitario río, con los bosques llenos de extraños sonidos y las figuras de las bestias que les acechan. Se trata, sobre todo, de una relectura de cuento infantil, del niño que se enfrenta al ogro y debe madurar y pasar a la etapa adulta para poder vencerlo. El pequeño John, pese a su corta edad y su ignorancia hacia multitud de cosas, protege a su hermana de los peligros por encima de todo, y tiene que aprender a sobrevivir para sacar adelante a la niña, y a la vez, esquivar la persecución de ese ogro que ha destruido su familia, y cuyos únicos motivos son un puñado de billetes. En definitiva, La noche del cazador es un clásico, con un Robert Mitchum impagable (repetiría el papel de "ogro" de hombre pervertido e hipócrita, en la tambien excelente "El cabo del terror"). En su día, la película fue despreciada precisamente por los motivos que la han convertido en clásico, por no ceñirse a ningún género en concreto y beber de varios, quedando este como el único film, de innegable talento, del normalmente actor Charles Laughton.
Papá llega a casa...