martes, 18 de diciembre de 2007

La maldicion de Damien



Dos años después del moderado éxito de "La profecía" sus productores decidieron ofrecer una secuela. Y estamos ante una de las pocas veces en las que podemos decir que es una digna secuela, que si bien, entiéndase, nunca podrá superar a la primera entrega, parte de unas premisas muy interesantes, con el mismo tono épico y excelentes actores. Además es una película que gira en torno a la adolescencia de su protagonista (el Anticristo, nada menos, interpretado por un muy convincente Jonathan Scott Taylor) y que, aunque parezca imposible, consigue reflejar todas las dudas, los cambios y las contradicciones que suelen sucederse en esa época de nuestra vida. La banda sonora vuelve a ser de Jerry Goldsmith, con su inquetante tema "Ave satani", puntuando los momentos de suspense. Una película con virtudes y fallos (que los tiene) realmente fascinante. Incluso, para mi gusto, más fascinante que "La profecía" si bien la dirección es muy inferior. De no haber sido así, podríamos haber estado ante una secuela mejor que la original, pero centrémonos en lo que hay.
Inmediatamente después de los sucesos narrados en "La profecía" asistimos a un prólogo en Israel, donde el sacerdote Bugenhaggen, que aconsejó a Robert Thorn acerca de lo que debía hacer con el Anticristo, ha descubierto que Thorn ha muerto y el chico ha sobrevivido, y ha sido acogido por sus tíos, Richard y Anne Thorn. El monje cuenta lo sucedido a un amigo suyo, arqueólogo americano, y le pide que lleve a los Thorn una carta que lo explica todo, para que ellos puedan luchar contra el Anticristo. El arqueólogo, por supuesto, no le cree, pero Bugenhaggen le dice que hay una prueba, el muro de Yigael recientemente descubierto, donde se nos muestran dibujos del Antricristo en distintas etapas de su vida, y la cara del Anticristo en edad infantil es la misma que la de Damien Thorn. Finalmente, el arqueólogo acude con el monje a ver el muro, pero este se derrumba misteriosamente, sepultándoles a ambos vivos.
Ocho años después, Damien Thorn es un adolescente sano y carismático, que habita en casa de sus tíos con su primo Mark, de su misma edad. Richard Thorn tiene en sus manos Industrias Thorn, una poderosa corporación valorada en más de 100 millones de dólares. Damien, por su parte, no es consciente de su destino, de su verdadera identidad, y ha crecido como un muchacho normal. Actualmente, vive y estudia con su primo en una academia militar.
Mientras ciertas personas descubren o sospechan de Damien, y de un complot teñido en torno a la familia Thorn, van muriendo en extraños accidentes. A la academia militar llega un nuevo profesor, el sargento Neff (Lance Henriksen, el inolvidable Bishop de Aliens el regreso) que no es sino un agente del Diablo, cuya labor es proteger al chico y a la vez, comenzar a guiarle en un proceso de auto descubrimiento, dándole pistas e indicándole donde puede buscar la verdad acerca de su existencia. Por otra parte, uno de los socios de confianza de Richard Thorn, Paul Buhrer, es otro enviado del Diablo para ir allanando el camino en Industrias Thorn, y convertir la corporación en un imperio, para cuando el Antricristo llegue a la edad adulta y pueda heredarlo y, desde una posición de poder, dominar el mundo. Son curiosas las ideas de Buhrer acerca de los negocios, por ejemplo, su proyecto de comprar enormes parcelas de tierra del tercer mundo a un precio ridículo, y cultivar allí alimentos artificiales para acabar con el hambre en el mundo... pero claro, el tercer mundo y su sustento dependerían de esos cultivos de alimentos, en manos de Industrias Thorn.
Poco a poco, Damien toma conciencia de lo que es, y de aquello a lo que está destinado, y va aprendiendo a mover los hilos y a utilizar para su provecho a los agentes enviados por su "padre" ya sea un espectral cuervo que provoca enfermedades o accidentes, o sus propios poderes para causar dichos accidentes. El dulce e inocente niño conoce su futuro ("¿Porque? ¿Porque yo"? preguntará, sin obtener respuesta) da un paso adelante en la madurez, asume su destino y se convierte en un ser frío, calculador, y sobre todo, sabedor de que le esperan grandes días... sin embargo, resulta conmovedor y entrañable que, antes de convertirse en dicho ser frío y sin entrañas, una vez sabe ya quien es, le pedirá a su primo Mark que se una a él. "Te quiero. Eres como mi hermano" le dice. Pero su primo retrocede, horrorizado, e intenta huir, por lo que Damien lo mata. Ya nunca volverá a querer a nadie.
Por su parte, Richard Thorn también recibirá avisos y pistas, y acabará recibiendo el paquete de Bugenhaggen, que contiene las siete dagas de Megido, la única cosa en la Tierra que puede acabar con el Anticristo.

Como todo buen líder de masas, Damien goza de popularidad y buena compañía...


La pareja de este film, formada por William Holden y Lee Grant como Richard y Anne Thorn está estupenda, y no tiene nada que envidiar a Peck y Remick. De hecho, en "La profecía" se le ofreció a William Holden interpretar el papel que interpretaría Peck, pero lo rechazó por estar ocupado en otro proyecto. Jonathan Scott Taylor está brillante en su papel, comienza siendo un niño, un muchacho inmerso en una vida plena, integrado en una familia que le quiere, preparándose para el futuro... y acaba convirtiéndose en el Anticristo, asumiendo su terrible papel. Es de agradecer que aquí no se reincida en la línea argumentar de "La profecía" donde siempre se nos sugería que los hechos acaecidos podían ser simples coincidencias fruto de la locura de la esposa de Thorn. En "La maldición de Damien" no cabe duda: desde los cinco primeros minutos del film, sabemos que estamos asistiendo a las andanzas del hijo del Diablo en la Tierra.
Una película excelente y digna secuela. Por desgracia, la saga se remataría de mala manera en "El final de Damien" donde asistimos a los pasos del Anticristo en edad adulta, en posesión ya de las empresas familiares, pero convertido en un ser demasiado frío, inhumano, y poco carismático, cuando se supone (y en "La maldición de Damien se sugiere) que el Anticristo es y será un líder de masas encantador. Pese a la competente labor de un joven Sam Neill, la película es un auténtico desastre, un caos argumental, donde solo sobresalen los monólogos de Damien frente a un crucifijo. Hubo más tarde una cuarta parte, "La profecía IV: El renacer" donde una niña misteriosa, que resultaría ser la hija de Damien, seguiría sus andanzas. Mala, televisiva y sin nada que aportar. Una verdadera lástima que tras un peliculón como "La profecía" y una película tan interesante como "La maldición de Damien" que acababa, supuestamente, dejando lo mejor para el final, terminase de manera tan terriblemente nefasta.

1 comentario:

Anónimo dijo...

esta re buena esta peli