lunes, 14 de enero de 2008
Fallen
Curiosa película de 1998, con Denzel Washintong, Donald Sutherland y John Goodman, con Elias Koteas en un breve pero inquietante papel. La película no se decide entre el melodrama policiaco y el terror, pero lo extraño de su trama (algo así como "La cosa" pero suavizada y en un entorno urbano) y de su tratamiento visual en tonos fríos y nocturnos la convierten en un punto de parada obligatorio para valorar el cine de terror en los noventa (que tuvo escasísimas muestras de verdadera valía).
El detective Hobbes (Washintong) asiste a la ejecución en la cámara de gas de un peligroso asesino, Reese (Koteas) que insiste en verle antes de morir. Durante ese tiempo, Reese habla en un extraño idioma y propone varias adivinanzas al detective. Poco después de morir, un extraño ser incorpóreo sale de su cuerpo y posee a un policía.
Hobbes, por su parte, se verá intrigado cuando comiencen asesinatos calcados a los de Reese, y reciba llamadas anónimas que le irán dando pistas. También descubrirá, gracias a los enigmas que le dio el asesino antes de morir, a un honrado policía que en los años sesenta, tras detener a un asesino en serie, fue acusado de cometer varios crímenes y se suicidó, dejando a una hija, con la que Hobbes hablará. Pronto se pondrá de manifiesto para el asombrado detective que no se enfrenta a ningún ser mortal, sino a Azazel, un demonio bíblico que "vino de los desiertos" y posee a las personas a través del tacto. Antes de morir Reese le dio la mano, en un intento de poseerle, pero no pudo, ya que Hobbes resultó ser una de las pocas personas inmunes que hay, por lo que ahora el demonio, furioso, está decidido a destruir su vida "desde fuera".
Lo más intrigante de la cinta, además de su curioso pesimismo, no muy habitual en el cine de los noventa (no esperen los aficionados un final precisamente feliz...) es el proceso por el que pasa Hobbes, que al principio cree estar enfrentándose a un simple asesino que imita al primero, pero va convenciéndose poco a poco, de forma creíble. Es impresionante la escena en la que Hobbes se da cuenta de esto, cuando varios compañeros policías comienzan a rozarse entre ellos, y a cantar la canción que cantaba Reese, negando luego haberla cantado.
Por lo general, estamos ante una película interesante, de guión muy elaborado, aunque una dirección algo maniquea. Al contrario que en el cine policial de la época, aquí no hay tiroteos, explosiones, ni tampoco efectos especiales de ninguna clase, solo unos buenos actores trabajando con firmeza sobre los papeles que les han tocado. Denzel Washintgon lleva muy bien su papel de policía perseguido, cada vez más al borde del abismo, con graves problemas familiares, por cierto, y John Goodman interpreta a su compañero Jonesy, el personaje cómico, pero capaz de aportar diálogos bastante buenos en la parte final del film. Una película interesante, no del todo lograda, pero que merece ser vista por sus buenas actuaciones y planteamientos interesantes. En manos de un John Carpenter o un Clive Barker, estaríamos hablando de una obra maestra...
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