miércoles, 30 de enero de 2008

Pactar con el Diablo



En los años 90, el cine fantástico estaba de capa caída. El terror era una mera explotación de las películas y subgéneros que habían tenido éxito la década pasada, y el que había sido uno de los creadores del cine de terror moderno, Wes Craven, se ocupó de comenzar su destrucción en los noventa con su saga Scream. Consciente de que el género estaba acabado, Craven se decidió a sacarle todo el partido económico que pudiese mediante la burla y el no tomarse en serio sus películas con lo que el terror fue pudriéndose, mezclándose cada vez más con la comedia absurda tipo Scary Movie. Salvo los pocos autores de género que han seguido regalándonos sus joyas, y algunas pequeñas excepciones, el género de terror ha muerto como tal.
Pactar con el Diablo pertenece a la segunda categoría. Es una gran película, planteada en tono casi épico, con buenos actores y algunos momentos realmente escalofriantes. Sobre todo, es una historia sobre la moral, la ética y el libre albedrío de la gente. Basada en una novela de Andrew Neiderman, que desconozco, no obstante, los críticos afirman que la película supera a la novela en muchos aspectos. Dirigida por Taylor Hackford, director que visita por primera vez el género fantástico, y que antes había dirigido la célebre "Oficial y caballero" y "Eclipse total" una película basada en una historia no fantástica de Stephen King. Hackford dirige con corrección y estilo una de las últimas películas satánicas coherentes con la filosofía mefistofélica, no como la ridícula "El fin de los dias" y otros sub productos nacidos al abrigo del fin de siglo.
Florida. El joven y ambicioso abogado Kevin Lomax (Keanu Reeves) no ha perdido ni un solo caso en toda su brillante carrera. Tras ganar un caso de corrupción de menores, gracias a estrategmas digamos, poco éticas, Lomax recibe una oferta para trabajar en un bufete de Nueva York, propiedad del poderoso y misterioso John Milton (Al Pacino). A pesar de los recelos de su madre, una fanática religiosa, Kevin se traslada a la Gran manzana con su esposa Mary Ann (Charlitze Theron). Allí serán bien recibidos, y el trabajo de Kevin (elegir un jurado) tiene tanto éxito que le proponen que se quede allí permanentemente. Allí conocerá a Milton, un hombre maduro, encantador, inteligente, con don de lenguas y gran confianza en si mismo, que cautivará al joven abogado y le ofrecerá una vida de lujo, con un piso enorme y gratuito y un gran sueldo, introduciéndole poco a poco en las altas esferas de poder del bufete, donde Lomax irá ascendiendo gracias a los consejos de Milton, que irá quitando al joven todos los obstáculos que aparecerán en su camino, legales y morales.

El joven abogado será tentado por el mayor experto en tentaciones

Es curioso como el ascenso al poder de Kevin se refleja paralelo al descenso al Infierno que sufre su esposa Mary Ann, al percatarse de las extrañas cosas que les rodean. Sus extrañas pesadillas en las que aparece un niño jugando con unos intestinos, o la escena en la que, mientras hace el amor con su marido se transforma en Cristabella, otra protegida de Milton a la que Kevin desea, o aquella en la que las desceebradas esposas de los compañeros de Kevin la llevan de compras, introduciéndola en el mundo del consumismo desaforado, y Mary Ann asiste, perpleja, a una transformación de una de ellas en otra cosa son sumamente perturbadoras.
Ante todo, la película se zambulle totalmente en la ideología cristiana, ignoro si voluntariamente. Kevin pasa por distintas pruebas, y en todas ellas toma opciones que le acercan moralmente al Infierno, discutibles y poco éticas, o directamente, urde engaños para librar a los clientes de Milton de la cárcel. El discurso final de Milton sobre el bien, el mal y el libre albedrío es uno de los mejores jamás pronunciados en una película satánica. Milton se define a si mismo como "un humanista" que ama al hombre y procura darle todo lo que desea. Dios no es más que "un sádico" que disfruta viendo como los hombres quebrantan sus propias reglas una y otra vez, mientras que él es "un devoto del hombre", y concluye afirmando (y demostrando) que quien quiera unirse a él lo puede hacer por su propia voluntad.
La película juega con el hecho de que el espectador sabe desde el principio que Milton es el diablo, pero los personajes no, salpicando así la cinta de pequeñas bromas o citas bíblicas que el espectador entiende y disfruta. El diablo compuesto de Pacino viene a ser un sátiro, un rebelde que "prefiere reinar en el Infierno antes que servir en el cielo" y que niega rabiosamente a Dios. Es también muy recomendable el discurso que le da a Kevin, paralelamente al momento en que su antiguo protegido, Eddie Barzoon, es asesinado por unos mendigos diabólicos. En general, Pactar con el diablo se resume como una película inquietante, aunque nunca terrorífica, pero muy entretenida pese a su larga duración. Recomendable.

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