miércoles, 16 de julio de 2008

House, una casa alucinante



Podría decirse que "House, una casa alucinante" fue, para las casas encantadas, lo que supuso "Un hombre lobo americano en Londres" a la licantropía, y "Noche de miedo" a los vampiros, en los años ochenta, un filme que "cruzaba" horror con comedia. En este caso, pese a estar dirigida por el mediocre Steve Miner, tiene un guión del desgraciadamente desaparecido en combate Fred Dekker, y los integrantes de su ficha artística contribuyen a hacer de la película algo más que otra peliculilla de terror. Para empezar, el hecho de que el protagonista sea un adulto, y no un adolescente, ya la pone por encima de las antes mencionadas en el aspecto argumental. Aquí tenemos a Roger Cobb (el siempre simpático "gran héroe americano" William Katt) un afamado novelista de terror con legiones de fans. Su editor le presiona para que escriba otra novela, pero Roger lleva una vida personal muy confusa: todavía sigue traumatizado por su experiencia en la guerra de Vietnam, y desea exorcizar esos recuerdos escribiendo un libro, pero su agente le presiona para que escriba otra novela de terror; su hijo desapareció mientras estaban de vacaciones en casa de su tía, a consecuencia de ello, su esposa le abandonó, y ahora, Cobb recibe la noticia de que su tía ha muerto, presuntamente se ha suicidado. Roger quiere vender la casa, pero cuando la visita con un agente inmobiliario, le pueden los viejos recuerdos infantiles, y decide trasladarse a la casa, y encontrar allí la paz que necesita para escribir su novela sobre la guerra.
El film empieza bien, con una escena de terror puro, donde un joven repartidor acude a la casa, y descubre a la anciana ahorcada, y balanceándose todavía en la soga. Un buen susto para comenzar antes de meternos en la historia. Una vez en la casa, buenos momentos de terror se sucederán, como el ataque de un ser que sale del armario todas las noches a las doce, un enorme pez pescado por su tío décadas antes, que vuelve a la vida, o un engendro que se hace pasar por su esposa y que quiere matarlo a toda costa. Pero los momentos de comedia no tardarán en hacer acto de presencia: la vecina que nada en la piscina de Roger y le lleva a su hijo para que lo cuide, los policías que acuden a la casa mientras el escritor trata de ocultar el cadáver del engendro que le ha atacado, pero sobre todo, ese vecino cotilla y fan irredento del escritor, interpretado por George Wentz (la serie Cheers) que pensará que Roger es un desequilibrado e incluso que puede llegar al suicidio.
Roger por su parte, comenzará a tener visiones y sueños que le llevarán a estar convencido de que su hijo está preso por fuerzas malignas en algún lugar de la casa...

La casa maldita

Como muchas películas sobre la temática de casas encantadas, al principio se juega con la idea de que Roger sea realmente un enfermo mental debido a los trágicos sucesos que han golpeado su vida, y que todas las experiencia supuestamente sobrenaturales sean fruto de su enajenación. Así, la estupenda escena en la que su esposa va a visitarle, convirtiéndose en un grotesco monstruo que le molerá a golpes, por lo que Roger lo mata, para a continuación observar horrorizado como el ser ha vuelto a tomar la apariencia de su esposa. Sin embargo, pronto no quedará duda de que lo que sucede en la casa es real, la casa está encantada. Es, sin embargo, una auténtica sorpresa, la conclusión del filme, que no tiene nada que ver con maldiciones antiguas, sino con el suceso que más aterra a nuestro protagonista, un suceso real que no tuvo nada de mágico. Así, los incómodos flashbacks sobre la guerra que hemos presenciado, y que parecían innecesarios y de relleno, cobran sentido hacia el final.
House, una casa alucinante, es, por lo tanto, una película sobre sucesos sobrenaturales con insertos de comedia, que juega con el equívoco y que combina bastante acertadamente los elementos de ambos géneros, tan opuestos como solo pueden serlo el terror y la comedia.
La película gozaría (es un decir) de varias secuelas: así, House II, aún más alucinante, está dirigida por el co guionista de la primera parte, Ethan Whiley, y es interesante debido a lo enrevesado y psicodélico de su guión; House III cuenta con el gran Lance Henriksen para darle solvencia, interpretando a un policía traumatizado por un asesino al que supuestamente cazó. House IV ignoro si se ha estrenado en España, y pese a contar de nuevo con William Katt, los que la han visto solo tienen palabras de decepción.
La primera entrega de esta curiosa saga es de esas películas que se dejan ver con una sonrisa, gracias a la labor de los actores, que hacen creíbles a sus absurdos personajes. Un film modesto, pero refrescante.

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