jueves, 31 de julio de 2008

Almas de metal



En "Runaway, Brigada especial", unas máquinas que hacían el trabajo de los hombres se descontrolaban al ser modificadas, llegando a atacar a las personas. En Parque Jurásico, un increíble parque temático comienza a sufrir fallos, y pronto estará bajo la le de Murphy: si algo puede ir mal, irá. Ambas películas contienen en su génesis conjunta esta Almas de metal, y no es de extrañar que todas lleven el nombre de Michael Crichton (como director o como autor de la novela original, en el caso de Parque Jurásico).
Como director, esta fue su primera gran película, y no cabe duda de que estamos ante un clásico del cine de ciencia ficción, de la que han bebido incontables películas posteriores, desde "La noche de Halloween" a "Terminator".
Así, se nos presenta, en un futuro presumiblemente cercano, una gran compañía llamada Delos, que ofrece impresionantes vacaciones a quien pueda pagarlas, claro. Por mil dólares diarios, los clientes vivirán en una recreación absolutamente fiel de tres "mundos" ya extintos: el Imperio romano, el mundo medieval, y el Lejano Oeste. Así, dos de estos clientes se conocerán durante el viaje al Mundo del Oeste. Ellos son Peter Martin (Richard Benjamin) y John Blaine (James Brolin). John ya acudió al Mundo del Oeste el año anterior, por lo que es el experto, mientras Peter es el novato. Los dos traman amistad y deciden pasar las vacaciones juntos, ya que van al mismo destino.
En el Mundo del oeste, los clientes pueden mezclarse con la multitud para robar el banco, asaltar una diligencia, emborracharse en el saloon y luego pasar el rato con una prostituta, o incluso, batirse en duelo a muerte. Todo está permitido, ya que en Delos, la población está compuesta por robots increíblemente realistas, programados para servir a los clientes en todo, o para ser asesinados por ellos, sin consecuencia alguna. De noche, grandes camiones recogen a los robots "asesinados", o sea, dañados, y los llevan a un gran centro de reparación donde son concienzudamente arreglados por un equipo experto, para que puedan volver a "servir" a la clientela por la mañana.

El centro de reparaciones

Peter se muestra tímido e inseguro, lo que divierte a John, que finalmente le azuza a batirse en duelo con un forajido vestido de negro y de aspecto siniestro (inolvidable Yul Brynner). Finalmente, Peter lo "mata", exultante, y una posterior borrachera y ligoteo en el saloon le convencen de que las vacaciones serán tan inolvidables como el anuncio prometía.
Pero, mientras los dos amigos disfrutan, en la sala de control comienzan los problemas, primero minuicias, que van aumentando en intensidad: una falsa serpiente robótica que ataca a un cliente cuando no debería hacerlo, una "cortesana" del mundo medieval, que abofetea a otro cliente en lugar de satisfacerlo... y el "pistolero de negro", una vez reparado, vuelve a atacar a John y Peter. En esta ocasión, Peter, exhultante y seguro de si mismo, lo liquida, con orgullo. El pistolero volverá en una tercera ocasión... pero para matar realmente. Y en ese momento, todos los robots se dedicarán a matar a todas las personas, sin que los técnicos comprendan qué sucede, ni puedan pararlo. Peter sufrirá una persecución que puede equipararse a la que sufrirían Dennis Weaver en "El diablo sobre ruedas", Laurie Strode en "La noche de Halloween" o Sarah Connor en "Terminator": humanos perseguidos por máquinas de matar imparables. No se puede acabar con los robots, la única manera de evitar ser asesinado es destruir su sistema de audición y sus ojos... la carrera ha comenzado.

Yul Brynner, el inolvidable pistolero de negro

La película puede ser contemplada desde variados puntos de vista: o bien el progreso se vuelve contra el hombre, de esa manera, los robots, meras máquinas, escapan al control y atacan a los humanos por inercia, sin motivo, sin objetivo ni control, o bien, los robots han llegado a desarrollar "conciencia", incluso orgullo. La verdad es que viendo como son tratados por los clientes, no es nada desdeñable esta teoría, estos seres metálicos por dentro comienzan a adquirir conciencia de si mismos, y se vengan por los abusos sufridos en las manos de hombres y mujeres comodones que creen que pueden hacerlo todo porque son ricos.
Da igual la teoría, o el punto de vista bajo el que se contemple el filme, Almas de metal es una película entretenida, sencilla, y que no pretende contener en su núcleo un mensaje filosófico "importante", como por ejemplo, en "Blade Runner". Es solo un filme de entretenimiento más o menos original (en su época, claro) con un guión que ofrece sugerentes ideas, una persecución que puede llegar a agobiar al espectador y unos actores más que correctos, siendo especialmente inolvidable ese pistolero de negro, frío, inhumano, implacable, interpretado por Yul Brynner.
Además de poder rastrearse multitud de influencias en películas posteriores de todo tipo, Almas de metal contaría con una secuela tres años después, de bajo presupuesto y producida por la AIP, productora bajo cuya estela creció Roger Corman con sus adaptaciones de Edgar Allan Poe, y contaba con Peter Fonda como protagonista, y con Yul Brynner como reclamo, si bien solo aparecía en una breve escena, y el tratar de vender la película con su nombre es un camelo. Bastante casposa e inferior a su original, es simplemente un divertimiento sin relevancia, es decir, todo lo contrario que el film de Crichton.

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