sábado, 21 de junio de 2008

Buffy La cazavampiros



Siendo como soy un fan de la serie (o de parte de ella) me acerqué a la película con algo de temor, pues había oido hablar de la verdadera infamia que supone para el subgénero vampírico, a pesar de contar con gente competente, como Donald Sutherland o Rutger Hauer, y un guión (aparentemente) de Joss Whedon. Los resultados son todavía más pésimos de la esperados. Si Sarah Michelle Gellar me había parecido una Buffy correcta y bastante simpática, aunque limitada como actriz, no puedo más que alabarla después de ver a Kirsty Swanson en este filme.
La historia comienza con un breve prólogo donde una joven cazadora se enfrenta a un terrible vampiro, falleciendo en el acto. Su entrenador, jefe de una especie de secta que debe proteger a la cazadora, augura la próxima aparición de otra cazadora.
1992, en Los Angeles conoceremos a Buffy Summers (inexpresiva Kirsty Swanson) una chica superficial y estúpida, animadora del instituto, que dicta las modas que van a llevarse junto a sus amigas, tan estúpidas como ella. No duda en humillar a un par de jovenzuelos vagabundos (David Arquette y Luke Perry, casi nada) porque intentar ligar con ella. Pero la cosa va a cambiar cuando siente que la sigue un misterioso hombre, que resultará ser Merrick (Donald Sutherland) su guardián y entrenador. Él la advierte que es la elegida, la única que puede acabar con los vampiros. La muchacha, obvio es, no la cree, pero la llegada de una más que risible troupe de chupasangres, liderados por Lothos (Rutger Hauer) que empezarán a hacer estragos entre los jóvenes de la localidad. Buffy tendrá que comenzar un arduo entrenamiento bajo la supervisión del estricto Merrick, y contará, a la hora de la verdad, con la ayuda de Pike (horroroso Luke Perry) cuyo amigo ha sido convertido en vampiro...
No sabría por donde empezar. Esforzándome en ceñirme a los fallos de la película, sin intentar una comparación con la serie, Swanson y Perry se muestran limitadísimos, ambos parecen llevar entre si el duelo interpretativo de quien logra la mayor cara inexpresiva, y las frases que van soltando, supuestamente humorísticas, solo contribuyen a hacernos sentir verguenza ajena. Los amigos de Buffy, meros comparsas de la historia, nada tienen de relevancia, salvo estar interpretados por gente que hoy son más o menos estrellas (David Arquette, Hilary Swank, Ben Affleck) que, dudo mucho, alcanzaran su fama gracias a la película.
Solo nos queda pues, centrarnos en los personajes más interesantes: el guardián de la cazadora y el vampiro jefe. Resulta terriblemente decepcionante en el caso de Rutger Hauer, a quien siempre desee ver en el papel de vampiro: aquí está sencillamente ridículo, y su único cometido es esperar a que la chica esté entrenada para dejarse matar, mientras por el camino vampiriza a unas cuantas damiselas. También es particularmente patético su aliado, un joven vampiro de barba y coleta, que protagoniza algunos de los gags más ridículos de la película, como el de la estaca. Solo Sutherland tiene algo de interés en su personaje, el guardián serio y misterioso de pasado incierto (se nos sugiere que es inmortal, lo cual sería curioso) pero al final todo queda en nada, simples reprimendas de maestro a alumna porque su cazavampiros está más preocupada por ir al baile que por matar vampiros. Ninguno de los actores logra aguantar el tipo, independientemente de su calidad como actores: sus papeles no les permiten lucirse en nada, ni mostrar un mínimo de carisma.
El director de este despropósito es Fran Rubel Kuzui, que aparece como productor en la serie, y que, es de suponer, destrozó el guión de Whedon, pues no puedo creer que el autor del Buffyverso tuviese unos comienzos tan sumamente pobres como guionista. Es casi un milagro que de semejante bodrio saliese una serie como es "Buffy Cazavampiros", cuyas temporadas segunda y tercera me parecen de lo mejor que se ha visto en el género fantástico en televisión, si bien es de lamentar que, tras caer en un grado de papanatismo alarmante en su cuarta temporada, la serie nunca llegase a las altas cotas alcanzadas en su segunda y sobre todo, tercera temporada. La película queda así como un filme que no merece verse ni por los completistas que adoren la serie, y que solo tiene la virtud de no haber tenido secuela (aunque en los tiempos que corren... mejor callarse y no dar ideas).

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