sábado, 28 de junio de 2008
Orca, la ballena asesina
Esta lujosa producción "made in Laurentiis" tiene en su contra el haber sido vendida como una explotation de Tiburón (lo es, realmente, pero a niveles muy diferentes que todos los filmes italianos sobre monstruos marinos) con un terrible monstruo asesino. Pero aquí, el monstruo no es el malo, ni el que rompe el orden establecido. El principal responsable de los hechos aquí sucedidos es, por supuesto, el hombre.
Concretamente, un rudo pescador, Nolan (el carismático Richard Harris) un hombre insensible e inculto, dueño de un barco pesquero, que al avistar un grupo de orcas, decide capturarlas para venderlas a algún acuario. Por desgracia, la primera orca que trata de atrapar es hembra embarazada, que pierde a su cría accidentalmente mientras es capturada. Nolan, desesperado ante la visión del feto muerto, libera a la ballena, que será arrastrada por su compañero macho, que intenta salvarla. Sin embargo, la orca muere, y su compañero decidirá emprender una sanguinaria venganza contra Nolan...
Desde el principio asistimos con tristeza a la pérdida de la familia de la orca macho, pero tampoco somos indiferentes a la tragedia del pescador, presa del miedo y los remordimientos por lo que ha hecho, acudiendo incluso a la iglesia a buscar consuelo. Además, su esposa y su hijo murieron años atrás, en un accidente automovilístico por culpa de un conductor borracho. "Ahora, yo soy el conductor borracho", le dirá con tristeza a Rachel (Charlotte Rampling) la científica experta en orcas que supone todo lo contrario que Nolan, siendo una mujer moderna, inteligente y sensible, que comenzará despreciando al pescador y acabará ayudándole, visto que el hombre siente de verdad lo que ha hecho. La orca comenzará a matar a toda su tripulación, y después, a destruir todos los barcos de la ciudad, retando a Nolan a enfrentarse en mar abierto. Este por supuesto, se negará, pero los ciudadanos, que están perdiendo sus casas y sus barcos, obligarán al pescador a ir en busca de la orca. En la expedición le acompañarán Rachel y un indio que aporta el contrapunto de misticismo necesario, sin caer nunca en el ridículo (Will Sampson).
La historia podría haber sido una auténtica ridiculez, un pastiche desenfrenado y absurdo, pues la película está construida sobre la base de que un animal puede sentir deseos de venganza. Aquí se nos presenta a las orcas como seres con cerebro casi humano, con sentimientos, capaces de reflexionar y de sentir emociones complejas. Sin embargo, la bonita fotografía, unos actores que cumplen estupendamente (reseñando especialmente a la pareja protagonista) y sobre todo, una maravillosa y emotiva banda sonora de Ennio Morricone, todo ello provoca que nos metamos realmente en la historia, deseando que se llegue a un final feliz, tanto para la orca agraviada como para el atormentado pescador.
Convertida en mítica, sobre todo gracias al videoclub y al disfrute en el formato doméstico, algunas de sus escenas han pasado a ser históricas en el subgénero de terrores marinos, desde el feto encharcado en sangre que cae sobre la cubierta al ataque de determinada intérprete femenina, bastante popular en los ochenta. Con todo, sin ser ninguna obra maestra, si que puede considerarse una de las pocas películas excelentes nacidas al abrigo de "Tiburón" de Spielberg, quizás la única película realmente digna junto con "Piraña" de Joe Dante, que nos llegó en la década de los ochenta.
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1 comentario:
recuerdo esta peli cuando era niño alla por inicios de los ochenta la paron varias veces en el canal 5 de lima peru... nada q envidiar a tiburón
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