jueves, 29 de noviembre de 2007

Muñeco diabolico 2



Probablemente la única secuela el filme de Tom Holland que merece la pena por si misma, sin perder el alma en favor del público como ha sucedido con las últimas entregas, sea esta segunda parte, dirigida por John Lafia (coguionista de la película original). Esta película, además de ser una digna pieza de suspense y una coherente secuela, cuenta con el actor de la primera, Alex Vincent, de nuevo en la piel del traumatizado infante Andy Barclay, pero además, todos los secundarios de la cinta son viejos conocidos: Gerrit Graham (El fantasma del paraíso) Jenny Agutter (Un hombre lobo americano en Londres) Grace Zabriske...
Algún tiempo después de los sucesos de la primera parte, se ha celebrado un juicio sobre los hechos. El policía Mike Norris ha negado todos los hechos, los rumores acerca de la posibilidad de que el muñeco estuviera realmente poseído. La madre del niño, por contra, ha mantenido la versión de los hechos, y por tanto, ha sido encerrada en un manicomio. Su hijo Andy está en un centro de acogida, donde pronto lo adoptará una pareja madura, con experiencia en niños, que tienen bajo su techo a una adolescente conflictiva, Kyle (Christine Elise).
Por otro lado, tras el juicio, los restos calcinados de Chucky son entregados a la empresa que fabrica los Good Guys, y estos lo reconstruyen por completo para comprobar si en su mecanismo había algún fallo o sabotaje que pudiera haber causado el "malentendido". Las conclusiones son satisfactorias y el muñeco es completamente normal, pero durante su reconstrucción, un operario muere en un extraño accidente. Poco después, Chucky vuelve a la vida, y de nuevo buscará a Andy.
La película se centra de nuevo en los crímenes cometidos por el muñeco para llegar hasta Andy, el niño a cuyo cuerpo necesita transferir su alma para dejar de ser "un pedazo de plástico", pero en la familia adoptiva de Andy no tardarán en creer que los crímenes los ha cometido el niño, perturbado por todo lo sucedido. Hacia la mitad del metraje el protagonismo derivará en Kyle, la adolescente "rebelde" que, una vez comprendida la situación, tratará de salvar a su hermano adoptivo.

El muñeco hace de las suyas

La película está contada casi como una fábula, como un cuento de hadas maligno, en agradables tonos de fotografía (la casa, la escuela, la fábrica de los juguetes) con momentos muy conseguidos, por ejemplo, al llegar a la casa de Andy, Chucky se encuentra con un muñeco Good Guy idéntico a él, y aprovechará para enterrar al muñeco en el jardín y sustituirlo, provocando más de un equívoco con Andy, o todas las secuencias de persecución en la fábrica de Good Guys, el escenario perfecto para acabar donde todo empezó, una vuelta a los orígenes para acabar con los mismos.
Por otra parte, la película tiene no poco humor negro, no solo en las frases de Chucky, sino también en otras situaciones planteadas a propósito, como la lectura en clase de Pinocho (que no es sino una variación de la historia de Chucky, un muñeco que deseaba ser un niño de verdad). Algunas de sus escenas, como Chucky asesinando a la maestra con una regla (escena de gran sadismo) o aquella en la que Andy despierta atado y amordazado en su casa han trascendido de la propia película.
Por desgracia la saga no siguió por estos adecuados derroteros: Muñeco diabólico 3 era una película bastante mala, con menos presupuesto e imaginación, donde Chucky era de nuevo reconstruido para perseguir a Andy, ya un adolescente, a una academia militar (donde la única idea acertada es el momento en que el muñeco cambia las balas de pintura por balas de verdad durante un entrenmiento). Pero, por desgracia, dos niños británicos, tras ver la película, raptaron y mataron a un bebé, lo que rodeó al muñeco y a sus películas de muy mala fama. Parecía que sus días estaban contados, pero en 1998 resucitó de nuevo, esta vez en clave de comedia "La novia de Chucky" y aún mas tarde, la última secuela "La semilla de Chucky". Ninguna llega ni a la suela de los zapatos de la original, son meras parodias que se burlan de si mismas y del género, más parecidas a Scary Movie que a una verdadera película de suspense. Una pena.
Muñeco Diabolico 2 es pues, la única secuela a la altura, un filme de suspense bien hilvanado, donde la acción transcurre con más soltura (en la primera entrega se tarda excesivamente en mostrar al muñeco, en aras de hacer creer al público que Andy podría ser el asesino) mientras que aquí, ya sabemos desde el principio quien es "el malo", mientras que Andy sigue siendo visto por todos los adultos como un niño perturbado y peligroso. La única secuela recomendable.

domingo, 25 de noviembre de 2007

Dracula



Tod Browning era un genio del cine, que duda cabe. Él, junto con James Whale, puso en marcha el ciclo de monstruos de Universal, que podría entenderse como el nacimiento del cine de terror sonoros, o incluso el nacimiento del cine de terror "moderno" aunque esto sería mucho más arriesgado. Con películas como "Freaks" o "La marca del vampiro" en su filmografía, la valía de Browning como director está más allá de la duda, pero su nombre es recordado sobre todo por la mencionada Freaks y por esta Dracula. Y es que Browning quería hacer un ciclo sobre monstruos clásicos, auspiciado por la Universal, que había comprado los derechos de la obra teatral "Dracula" de Hamilton Deane, siendo pues la novela de Stoker la primera película en producirse, con Lon Chaney. Pero Chaney sufría un cáncer de garganta, y murió antes de comenzar el rodaje. Tras descartar a varios actores, Browning fichó por el actor que interpretaba al personaje en la célebre obra de Broadway, un desconocido Bela Lugosi. Hoy, decir Bela Lugosi es decir Dracula, pero en aquel entonces, Browning tuvo que luchar por conseguir al actor (no sabía hablar inglés, lo que lo hacía todo más difícil).
El guión fue un refrito entre varios autores, pero en los créditos consta Garret Fort, basándose en la obra de teatro que a su vez, está basada en la novela original (excelente e imprescindible, por cierto). Como protagonistas, además de Lugosi, un inolvidable Dwigth Frye y Edward Van Sloan.

El conde y su victima

La película tiene un prólogo inquetante y visualmente impecable, donde un agente de ventas, Rendfield, viaja a Transilvania para reunirse con un aristócrata de la zona, el Conde Dracula,con quien debe cerrar la venta de una propiedad en Londres, donde el Conde piensa trasladarse en breve. Tras recibir toda clase de advertencias de los incultos lugareños, llegará al castillo casi en ruinas, en peculiares circunstancias, le recibirá un sombrío aunque hospitalario Dracula, que le convida a una cena durante la cual arreglan sus asuntos de negocios. En esta escena de la película Lugosi pronuncia algunas frases emblemáticas que le seguirían hasta la tumba "Escuchelos. Son los hijos de la noche. Que maravillosa música la suya" (ante los aullidos de los lobos en el exterior del castillo) o la todavía más célebre "Yo nunca bebo... vino".
Tras la cena, el conde se retirará dejando a Rendfield solo en sus habitaciones, pero el agente inmobiliario tiene ya marcado su trágico destino, y tras ser tentado por tres silenciosas vampiresas, queda hipnotizado, y el Conde entrará de nuevo en el cuarto para beber su sangre y convertirle en su esclavo para siempre.
Más tarde, Rendfiel, ya completamente loco, y su amo, llegan en un barco lleno de cadáveres a Inglatera, donde el primero es recluido por loco en el sanatorio Seward, y el aristócrata vampiro ocupará la finca adquirida e irá introduciéndose en la sociedad londinense al mismo tiempo que sacia su sed de sangre en los callejones más miserables.

Dracula mueve los hilos desde las sombras

Es esta parte del film la que está considerada "en exceso teatral" y no deja de ser cierto, solo hay una convrsación tras otra, en las que se nos informa de lo que sucede, pero poca acción. Sin embargo, yo encuentro maravilloso cada fotograma, y no creo que el cine tenga que ser siempre sinónimo de acción para entretener. Dracula fascina a Lucy, la cual muere, sin una gota de sangre en su cuerpo, lo que llama la atención del doctor Van Helsing, que comienza a investigar, a la vez que Mina Harker se convierte en la siguiente víctima del vampiro, y también vemos la evolución de Renfield, completamente obsesionado por beber la sangre de "pequeñas vidas" como moscas y arañas que se afana en cazar en la ventana de su cuarto en el manicomio.
Estamos ante una joya del cine clásico. Si bien hoy en día ver la película no puede causar ninguna inquietud en absoluto (incluso, a los espectadores menos rigurosos les llega a causar risa) en su día causó un impacto similar al que causaron en su momento películas como "El exorcista". Su aura clásica es fascinante. La fotografía expresionista, de Karl Freund, confiere a la película una estela mítica. Tuvo varias secuelas, la primera "La hija de Dracula" donde la condesa Zaleska, hija del noble, reclama su cadáver para darle sepultura, e intenta después seguir con su vida y con el estigma del vampirismo. También se produjo un hecho extraño, ya que en aquella epoca las peliculas no eran dobladas, por lo que, al mismo tiempo que se dirigía Dracula, se dirigio otra versión, de habla hispana, con los mismos decorados y al mismo tiempo, pero con actores hispanos. El "Dracula hispano" es toda una leyenda, en absoluto despreciable, e incluso en algunos pasajes supera a su gemelo americano...

El otro



Quizá aplicar el calificativo de "única, irrepetible" a demasiadas películas acaba por invalidar dicho adjetivo. Pero, insisto, el presente film "El otro" dirigido por Robert Mulligan, es, además de fascinante, aterradora y desasosegante, única e irrepetible. Una película que muestra la maldad infantil antes del Exorcista, antes de que ninguna película lo mostrase. Y lo hace de una manera tal que es imposible no caer rendido ante la crueldad y la maestría de las imágenes. Hoy es una película prácticamente perdida, pues no ha sido editada en ningún país, en televisión hace mucho que no la ponen y en vídeo es prácticamente inencontrable, por lo que ha devenido en desconocimiento. De ser recuperada, estoy seguro de que serían mayoría los aficionados "novatos" que la descubrirían y disfrutarían.
Se trata e una película recorrida por un hálito fantástico, un aura malsana que deja al espectador intranquilo desde el principio... yo la vi por primera vez siendo muy niño en "Mis terrores favoritos" el programa de Chicho Ibañez Serrador, y aunque no la vi entera, los fragmentos que quedaron en mi memoria eran suficientemente sugestivos para llamar mi atención. Durante años la busqué infructuosamente. Todo esto era antes de Internet, antes del Emule y de la compra por catálogo al extranjero, y las únicas formas de encontrar determinada película era buscar en videoclubs (con lo que siempre te arriesgabas a que te tocase una cinta estropeada) o esperar y rezar a que la echasen por televisión. Entonces, buscar una película podía ser una odisea que podía llevarte varios años, pero el encontrarla tenía más valor, y se disfrutaba mucho más.
Dirigida por Robert Mulligan en 1972. la película nos muestra la vida de la familia Perry, que vive en una granja, en los años treinta en Nueva Orleans. El padre de la familia ha muerto, y la madre no sale de su cuarto, sumida en un profundo trauma. El protagonista, Niles, es un muchacho imaginativo y juguetón, que recorre la granja durante el verano, sin demasiado que hacer. Su único punto de conexión con la realidad es su abuela Ada, que espolea su imaginación y le enseña a jugar "al gran juego" un juego cuyos puntos clave son, precisamente, unos grados de imaginación e inocencia que solo pueden existir en la mente de un niño. Su otro inseparable compañero es su hermano gemelo Holland. Ambos son como dos gotas de agua, salvo en un pequeño detalle: Si Niles es un muchacho tranquilo, complaciente y obediente, que adora a su abuela, Holland es la maldad personificada, un niño rebelde y huraño (salvo con su hermano) que desprecia todas las formas de autoridad adulta e insiste en vivir y jugar según sus propias reglas. La película está recorrida por una tensión increíble. Los extraños sucesos que van a ocurrir en esa granja, los trágicos accidentes, las muertes no tan accidentales... todo ello nos hará comprender que en esa granja vive alguien que dista mucho de ser un simple niño travieso, sino que es la encarnación del Mal en una envoltura infantil. No se me entienda mal, no hablo de posesión diabólica ni nada por el estilo, es más, en el film no hay nada sobrenatural, como tampoco hay sangre ni escenas violentas, se trata simplemente de coger ese antiguo dicho, que reza que los niños son crueles por naturaleza, y elevarlo a la máxima potencia. Tenemos a un personaje realmente diabólico, incapaz de sentir piedad, ni siquiera hacia su madre en el momento central del film. Las palabras "encarnación absoluta del Mal" cobran un significado especialmente espeluznante cuando se refieren a un niño de apariencia indefensa.

Niles Perry al acecho de alguna travesura

"El otro" comienza con escenas de los niños correteando por la granja, y uno auguraría una de esas producciones de la Disney "en carne y hueso" pero lo que se avecina es el horror, la tensión más extrema, la maldad más absoluta. Mulligan no intenta de ningún modo justificar a su maligno personaje, es malo porque si, por que es un niño. No está aquejado de ninguna enfermedad, ni poseído por ninguna fuerza maléfica. De ese modo, la cinta gana muchos enteros, al contrario que cuanto se presenta a un niño maligno en mantalla, pero se excusa esa maldad y se justifica en exceso. Las actos del pequeño protagonista son injustificables y crueles en extremo (en especial, el bebé flotando en un barril de vino y el niño que cae sobre una horca). El otro está narrada en clave casi de cuento de hadas, de fábula cruel y despiadada. Realmente es un filme fantástico, pero sin que en él ocurra nunca nada sobrenatural, cada fotograma está impregnado de magia, de misterio, de crueldad. Es una película que se entiende mejor si se ve de adulto, pero se disfruta más si se ve de niño, porque uno esbozará una sonrisa cómplice ante las travesuras del protagonista, y luego quedará absolutamente aterrorizado por lo que sigue, pero en ningún caso podrá apartar la vista de la pantalla. La película garantiza a cualquier niño varias noches sin dormir..
El otro, en su día fue un fracaso y pasó desapercibida. Hay que tener en cuenta que se trata de una historia psicológica de corte clásico, el mismo año en que se estrenaban películas como "La ultima casa a la izquierda" o "Estoy vivo" películas sangrientas y rompedoras, a solo dos años de "La matanza de Texas" que revolucionaría el género a fondo. No era la historia que el público, ávido de sangre en aquellos días, quería ver. Pero hoy, coagulada ya toda aquella sangre para el espectador, visionar esta pequeña joya resulta un agradable respiro, a la vez que augura un buen rato de tensión y desasosiego. Hoy en día, muchas películas más populares han bebido directamente del final de esta película, filmes tan dispares como "El sexto sentido" "El club de la lucha"... Por desgracia, debido a su fracaso ha caído en el olvido salvo para unos cuantos, y es bastante difícil dar con ella. El día en que esta película se edite en DVD, no debería venderse, debería REGALARSE. Grande en verdad, cine de el de antes, que no pretende impresionar a nadie, y precisamente gracias a esa modestia, consigue más que impresionar. Consigue asustar. ¿Cuantas películas de los últimos diez años pueden decir lo mismo?

El tren del terror



Roger Spottiswoode había sido montador del mismo Peckinpack, y acabó consoliándose como un director algo excéntrico, camaleónico. Nunca se ha afincado en ningún género concreto, ha ido picoteando en todos. Su debut nos llegó en 1981, y se llamó El tren del terror. En apariencia, es solo un slasher juvenil más a la sombra de Halloween, pero si buceamos un poco, encontramos un producto mucho más sugestivo, elaborado y maduro de lo que parece.
En una fiesta de fin de curso, llena de adolescentes salidos, somos testigos de la broma que unos chicos gastan a Kenny, encerrándolo en una habitación con un cadáver robado. En la broma participa Alanna (Jamie Lee Curtis, recién salida de Halloween II) pero como resultado de esta, el muchacho enloquece y cae por una ventana.
Cuatro años más tarde, la misma clase de chicos prepara su fiesta de despedida tras la graduación. La fiesta la organiza Doc a bordo de un viejo tren. Doc fue el principal responsable de la broma, un muchacho irresponsable, inmaduro y con un negro sentido del humor. Alana, que no le ha dirigido la palabra desde aquella fatídica noche, va a la fiesta por obligación, ya que su novio y sus amigas también acuden. Una vez el tren en marcha, aparece y desaparece por los pasillos un asesino, disfrazado con una máscara de Groucho Marx, aunque es capaz de esconderse bajo una gran gama de disfraces. Mientras este asesino acecha todo y a todos, los jóvenes beben alcohol y se divierten, asistiendo a trucos de magia de lo más variados, por cortesía de un joven mago (David Copperfield, nada menos).
Pasa el tiempo, y a diferencia de cualquier slasher al uso, los asesinatos y el gore no hacen acto de presencia. Y cuando los crímenes se suceden, no son estos los que interesan al director, sino sus posteriores consecuencias. Alana encuentra un cadáver en un baño, por lo que pide ayuda a uno de los operarios del tren. Pero al volver al baño, este está vacío y no hay sangre ni signos de lucha, etc.

El mago interpretado por Copperfield vigila a su público de forma más bien sospechosa

Se mantiene durante toda la película la incógnita de la identidad del asesino. Podría ser el humillado muchacho, Kenny (que acabó en un manicomio y asesinó a alguien, según se informa) o podría ser cualquiera. Será Alana quien, finalmente, tenrá que hacer frente al psicópata, tras resultar atacada por este (oculto tras una inquietante máscara de anciano).
Como se puede ver, El tren del terror está mucho más cerca de un producto honesto y de calidad como Halloween que de un slasher hecho en serie y sin alma, como cualquier secuela o imitación de Viernes 13. La película tiene una iluminación llena de misterio, que incluso la conecta con el giallo (rojos oscuros, verdes abruptos...)
En conclusión, estamos ante una película entretenida, que acaba ofreciendo lo que promete, que no supuso ninguna revolución para el género, pero si una muestra convincente de este, sin demasiada sangre, cargado de misterio, de sugerencia antes que de explicitud. Sin llegar a la categoría de clásico (no digamos ya obra maestra) El tren del terror es una pequeña joya ignota que merece la pena recuperar.

La mascara del demonio



La llamada escuela del terror italiana ha conocido genios como Ricardo Fredda, Mario Bava o Dario Argento, pero su calidad ha sido siempre discutible. Muchos críticos acusan a las películas de terror italianas de ser demasiado vacuas, pretenciosas, vacías, exageradas, pasadas de rosca, y mil adjetivos más. Y muchas de esas películas son realmente tal y como las definen. Pero hay una, tan solo una película, que nunca ha sido puesta en duda por nadie, una película que a todos gusta, de obligada parada para cualquier aficionado al cine fantástico que se precie: La máscara del demonio (1960) de ese artesano que es Mario Bava, un mago de la cámara, de la fotografía (pese a los habiuales zooms que salpican sus films) uno de mis directores de cine más valorados. Su prestigio fue puesto en duda siempre, pues alternó obras maestras con películas mediocres, pero el valor de esta, su ópera prima en solitario, es absolutamente incuestionable.
Hace varios sitios, en Rusia, la princesa Asa (una Barbara Steele inmensa, descubierta gracias a este film) es acusada de brujería por su propio hermano, junto con su criado Javutich. Los dos serán atados y azotados, y se les colocará sobre el rostro la "mascara del demonio" una máscara con púas en su interior que es ajustada al rostro por medio de un brutal martillazo. Antes de que dicho castigo se aplique, la bruja Asa jurará vengarse sobre los descendientes de su hermano, y ya muerta, la lluvia impide que su cadáver sea quemado.
Dos siglos después, un carruaje ocupado por el profesor Kruveian y su ayudante André pasará junto a un lúgubre bosque, donde según la leyenda, se encuentra la tumba de la bruja Asa. Pese a las negativas del cochero, los dos hombres echarán un vistazo a una cripta polvorienta, de ajadas tumbas. Un murciélago entra en escena y ataca al profesor, que consigue matarlo, pero durante la lucha, la tumba de la bruja Asa se abre y un poco de la sangre del profesor es suficiente para provocar que esta resucite.

La bruja Asa poco antes de ser ajusticiada

Ajenos a esto, el profesor y su ayudante seguirán su viaje, pero más adelante se encontrarán con una melancólica y hermosa joven que es la viva imagen de la bruja. La chica resultará ser su descendiente directa, Katia, que junto con su taciturno padre y su hermano constituyen una línea de sangre en decadencia, una familia antaño noble y poderosa desterrada por sus miedos, por las supersticiones, por la maldición. Los tres melancólicos seres sobreviven en un castillo derruido y rodeado de bosques descuidados, mirándose en silencio, sabiendo que un asunto del pasado se cierne sobre ellos, presagiando un terrible fin para todos ellos.
Mientras tanto, la bruja despierta a su antiguo criado, Javutich, y le ordena que vaya a por el profesor Kruveian, ya que Asa está débil, y su cuerpo, en estado de descomposición. Para recuperarse del todo necesita más sangre del hombre que le devolvió la vida...
Solo con echar un vistazo a esta breve sinopsis, cualquiera puede darse cuenta de que está ante un film especial, absolutamente único, revolucionador. Rodado en un blanco y negro ténebre, dedudor del expresionismo alemán, se nos cuenta una historia que reúne tantos y tan diversos elementos que es prácticamente imposible aglutinarlos todos en una crítica. La brujería (aquí se ve más bien poco de esto) el vampirismo (Asa y su criado necesitarán sangre de los vivos para completar su resurrección) la inquisición (ese primer plano de Barbara Steele atada, con el pelo revuelto y los ojos llenos de furia junto a una hoguera es impagable) el fuego como elemento purificador, las maldiciones familiares que destrozan generaciones enteras, el destino de inocentes condenados por un pecado cometido en el pasado, el Bien y el Mal juntos (el inevitable plano, los rostros de Asa y Katia juntos en el mismo marco, Asa mirando fría y calculadoramente a su descendiente, Katia, inconsciente, con el rostro pacífico e inocente). Y eso es simplemente quedarse en la superficie. La mascara del demonio es un filme rompedor, de esos que se hacen y se entienden como un paso evolutivo en un medio de expresión, ya sea cine, literatura, pintura... pese a todo, la película no está exenta de fallos, ni mucho menos: algunos fallos de raccord, continuidad, son simplemente espeluznantes, dignos de cualquier novato (se pasa del día a la noche en la misma escena, por ejemplo) si bien, dada la trayectoria posterior de su director, cabe más achacar estos fallos a un tercero que a un descuido del artesano italiano.

El contrapunto de Asa, Katia: mismo rostro, distinta persona

Mario Bava solo conseguiría igualar la maestría de su ópera prima (en solitario, antes había codirigido Calitki, el Monstruo inmortal) con esa obtra brillante joya que es "Las tres caras del miedo" que incluso en el segmento "Los Wurdalaks" llega a superar la maestría de la película que nos ocupa. Bava solo conseguiría, además de esta y la mencionada, buenas películas (Operacion Paura, La fusta e il corpo, Seis mujeres para el asesino, Shock) o divertimentos estilísticos más o menos logrados (Bahía de sangre, Terror en el espacio) y también, mediocres films en su última etapa, como Castillo de sangre o Cinco muñecas para la luna de agosto.
En 1992 se rodó un remake dirigido por el hijo de Bava, Lamberto, con el mismo título, coproducción entre Italia y España, que fue emitida por TVE1. Ni que decir tiene que no se acercaba ni por asomo a la maestría del original (Lamberto Bava siempre ha sido más chapucero que su padre).
Imprescindible si se quiere entender la evolución del cine de género a principios de los sesenta, así como el nacimiento de la escuela del terror italiano. Una obra maestra.

Plan Diabolico



Si tuviese que elegir una película de mi colección para salvarla de un incendio fatal, sería "Seconds" titulada en España Plan Diabolico. Dirigida por el maestro John Frankenheimer (El tren, el mensajero del miedo...) en 1967, contando con el actor Rock Hudson de protagonista, con unos angustiosos títulos de crédito de Saul Bass y una banda sonora sumamente inquietante de Jerry Goldsmith, asistiremos desde el principio a una maravillosa, extraña y enrarecida historia, prácticamente irrepetible.
Todo comienza cuando el director nos muestra la vida de un acomodado banquero, Arthur Hamilton. La vida para Arthur pierde sentido a pasos agigantados. Pese a ser un hombre rico y respetado, desprecia su vida laboral. Se hace viejo día a día, su única hija se ha casado con un médico y se ha ido de la ciudad, y su esposa y él hace mucho tiempo que dejaron de comprenderse y de tenerse mutua confianza. Su única vía de escape era su viejo amigo de la juventud, Charlie, la única persona que le entendía, pero murió hace relativamente poco.
Sin embargo, Arthur recibe misteriosas llamadas nocturnas de un hombre que dice ser Charlie, y que parece conocer cosas que solo Charlie podría conocer de la amistad en común que mantuvieron durante décadas. Finalmente, este hombre le pide que vaya a una dirección, que resultará ser un almacén de carnes, desde donde Arthur Hamilton partirá a la misteriosa "compañía", a un mundo lleno de secretos, casi sectario. La compañia es una siniestra empresa que ofrece cambiar por completo la vida de sus clientes. Proporcionan un cadáver de características físicas similares a las del cliente, y preparan su "muerte" y su entierro de cara al ámbito familiar, mientras que al cliente lo someten a una cirugía completa.
Allí, los burócratas de la compañía manipularán poco a poco a Arthur hasta convencerle de que sea su cliente, y le convierten en Tony Wilson, un joven pintor de éxito, sin familia, exento de responsabilidades. Tras pasar un tiempo en la compañía mientras las cicatrices de la operación se curan, es enviado a un apartamento de lujo en California, donde se integrará en la elitista sociedad que allí vive, gozará de popularidad y se enamorará de Nora...
Pero todo esto no es sino pura farsa. Todos sus vecinos son en realidad "renacidos" como él mismo, que interpretan un papel para rellenar un hueco en esa falsa y superficial sociedad que la compañía ha creado. Allí le dijeron a Arthur que por fin, podría gozar de verdadera libertad, pero ahora no tiene posibilidad de elegir, no tiene libre albedrío. La compañía ni le rehabilita, ni le inserta en la sociedad, ni le da donde elegir, sino que le dejan abandonado a su suerte en un entorno hipócrita y vacío. Ni su amistad, ni su popularidad, ni su amor con Nora (que es una empleada de la compañía cuya función era integrar a Tony en la falsa sociedad) son reales. Todo es pura patraña. Tony toma conciencia de esto y acude a ver a la que fuera su esposa, descubriendo que ella le conocía y le amaba mucho más de lo que él creía. Defraudado, Tony volverá a la compañía y allí hacen caso omiso de sus protestas y le ponen en una lista de espera, sin embargo...

El protagonista comprueba los milagros que la cirugía ha hecho con su aspecto

Plan diabolico es una película opresiva. Desde el princiio sentimos simpatía por ese hombre ya mayor, en el ocaso de su vida, que sueña con una nueva oportunidad. Si pudiera volver a empezar... suspira en varias ocasiones, pero cuando ese deseo le es concedido, comprende que hace falta algo más que un cambio de físico y de identidad para tener realmente esa segunda oportunidad que tanto anhela. La "compañía" no es más que una secta piramidal, obsesionados con la eterna juventud, con ir probando hasta dar con un modo de vida perfecto, pero no comprenden que al privar a los "renacidos" como llaman a sus clientes, de libertad, de libre albedrío, nunca conseguirán su propósito. Ellos quieren organizar todos los aspectos de la vida de sus clientes, darles, en apariencia, todo lo que cualquier persona desearía (juventud, dinero, lujo, fama...) pero realmente les rodean de extraños, les marcan una línea de conducta a seguir y todo el que se salga de esa línea es considerado un rebelde, un fracaso.

Tony disfruta de un momento de paz y romanticismo con Nora... o eso cree él

El final de esta película es absolutamente antológico, presenta al hombre, al individuo, vencido frente a la gran corporación, en una lucha que nunca podría ganar. Una película fascinante, absorbente, franca y angustiosa, en un blanco y negro oscuro, orpesivo, que mantiene a los actores esquinados y a los espectadores en vilo. Bastante olvidada hoy en día, resulta recomendable y muy reivindicable. De lo mejor de la primera etapa de Frankenheimer.

miércoles, 7 de noviembre de 2007

El príncipe de las tinieblas



"La cosa" de John Carpenter, estrenada en 1982, tuvo una tibia acogida. Era una película casi gore, muy deprimente y extraña. En su época fue un fracaso y la crítica la destrozó, tachándola de "pornográfica" por lo sangriento, pero fue un gran éxito en vídeo y mucha gente la vio solo por los efectos especiales, increíblemente convincentes y especialmente innovadores en la época. El público no reaccionó porque esperaba algo más al estilo de "ET" y Carpenter se lo dio en 1983 con "Starman" una película con Jeff Bridges como un extraterrestre benigno que llega a la Tierra y toma la forma de un granjero recientemente muerto. Su mujer, que no sabrá comoa frontar esta "resurrección" decidirá, tras el miedo inicial, ayudarle a reencontrarse con los suyos en tres días.
Aunuqe es una comedia romántica con toques de ciencia ficción bien rodada, no pasa de ser la típica película que uno ve un domingo por la tarde si no hay otra cosa, y de nuevo, la película fue un fracaso. Peor todavía caería "Christine" en 1984, pese a su calidad.
Y en 1985, Carpenter dirigiría una superproducción (25 millones de dólares) de artes marciales, llena de trampas subterráneas, magos poderosos e inmortales, sacrificios y guapas chicas prisioneras. El estilo de la película y su humor tampoco fueron muy bien recibidos y la película fue un batacazo importante, aunque hoy en día es uno de sus trabajos más valorados. Carpenter comprendió que se había "vendido" a los grandes estudios, y tras tanto fracaso decidió volver al cine de bajo presupuesto con una historia de las suyas, justita y bien narrada. Así nace "El príncipe de las tinieblas". Con apenas cinco millones de dólares de presupuesto, respaldada por un estudio pequeño e independiente, Alive Films, Carpenter reciclaría a varios actores con las que ya había trabajado (Donald Pleaseance, Peter Jason, Dennis Dun, Victor Wong) para contarnos esta historia satánica de tintes apocalípticos.

El grupo al completo antes de que empiecen las muertes

Con unos títulos de crédito de los más largos de la historia se intercalan unas escenas en las que un anciano sacerdote que había hecho voto de silencio muere mientras duerme. Las monjas entregan sus efectos personajes a otro sacerdote (Pleaseance) que encuentra, en un cofre, una llave que abre las puertas del sótano de una iglesia derruida. Al encontrar allí algo inexplicable, el sacerdote pedirá ayuda a un hombre de ciencia, el profesor Birack (Wong) que pedirá a varios alumnos suyos de distintas especialidades que se reúnan con él para pasar un fin de semana en esa igleisa e investigar los fenómenos que allí suceden. Lo que hallarán será un extraño cilindro que contiene un líquido verde en ebullición (y que solo se puede abrir por dentro) y un libro escrito en distintos idiomas, que incluye fórmulas matemáticas que todavía no se habían inventado en la época en la que el libro se escribió.
Poco a poco, descubrirán que el Diablo (así como suena) es una especie de ente de otro Universo que llegó milenios atrás, exiliado a la Tierra. No es un ser "vivo" sino un ente maléfico, y el propio Jesucristo era un extraterrestre con forma humana enviado para destruirle cuando empezó a tomar demasiado poder sobre el alma humana. Aunque no pudo sacarle de esta dimensión, si pudo "sintetizarle" y encerrarle en el cilindro que hay en el sótano de la igleisa. El cilindro es abierto y el líquido, al entrar en contacto con los estudiantes, los convierte en zombies devotos del Diablo, mientras que una pandilla de extraños vagabundos rodea la iglesia, impidiendo que nadie entre o salga. El Apocalipsis se sucederá esa misma noche, si nadie lo impide...
El mayor problema de la película es que se reúnen demasiadas ideas complejas en escaso tiempo para desarrollarlas, pero a pesar de todo queda una película intensa, oscura, de gran ritmo y excelente banda sonora (compuesta por el mismo Carpenter, como suele ser habitual). Aglutina en su metraje la excelente idea de que la Iglesia fue encargada de custodiar el cilindro, y como no podían dar explicación científica a su existencia, decidieron convencer a la gente de que el Diablo era un ser "real" que había nacido del mismo Dios. Se creó la Hermandad del silencio, los únicos que conocían la existencia de tales hechos, y el sacerdote que muere al principio del filme es su último miembro. Otra de las ideas más interesantes es que todos los protagonistas, a lo largo de esa noche eterna, al quedarse dormidos tienen sueños premonitorios, y llegan a la conclusión de que estos sueños han sido "enviados" desde el futuro, para que puedan cambiar lo que va a acontecer. También surgen los dilemas entre el hombre de fe (Pleaseance) y el hombre de ciencia (Wong) que dejarán a un lado las diferencias de sus creencias cuando comprenden la gravedad de la situación. También es interesante que durante toda la película (antes de que sepamos lo que acontece) se nos avisa de que el final está proximo: en la televisión los protagonistas ven noticias sobre extrañas estrellas avistadas en el filmamento, o sobre un extraño eclipse que pronto se sucederá, etc.
Por último, como suele ser habitual en Carpenter, el sentido de enclaustramiento es envidiable, perfecto, y el ritmo de la película es impecable. Cuando los personajes descubren lo que está pasando, unos extraños vagabundos (Alice Cooper es su jefe, en un pequeño cameo) han rodeado la iglesia y matan a todo quien intenta entrar o salir. Ellos (y los insectos) parecen ser los agentes del Diablo. pero todo se complica cuando varios personajes del interior resultan poseídos y comienzan a perseguir a los demás. Walter (Dennis Dun, componiendo a un personaje en exceso chistoso que quizás es el que más sobra) queda atrapado en la misma habitación en la que el Anticristo va a renacer, y mientras el cuerpo de cierto secundario se llena de llagas y se transforma en otra cosa, los demás, desde la habitación de al lado, tratan de romper la pared y sacarle a tiempo, creando realmente una escena angustiosa y al límite, ayudado por la excelente banda sonora (el propio Carpenter la considera su favorita de todas las que ha compuesto, y el tema principal es realmente inolvidable).

El Anticristo apunto de hacer "contacto" con su padre

En suma, esta película trata sobre el destino. Brian (el joven estudiante bajo cuyo punto de vista hemos visto la película) ha tenido varios sueños premonitorios en los cuales ve la iglesia donde todo sucede, y una sombría figura emergiendo de ella, pero no llega a ver a quien pertenece esta figura. Al final, cuando, tras perder a su interés amoroso vuelve a soñarlo todo, pero esta vez el sueño queda completado, y nos damos cuenta de que todo lo que ha sucedido ya estaba escrito, quizá estaba en los planes del mismísimo Maligno, y que el peligro, lejos de haber desaparecido, simplemente se ha retirado para tomar un respiro. Ninguno de los esfuerzos de los protagonistas ha servido de nada, ni siquiera el sacrificio de uno de ellos en un intento desesperado, todo estaba escrito de antemano. Brian despierta, alarga su mano y...
El príncipe de las tinieblas fue recibida con calurosos aplausos como una muestra fresca de talento y buen cine de serie B, pero nunca se ha incluído entre las grandes películas del maestro, quizá por esa dispersión de ideas tan poco desarrolladas en tan poco tiempo, quizá porque ciertos secundarios y sus historias roban minutos a la trama principal, quizá porque en algunas partes del film se acusa cierta falta de ritmo... sea como sea, la cinta es una rara avis, prácticamente única, reformulando el cine satánico para darle una explicación científica, que lejos de trivializar la idea del Mal, la hace mucho más aterradora. Masterpiece a reivindicar.

domingo, 4 de noviembre de 2007

La semilla del diablo



En 1968, una serie de películas cambiaron por completo el cine fantástico. Así, "2001, una odisea espacial" de Kubrick y "El planeta de los simios" revitalizaron la ciencia ficción, mientras que un producto de serie Z espectacular "La noche de los muertos vivientes" y una proucción de serie A dirigida por Roman Polanski "La semilla del diablo" cambiaron para siempre el cine de terror. La semilla del Diablo es, pues, una película fundamental para comprender la evolución ya no del género de terror, sino del mundo del cine. La película está basada en una novela Ira Levin (autor varias veces adaptado al cine, por ejemplo con la también reseñable "Los niños de Brasil"). William Castle, famoso productor que durante los años cincuenta popularizó los "gimmnicks" (trucos publicitarios que se desarrollaban en las salas de cine para crear impacto, como la aparición de esqueletos en la sala o la venta de seguros de vida a la entrada del cine para remarcar lo terrorífica que era tal o cual película) compró los derechos de la novela, y comenzó a buscar un director, si bien es sabido que fue Hitchcock quien se interesó primero por los derechos, pero se echó atrás debido al contenido sobrenatural de la obra (Hitchcock no creía en lo sobrenatural y procuraba escoger películas de misterio realistas).
Roman Polanski, que venía de hacer arrebatadoras películas en su país natal, como "Repulsión" "Cul de sac" o "El cuchillo en el agua" se interesó por la dirección. Aunque en un principio Castle y Polanski no congeniaron (Castle consideraba al director polaco demasiado joven y engreído) Polanski acabó convenciendo al productor de que él era su hombre. Decidió dar a la histora un matiz irreal, siempre dejando la posibilidad de que los sucesos sobrenaturales fuesen solo producto de la neurótica mente de su protagonista. Contó con una televisiva Mia Farrow (que tuvo que adelgazar y cortarse el pelo como un chico) Ruth Gordon, Eliza Cook, Ralph Bellamy... pero el papel más dificil de colocar fue el de Guy, que se llevó John Cassavettes después de ser rechazados Robert Redford, Tony Curtis, Jack Nicholson, Richard Chamberlain, Laurence Oliver y una larga lista de actores cotizados de la época...
La historia, de sobras conocida por el público, presenta a una joven pareja, Guy y Rosemary Woodhouse. Él es un actor brillante, pero relativamente desconocido, ya que todavía no ha encontrado un papel que le haga destacar, y ella es un ama de casa desocupada con un pasado familiar turbulento al separarse de su familia fuertemente católica para casarse con un protestante. Los dos viven en el piso de un anciano escritor amigo de Rosemary, Hutch, y buscan constantemente un piso más grande para poder tener un hijo. Finalmente hallan uno en el enorme inmueble Bramford, un gran edificio de pisos victoriano, y alquilan el apartamento de una anciana que murió hace poco en el hospital, víctima de una extraña enfermedad. Hutch, sin embargo, intenta disuadirles, al explicarles que en esa casa han sucedido todo tipo de hechos truculentos, desde asesinatos y accidentes que nunca fueron aclarados a tener huéspedes poco recomendables, como dos ancianas victorianas caníbales y un brujo, Adrian Marcato, que murió en el mismo edificio casi un siglo antesA pesar de la contrariedad de su amigo, el matrimonio se muda al edificio, que parece bastante normal, y allí Rosemary se hace amiga de Terry, una joven que ha sido acogida por un anciano matrimonio, los Castevet, los cuales la han rehabilitado de un pasado de drogas y prostitución.
Sin embargo, pocos días después Terry se suicida sin motivo tirándose desde una ventana del sexto piso, hecho que además de afectar profundamente a Rosemary, hace que ella y Guy conozccan al matrimonio de ancianos Castevet, Roman y Minnie. Él es un hombre de mundo amable y retirado, y ella una simpática cotilla. Los Castevet invitan a cenar a Guy y Rosemary, pese a la oposición de Guy, deprimido porque un actor rival le ha quitado un papel. Sin embargo, tras la cena, Guy cambia de opinión acerca de los ancianos y comienzan una amistad. Poco después, el actor rival de Guy queda misteriosamente cegado, y el joven consigue así el papel. Satisfecho, propone a Rosemary que tengan un hijo, pero la noche escogida para concebirlo, tras comer un postre que les lleva Minnie Castevet, Rosemary siente que cae en trance, y tiene varios sueños en los que es violada por una criatura inhumana. Por la mañana se despierta llena de arañazos, y Guy se excusa explicándole que por la noche, demasiado borracho, se acostó con ella estando dormida. Poco después, Rosemary descubre que está embarazada...
Así comienza un juego de equívocos, así comienza la locura de la pobre chica embarazada, que sospecha de todo y de todos. De Roman y Minnie, porque descubre que Roman es en realidad Steven Marcato, hijo del célebre brujo que vivió un siglo atrás en el mismo edificio. Sospecha además que son los culpables de la enfermedad en la que ha caído Hutch tras conocer su situación. Sospecha del veterano ginecólogo que la trata, el doctor Sapirstein, porque este es amigo de los Castevet, y en lugar de recetarle pastillas normales, le receta un brebaje inmundo que le prepara Minnie Castevet... sospecha, en fin, de su marido, de su repentino éxito en el mundo del cine, surgido a la par que su inquebrantable amistad con los vecinos. Pero también podría ser todo una cadena de coincidencias: los hechos, los nombres, los equívocos... fruto de la mente de una muchacha con un trauma psicológico tanto a raíz de la educación fuertemente religiosa de la que ahora reniega como de su embarazo.



El tema del Diablo y sus adeptos ha sido tratado por el cine casi desde su comienzo, pero nunca como en "La semilla del diablo". Aquí el diablo ni siquiera es una criatura palpable, en un sentimiento angustioso y mayestático que lo controla todo, que flota sobre el film, sugiriéndose, nunca mostrándose (salvo ese plano de sus ojos color azufre durante la violación de Rosemary) y sus adeptos no son una secta fanática de desadaptados sociales que se visten con capuchas negras y acuchillan gente, sino una encantadora y perfectamente respetable comunidad de vecinos que, solo de puertas adentro, en el silencio y la intimidad de sus hogares, llevan a cabo sus nefastas prácticas. Durante toda la película se mantiene la incógnita de si nos enfrentamos a una muchacha enloquecida, su amante esposo y sus generosos vecinos que intentan ayudarla, o si estamos asistiendo a una conjura contra la muchacha por parte de los adeptos de Satán y de un mil veces traidor esposo (John Cassavettes lo borda, consigue realmente transmitir esa dualidad entre amenaza y protección).
En la última escena del film, la dualidad desaparecerá y todas las incógnitas se resolverán, dejando para la historia un final inusual e inolvidable, en el cual Rosemary asumirá su rol y tratará de convivir en el difícil destino que le espera...
La semilla del diablo es un título fundamental. Sin ella no habría existido el Exorcista, como sus propios creadores admiten, o al menos habría sido algo muy diferente de lo que conocemos. Mia Farrow fue catapultada al estrellato, y Polanski iniciaría su carrera en Hollywood, combinando obras maestras con resultados más mediocres, y alguna joya incomprendida.

Rosemary enfrentada con la secta

Por último reseñar los avatares que rodearon a la película. Al contrario que otros supuestos hechos escabrosos en películas de terror, esto no son simples rumores, sino que es un hecho que forma parte de la historia negra de Hollywood. Durante el rodaje, la Paramount recibió varias advertencias y amenazas de sectas satánicas, molestas por el contenido de la película. Las amenazas fueron ignoradas en gran parte, pero poco después de terminarse de rodar la película, cuando aún no había sido estrenada, la tristemente célebre "familia Manson" (una secta satánica pseudo hippie liderada por el escabroso y polémico Charles Manson) asaltó la casa de Polanski, donde se hallaba su esposa embarazada de ocho meses, Sharon Tate, con varios invitados. Hubo un cuchillo y algún tipo de ritual, y al día siguiente la criada encontró a Tate y a sus invitados salvajemente asesinados. Manson y varios de sus acólicos reivindicaron los crímenes, fueron atrapados y juzgados. Manson sigue preso en la actualidad, condenado a cadena perpetua. Tales hechos dificultaron la creación de una secuela, que finalmente rodada para televisión en los años setenta y que es absolutamente desconocida.
Polanski acertó al decidir rodar su historia en el edificio Dakota (rebautizándolo como el edificio Bramford) ya que ese lugar, además de servir para inspiración a Levin en su novela, ha sido siempre lugar extraño. Suicidios, asesinatos encubiertos, incesto... a sus puertas también murió asesinado John Lennon. Al decidir rodar en un lugar real cargado de un pasado macabro, y no en un simple escenario de estudio, consiguió crear un clima realmente enrarecido, irrespirable.
Por otra parte, el autor de la novela, Levin, escribió en los noventa su visión de la secuela "El hijo de Rosemary" novela que se sucedía en el futuro, donde Rosemary se encontraba con su hijo Andy, que es un líder de masas que proclama bondad y amor en el mundo, más todo es una gigantesca tapadera para preparar el Apocalípsis... al final de la novela, Rosemary se despertaba. Tanto los hechos acaecidos allí como en la novela original, todo ha sido un simple sueño.

Las dos vidas de Audrey Rose



"Imagina que un desconocido te dice que tu hija fue su hija en otra vida. Imagina que empiezas a creerle. Imagina que es verdad". La inteligente frase publicitaria de "Las dos vidas de Audrey Rose" película dirigida en 1977 por el artesano Robert Wise ya anticipa por completo de qué va a tratar la película. Aquí no hay sangre, no hay monstruos, demonios ni ningún otro ser espeluznaznte. No hay asesinatos. Solo veremos un miedo atávico, tan viejo como el mismo hombre, el miedo a perder la propia identidad, a que otros te miren, te reconozcan... pero no seas tú. Miedo explotado en el cine desde muchas premisas, desde la posesión demoníaca de "El exorcista" a perder la identidad individual en favor del colectivo en "La invasión de los ladrones de cuerpos" y sus remakes y explotaciones. Pero pocas películas tratan un tema tan ambiguo e increíble como la reencarnación de una forma tan sobria, tan seria y con tanto gusto como lo hacen en esta película.
Tras un inquietante prólogo en el que un coche sufre un accidente y se precipita por un barranco, muriendo dentro del coche una niña, se nos pone en situación. Varios años después se nos presenta a la idílica familia Templeton, Bill, Janice y su pequeña hija Ivy, la cual sufre en los últimos meses pesadillas muy realistas que olvida por completo al despertar. Su madre se percata de que un hombre trajeado y de abundante barba (Anthony Hopkins) sigue a su hija allá donde va, al colegio, al autobús, a casa... habla de ello con el marido, y hablan con la policía, los cuales no se toman demasiadas molestias al considerar a los Templeton como padres histéricos. Finalmente, una tarde el hombre va al encuentro de los Templeton, explicándoles que es Elliot Hoover. Hace años, Elliot perdió a su esposa y a su hija Audrey Rose en un trágico accidente de coche, y desde entonces, a lo largo de los años, dos personas diferentes en dos países distintos en épocas alejadas le han dicho lo mismo: que su hija se ha reencarnado en otra niña. Le han dicho en qué ciudad vive, incluso un vidente le describió el salón de la casa de los Templeton, descripción que deja al matrimonio en shock al ser correcta. Por supuesto, la primera reacción de los padres es negarlo todo y advertir al desconocido que se mantenga alejado de ellos y de su hija. Pero una noche, durante una fuerte tormenta, en medio de una pesadilla, la pequeña Ivy se quema las manos al apoyarlas contra el cristal de la ventana de su habitación, totalmente frío (en el primer plano del film, la pequeña Audrey Rose sufre lo mismo al intentar salir del coche en llamas). Las pesadillas se vuelven más y más recurrentes, más terribles, Ivy empieza a recordar cosas, y solo parece tranquilizarse cuando el señor Hoover está junto a ella...
Como se puede ver por la sinopsis, "Las dos vidas de Audrey Rose" no es una película de terror al uso. En realidad, calificarla de película de terror, y no simplemente de thriller es muy arriesgado, pero la película atesora momentos de auténtico terror existencial donde asistimos tanto al trauma de una niña en cuyo corazón, quizás, late otra vida, otra identidad, otra conciencia; a la desesperación de un padre cuyas esperanzas y cuya búsqueda por medio mundo por fin han dado sus frutos, y por último, a esa confusión y ese miedo por parte de los padres de Ivy, primero hacia ese desconocido señor Hoover, pero después hacia su propìa hija.
Mientras que Bill es un hombre práctico, que no acabará de salir de su confusión e incredulidad, la película nos muestra el proceso de concienciación de la señora Templeton: primero solo siente miedo y hostilidad hacia el señor Hoover. Cuando las pruebas médicas indican que Ivy está perfectamente, pero la niña sigue sufriendo pesadillas que la atormentan con recuerdos de otra existencia, la señora Templeton comenzará a escuchar a Hoover. Habrá un juicio sobre el asunto Templeton, en el que se decidirá si Hoover tiene algún derecho sobre la niña, o si simplemente, está loco.
La madre se pone en contra de Hoover, quiere mantener a su familia unida: su marido está completamente perdido y su hija ni siquiera es consciente de la situación. Es ella la que encara el problema, en un principio, apoyando la tesis del fiscal: Ivy solo sufre un trastorno psicológico influienciado por el señor Hoover, y no hay pruebas de esa "posesión" como la llaman burlonamente en el juicio. La niña ni siquiera pudo quemarse las manos en la ventana, sino en el radiador de su habitación.
Sin embargo, cuando la ciencia falla y está claro que el problema de Ivy no podrá solucionarlo la medicina, cuando la señora comprende que las intenciones del señor Hoover no son más que benévolas, que él es el único que puede ayudar a su hija (Audrey Rose) para así poder poner orden en la difícil vida que aguarda a la otra hija (Ivy) la señora Templeton pondrá en conocimiento del juez lo que ya sabía desde el principio y se había callado: que su hija no pudo quemarse las manos en el radiador, pues aquella noche estaba apagado, que se quemó las manos en el cristal de la ventana sin explicación racional. Es entonces, la última parte del film, cuando entran en juego la auto hipnosis y los recursos que los psiquiatras pondrán en marcha para racionalizar el suceso y evitar tener que utilizar el término "reencarnación". El estudio psiquiatrico está viciado desde el principio, pues el doctor Libscomp no cree en la teoría del señor Hoover, sigue creyendo que Ivy sufre un simple trastorno que necesita de medidas extremas...
Un final, a la vez trágico, a la vez bonito y a la vez coherente para una película curiosa, fascinante, probablemente irrepetible. Anthony Hopkins fue nominado al Oscar al mejor actor por su interpretación del señor Hoover un hombre normal que se ve obligado a cambiar sus creencias al renacer sus esperanzas de (re)encontrar a su hija muerta.
Como curiosidad, la película está supuestamente basada en un caso real acaecido a finales de los años sesenta, pero en realidad está basada en el libro de Frank DeFellita sobre esos hechos. Dicho autor también lo es del libro sobre el caso real en el que se basaría la película "El ente" comentada más abajo...