sábado, 28 de junio de 2008

King Kong



Siempre me ha resultado particularmente fascinante este remake del "King Kong original", quizás por ser una de las primeras películas que recuerdo haber visto en mi infancia. En cualquier caso, si bien está lejos de ser una obra maestra (ni siquiera una película redonda está muy lejos de ser el bodrio que la mayoría insiste en ver en ella.
Dino de Laurentiis siempre fue un hombre experto en el arte de sacar oro debajo de las piedras, despuntar siempre con películas mínimamente destacables, y tenía un envidiable olfato para "adivinar" lo que el público podía querer ver. Fue para las superproducciones lo que Roger Corman para la serie B, salvando las distancias.
Así, en plenos años setenta, donde parecía que el cine de aventuras volvía a estar de moda, probablemente gracias a películas "de catástrofes" como "La aventura del poseidon" o "El coloso en llamas" (dirigida por John Guillermin, director del remake que nos ocupa) un remake de la obra maestra de la RKO (una de tantas) "King Kong" debió ser un plato especialmente apetitoso para el productor. Así, reunió un impresionante equipo técnico y artístico para dar forma a lo que se pretendía, iba a ser el no va más del cine de aventuras.
Fred Wilson (adecuado Charles Grodin) es el codicioso mandamás de un monopolio del petróleo, la Petrox Company, que atraviesa una escasez que la amenaza con llevarla a la quiebra. Tras sobornar a algunos políticos, consigue una información sobre una isla, nunca pisada por el hombre, rodeada por una cortina de humo que puede ser producida por las emanaciones del oro negro. Wilson fleta un barco en el más absoluto secreto y parte a la isla, en oriente. Al barco llegará Jack Prescott (irreconocible Jeff Bridges) un polizón ex universitario, bohemio y ecologista, que tiene ciertas informaciones sobre la isla. La banda sonora de John Barry (uno de los puntos fuertes del filme) adquiere tintes de épico misterio cuando Prescott relata a la tripulación lo que ha averiguado de esa isla, y lo que podría esperarles allí. Poco después, el barco rescata a una muchacha en un bote salvavidas, que ha sobrevivido a un naufragio. La joven aspirante a actriz, Dwan (Jessica Lange, gran descubrimiento de la película) que se unirá a la tripulación.

Prescott explica a Wilson y a su tripulación lo que se van a encontrar

A su llegada a la isla, encontrarán una enorme y antiquísima muralla, construida por los habitantes de la jungla, un grupo de nativos alejados de la civilización que hacen sacrificios a un dios supuestamente imaginario "Kong". El sacerdote, al ver a Dwan, exige que les sea cedida como relago para su Dios, a lo que por supuesto, se niegan. De vuelta en el barco, Dwan es secuestrada por los nativos, y la banda sonora alcanza sus cotas más altas al compás de los pasos del gorila gigantesco que se acerca a la chica, atada en el muro...
El principal problema del filme es a nivel técnico, y culpa de las prisas. Tiempo atrás, RKO, poseedora de los derechos, los había prometido a Universal, que deseaba hacer un remake (llegó a sonar el nombre de Barbara Streissand). Pero la RKo cedió los derechos a De Laurentiis, lo que propició litigios que se extendieron durante todo el rodaje y más allá. Aquella "pelea de colosos" propició que Dino y Guillermin tuvieran que apresurar el rodaje, por miedo a que el filme que la Universal amenazaba con rodar llegase a las pantallas antes que el suyo. El modelo gigante de King Kong, construido por el especialista italiano Carlo Rambaldi, costó una suma de dinero excesiva, dada su raquítica movilidad y su escasa utilización durante el film (solo dos escenas, aquella en que Kong aparece atado y enjaulado con bastante mal gusto, durante el espectáculo, y cuando aparece muerto en la plaza del World Trace Center). El resto del metraje, se trataba del también especialista en maquillajes Rick Baker, que confeccionó el disfraz de mono y la máscara tras asistir a diversos zoos para "inspirarse", y fue rodeado de maquetas. El resultado no es todo lo negativo que algunos afirman, aunque es cierto que los efectos especiales "cantan" que da gusto hoy en dia.

Los protagonistas se internan en Isla Calavera

Una vez el gorila gigante es aprisionado por Wilson y los suyos, y trasladado a Nueva York, termina la parte del filme que era de aventuras, una parte que era visualmente hermosa y la banda sonora sonaba como no volverá a sonar. Es la parte de la película donde residen la magia, el misterio, la aventura. La siguiente parte de la película, la que transcurre en Nueva York, es mucho más discursiva y no deja de ser interesante: Kong ha dejado de ser el Dios de los nativos, enjaulado, es mostrado ante miles de personas extasiadas, en medio de una exhibición que rezuma humillación para el antaño adorado Kong. Prescott se desentenderá del asunto, acusando a Wilson de haber hecho prisionero a un animal único, e incluso dona el dinero que recibió a una sociedad que pretende devolver al gorila gigante a su hábitat natural. El joven Prescott tratará de llevarse consigo a la joven (que es igualmente exhibida, atada, en una burda reproducción del momento de su captura) y vagarán por las calles de Nueva York, perseguidos por el gorila, que quiere a Dwan. Esta parte es claramente deudora del cine catastrofista, con gente corriendo, sufriendo o aprovechando la coyuntura para saquear comercios, como si reinase el caos más absoluto.
Al final, la bestia escalará el World Trade Center, que le recuerda a las grandes rocas donde le fue entregada Dwan, y allí será acribillado por modernos helicópteros, pese a que Prescott ha hecho un trato con las autoridades de la ciudad para que el gorila no sea dañado; una escena brutal y sangrienta donde el mono cae entre las dos torres, y una multitud se lanza contra él, como si de carroñeros se tratase (escena además real, rodada con espectadores voluntarios que despedazaban a Kong entre toma y toma, en un intento de llevarse "un recuerdo").
Quizás lo que más desilusiona sea ver desaparecidas aquellas peleas con dinosaurios, aquí, suplidas por una lucha bastante sosa con una serpiente gigantesca que parece de peluche...
Nadie pretende ver aquí una obra maestra. Los aspectos ridículos de su trama y sus anticuados efectos especiales lo impiden, pero el filme cuenta con un guión interesante (de Lorenzo Semple Jr, creador de la serie "Batman") unos actores soberbios, una banda sonora espectacular, épica, que debería pasar a los anales de la música cinematográfica, y una espléndida fotografía.
El filme gozaría (es un decir) de una secuela diez años después, de nuevo con De Laurentiis como productor y John Guillermin como director, con una novata Linda Hamilton supliendo a Jessica Lange. Con un comienzo prometedor, se convierte en pocos minutos en uno de los peores filmes jamás rodados, que más parece una vergonzante y vulgar explotation italiana, que una película nacida de la unión de los artífices del remake original...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

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