lunes, 5 de mayo de 2008

La casa de los 1000 cadaveres



Rob Zombie me es desconocido como músico, pues su trabajo abarca géneros musicales que, la verdad, nunca me han interesado demasiado. Por ello, hablaré de su ópera prima como cineasta sin influencias, sin la parcialidad que algunos admiradores suyos pudieran tener.
La casa de los 1000 cadáveres es un intento loable de reproducir el cine que Zombie (y muchos de nosotros) admira: el horror rual de los años setenta, los mad doctors, los psycho killers... todo metido en una batidora y servido de manera algo indigesta. Porque "La casa de los 1000 cadáveres" se queda en eso, en intento nada más, de proporcionar al espectador nostálgico una cinta con la que pueda conectar y disfrutar, pero sin conseguirlo.
Para empezar, tenemos un prólogo que ya nos muestra lo que vamos a ver: desquiciamiento en estado puro, mal gusto desde prinicpio a fin, estética sucia, personajes incultos y desagradables (en el mejor de los casos) sangre y palabrotas. Se nos presenta a un personaje enloquecido, el Capitan Spaulding (Sid Haig) que vestido como una especie de enfermizo Tío Sam, regenta una gasolinera (en la mejor tradición de horror rural) que incluye un museo de cosas raras "para freaks y descerebrados". Allí llegan cuatro jóvenes en una furgoneta, que están haciendo una ruta por las carreteras americanas, en busca de cosas inusuales y raras, cuanto más mejor, para escribir un libro sobre folklore oculto americano. Allí, asistirán al Museo del Capitán Spaulding, que les habla sobre el doctor Satán, una "celebridad" local, un mad doctor que utilizaba a las personas para sus experimentos, y que fue ahorcado, pero su cadáver desapareció. Los chicos insisten en ir a ver el árbol donde el Doctor fue ahorcado, pese a que Spaulding les recomienda que no lo hagan. Finalmente, les hace un mapa, y los chicos comienza el viaje...
Por el camino paran a recoger a una joven autoestopista a la que parece faltarle un tornillo, y que les pide que la lleven a su casa. Allí, serán invitados a cenar con sus habitantes, la familia Firefly, comandada por la madre (Karen Black, ni más ni menos) y cuyos miembros más carismáticos (por decir algo) además de la joven y hermosa (pero podrida por dentro) Baby (Sheri Moon) el desquiadísimo Otis (Bill Moseley, ya presente en la secuela de "La matanza de Texas"). La pesadilla para los cuatro jóvenes no ha hecho sino comenzar...
En resumen, una película que pretende ser un paquete precioso y conciso que reúna todo aquello que hacía que los fanáticos del cine fantástico fuéramos al videoclub hace veinte años, pero en realidad, el paquete es bastante vacío, y la película es un simple remake encubierto de "La matanza de Texas" pero con más: es decir, más asesinos, (mucha) más sangre, más aberraciones, un mal gusto que realmente, no tenía el filme de Hopper (cualquier miembro de la familia de Leatherface podía asustar sin necesidad de recurrir a gritar y decir palabrotas). A nivel visual, la película no se decide entre la estética sucia de los slasher más charcuteros y casposos y los viejos colores que lucían los tebeos marca EC, especialmente Tales From The Crypt.
A la postre, resulta mucho más interesante a todos los niveles la secuela "Los renegados del diablo" aunque se toma algunas licencias respecto a la primera parte, es una road movie desaforada, violenta y polvorienta, más creíble y disfrutable, intentando ( y esta vez si, consiguiendo) homenajear otro tipo de cine (las películas de venganzas perpetradas por la Cannon y los western y/o road movies. Gracias a "Los renegados del Diablo" Zombie parecía ser un autor interesante a tener en cuenta, pero tras "Halloween, el origen" ha resultado ser un simple reciclador, en la onda de Tarantino, pero con otras apetencias e influencias, y sobre todo, muy inferior.

No hay comentarios: