domingo, 13 de abril de 2008
Robocop
Paul Verhoven es un director genial. Utiliza todos los medios a su alcance para hacer, en sus películas, brutales críticas a la sociedad norteamericana. Pero, como dichas películas gozan de popularidad y de buenas cifras de ingresos, nadie parece concederle a importancia al cínico examen de las costumbres americanas, y el hombre sigue a lo suyo. Robocop es una muestra perfecta de ello: gozó de éxito de taquilla y de crítica, tuvo varias secuelas y series (una "en carne y hueso" y otra de dibujos) y se convirtió en uno de los iconos más importantes hacia finales de los años ochenta. Producida por la Orion (que tambien produjo Terminator) con un presupuesto ajustado, Verhoven quiso crear una historia en la que "el alma humana consiga sobrevivir a la muerte y no se supedita a un programa informatico". De hecho, son muchos los que han hecho comparaciones religiosas... pero vamos con el argumento.
Detroit, en algún momento indeterminado del futuro. La ciudad del autmóvil es un nido de corrupción, violencia incontrolable, drogas, prostitución, atracos, violaciones y asesinatos. La policía ya no es un servicio público, sino que forma parte de una compañía privada, la todopoderosa OCP, que ahoga cualquier eficacia del cuerpo policial con una absurda y aplastante burocracia.
El agente Murphy (acertado Peter Weller) es trasladado a la comisaría de Detroit, donde sale a patrullar con su nueva compañera, Lewis (Nancy Allen). En el primer día, persiguen a una panda de sádicos que acaban de robar un banco y se refugian en un viejo almacén abandonado. Allí, los agentes se separan, y Murphy es acorralado por la banda, liderada por Clarence Bodicker (Kurtwood Smith) conocido jefe del crimen que disfruta especialmente matando policías. Al momento, tiene lugar la primera y brutal escena con la que Verhoven nos demuestra que esto va en serio: los pandilleros rodean a Murphy y prácticamente lo despedazan a tiros, y luego se marchan. Lewis le encuentra, moribundo, y aunque sorprendentemente consigue llegar al hospital, los médicos no pueden hacer nada por salvar su vida.
Mientras tanto, un ambicioso joven ejecutivo de la OCP, Robert Morton (un estupendo Miguel Ferrer) aprovecha el fracaso de un proyecto de robot policia, el ED 209, que dirigía el videpresidente de la compañía, el astuto Dick Jones (Ronny Cox). Morton consigue que su proyecto Robocop vea la luz, sustituyendo al ED 209, y para ello utilizan el cuerpo del agente fallecido Murphy, le borran la memoria y reestablecen sus funciones vitales, metiéndole dentro de un traje de titanio y kevlar virtualmente indestructible, con una programación clara: defender la ley, a toda costa. El proyecto funciona, y en pocos días, Robocop limpia las calles de maleantes con eficacia, pero cuando su antigua compañera le reconoce, el alma humana que todavía late dentro del metal comienza a recordar que una vez fue un hombre... poco a poco, toma conciencia de si mismo, y termina por ignorar su programación cibernética y lanzarse a una venganza contra los hombres que le "mataron". Pero eso va a ser más difícil de lo que piensa, puesto que el verdadero jefe de dicha banda es uno de los altos cargos de la OCP...
Desde el principio, asistimos a un futuro negro, sucio y lleno de corrupción, violencia y burocracia. Las compañías privadas se han hecho con todo, cárceles, hospitales, policía, lo dominan absolutamente todo, y solo se molestan en mirar por sus beneficios. Controlan, además, los medios de comunicación (impagables los noticiarios y la publicidad que aparece en estos) y su única meta, el motivo de que se construya Robocop, es limpiar las calles para construir una Nueva Detroit, una ciudad de lujo. Los criminales y los crímenes desaparecerán, pero también los pobres, y todos aquellos que no tengan un cierto nivel de vida.
Robocop, por su parte, es un ser cibernetico con una programación, sin recuerdos de su vida anterior, pero que los recupera, gracias a su compañera y a su encuentro con uno de sus asesinos. Es emotiva la escena en que visita su casa, ya abandonada, y va "reproduciendo" fragmentos de su memoria, de su vida familiar.
Robocop es un ser legendario desde el momento de su creación. Tenía que ser, según Verhiven, "potente, elegante, electrónico y real" contradictorios adjetivos que se cumplen. Adorado por los medios de comunicación, que dan amplias noticias de sus actos contra la delincuencia (como no, siendo los medios de comunicacion una herramienta de la OCP) también es un ser torturado, un hombre lobotomizado y convertido en robot que consigue sobrevivir a una muerte brutal (Verhoven quería que la muerte a tiros fuese realmente horrible, para así experimentar mayor grandeza en su resurrección) y se da cuenta de que ha perdido su identidad, su antigua vida. Su esposa y su hijo se han ido para siempre. Así que se enfrenta a lo único que puede enfrentarse, a sus asesinos. Busca cumplida venganza (no exenta de violencia y gore). De hecho, la película es bastante exagerada: ya la muerte de Murphy es muy sangrienta, pero posteriormente, la muerte del ejecutivo a manos del ED 209, la de los malos (el que recibe un baño de ácido y es posteriormente destrozado por una furgoneta es impresionante). Una vez muertos sus asesinos, Robocop (tal vez) pueda volver a ser Murphy de nuevo.
La película cuenta con dos secuelas, la primera, Robocop 2, es un comic de accion hiper violento, guionizada por Frank Miller, con mucha mala leche y humor negro, en absoluto despreciable. Robocop 3, por el contrario, además de hundir la prometedora carrera de su director, Fred Dekker, y de no contar ya con Peter Weller tras el traje, tiene una trama estúpida que intenta ser más comercial, convirtiendo en Robocop en "salvador de los pobres" y dandole una nueva aliada, una niña repelente experta en ordenadores que todo espectador desearía poder asesinar.
La película de Verhoven, sin duda, un clásico de la ciencia ficción. Inolvidable.
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