domingo, 13 de abril de 2008

Vampiros



Tras una etapa algo inestable en los noventa, John Carpenter dirigió la que, para muchos, es su última obra maestra, pues la posterior "Fantasmas de Marte" es estimable, pero demasiado dispersa y en ocasiones, excesiva para poder ser calificada de "obra maestra". Carpenter siempre ha admitido su mayor pasión por el género western, y es más, casi todas sus películas son western disfrazados, desde "Asalto a la comsiaría del distrito 13", un tiroteo eterno a lo largo de una noche de pesadilla entre un pequeño grupo de policías en una comisaría ya clausurada y una horda de pandilleros a los que nunca vemos con claridad, pero que superan en número y armas a los policías, hasta la misma "Vampiros" pasando por el díptico de Serpiente Plissken y la gran "Están vivos".
Vampiros se ambienta en la frontera de EEUU con Mejico, por lo tanto, estamos ante un filme fronterizo, que nos muestra largas carreteras desoladas y paisajes agrestes y rojizos, donde nada bueno puede suceder ni sucede...
Todo comienza con un grupo, liderado por el durísimo y poco dado a finuras Jack Crow (un James Woods en su salsa). El grupo asaltará una casa abandonada en la frontera de Méjico, una vieja granja decrépita... pero no vacía. En realidad, es un nido de vampiros, y Crow y su equipo trabajan a sueldo para la Iglesia, exterminando a estos seres por dinero. No tienen ninguna consideración moral, son tan sucios y violentos como los seres a los que destruyen.
Lejos de los vampiros "made in Sensacion de vivir" propiciados por películas como "Entrevista con el vampiro" (seres torturados, existencialistas y hasta humanitarios) aquí los vampiros vuelven a ser feroces criaturas de la noche, matan, desgarran con uñas y dientes, solo se preocupan por sobrevivir y alimentarse. Crow y los suyos tienen su método para destruir a estos seres: los arrinconan, les disparan gran cantidad de balas (las balas les hacen daño, pero no les matan) les clavan varias estacas, y finalmente les disparan con una ballesta atada a un cable que les saca a la luz del día, donde arden en medio de grandes combustiones. Es decir, los matan a distancia, casi sin mancharse las manos.
Tras el último trabajo, el equipo Crow se refugia en un motel, dispuestos a celebrar por todo lo alto el trabajo, con alcohol y prostitutas en abundancia, pero Jack sigue preocupado porque en el nido no hallaron al líder del grupo (los líderes vampiro son mucho más desarrollados y poderosos que los vampiros normales). Y Jack no se preocupa, porque el líder, un oscuro y demacrado ser, ha sobrevivido, ocultándose lejos de la casa, y de noche va a por el equipo Crow. Sin la luz del sol, no tienen la más mínima posibilidad de acabar con un líder vampiro. El equipo y las chicas son masacrados casi al completo, solo Jack y su compañero, Montoya (Daniel Baldwin) logran huir del motel y conducir a contrareloj hasta que amanece, acompañados de una prostituta a la que el vampiro ha mordido, katrina (Sheryl Crow, la angelical Laura Palmer de "Twin Peaks".

Hambre de vampiro

Tras separarse, Jack acude durante el día al motel, para decapitar a todos sus compañeros muertos, pues podrían resucitar, y luego se reúne con el hombre que les paga el sueldo, un cardenal (Maximilian Schell) que le informa de que han sucedido cosas similares a otros equipos de cazavampiros en Europa, y que el que les atacó es un vampiro de casi mil años, Valek. Crow se va (con la sensación de que no se lo han contado todo) acompañado por un joven e inexperto sacerdote, Adam. Se reúne con Montoya, con la esperanza de que la chica les lleve hasta Valek, pues los mordidos por un vampiro, antes de convertirse, a menudo ven lo que su creador ve. Lo que Jack no sabe todavía es que Valek es mucho más peligroso que cualquier otro vampiro, y que busca una cruz que permitiría a los vampiros andar a la luz del día...
Estamos ante un producto 100% Carpenter, duro, sin florituras de ningún tipo, directo, cuenta lo que quiere contar, y lo critica todo (en este caso, la Iglesia, directamente responsable de la existencia de los vampiros, y dispuesta a todo por tapar su error). Nadie se salva. Hay algún desbarajuste gore, el justo y necesario, pero sobre todo, pervive esa sensación de que contemplamos un viejo western amoral. Ni Jack Crow, a todas luces un asesino a sueldo, aunque sus víctimas sean vampiros, amoral, capaz de maltratar a una mujer herida, a un cura, a cualquiera, malhablado y rebelde, asesinó a su propio padre cuando este se convirtió en vampiro, ni Valek, un antiguo sacerdote que sufrió un injustificado exorcismo por parte de la Inquisición, que le convirtió en vampiro, son distintos. Son dos caras de la misma moneda, y sus métodos no se diferencian demasiado, solo les separan sus intereses opuestos. De hecho, es Crow quien comienza las hostilidades, liquidando a los "hijos" de Valek, y su venganza contra los cazadores es prácticamente legítima. Estamos ante una historia de doble venganza, de hombres (y monstruos) que hacen su propia ley al margen del mundo exterior, que no se detienen hasta conseguir lo que quieren.
Lo único que sobra es la historia de amor, entre Montoya y Katrina, por superficial y tópica, pero afortunadamente roba muy pocas escenas y proporciona, o da paso a otras, bastante afortunadas. Incluyendo el final (que no habría sido posible sin la mencionada historia romántica) un final puro western, donde la amistad acaba triunfando y siendo el único sentimiento que se salva de la amoralidad de los personajes. Final que no desvelaré, pero que es realmente recomendable visionar.
Quien espere ver en "Vampiros" una historia de buenos y malos, saldrá perdiendo. En esta película, no hay bien ni mal, solo unos cuantos hombres (vampiros o no) que se exterminan entre ellos por pura venganza. Quien quiera ver una historia amoral, rápida, violenta, pero no exenta de cierto mensaje, tiene en esta, la última obra maestra de Carpenter (al menos, hasta el momento), esta es su película.

1 comentario:

Anónimo dijo...

es la mejor pelicula de vampiros que vi