viernes, 28 de septiembre de 2007
Hellraiser
Clive Barker es un artista. Escritor sin par, pintor, director de teatro, músico, director de cine... todo en uno. Sus obsesiones recurrentes son las mismas en todas las artes. Pero siempre había destacado especialmente en literatura, con sus imprescindibles "Libros de sangre" (o Libros sangrientos, según la edición española que se posea) y un par de relatos de esta recopilación habían sido llevados al cine por George Pavolou "Mundo subterraneo" película que desconozco (y no conozco personalmente a nadie que la haya visto, por lo que se solo tuvo una edicion en video en nuestro pais y hoy en dia es un "incunable") y Rawhead Rex, más accesible (vista en television y en video) una produccion de serie B no del todo mediocre/no del todo salvable, bien ambientada, pero con unos efectos especiales tan pobres y unos actores tan inadecuados, que acaba desinflando sus interesantes propuestas.
Visto como estaba el percal, insatisfecho con ambas películas, Barker decidió controlar él mismo la siguiente adaptación de un relato suyo que se hiciera, algo bastante intrepido teniendo en cuenta que no tenía ninguna experiencia en ese campo. Finalmente decidió adaptar una novela corta suya "The hellbound heart" de producción británica, no americana (ato importante) e ínfimo presupuesto. Los FX corrieron a cargo de Bob Keen y su equipo, y resultan más o menos convincentes en cuanto a mutilaciones y gores varios, pero verdaderamente chapuceros cuando se trata de mostrar efectos de luz. La película cuenta con actores absolutamente desconocidos, salvo Andrew Robison (Larry Cotton) que había hecho algún papel importante, como el impactante villano de "Harry el sucio". Los demás eran actores de teatro británicos, amigos de Barker.
Todo comenzará cuando Frank Cotton, un tipo pervertido, sin escrúpulos, y siempre en busca de nuevas sensaciones, compre una ezxtraña caja en un bazar oriental, que se supone abre las puertas a una dimensión que permite alcanzar al viajero nuevos niveles de sensaciones. La caja es un puzzle, y ya en Londres, en la vieja casa familiar, Frank resolverá su enigma, con funestas consecuencias: unas criaturas mutiladas más allá de toda descripción lo someten a una tortura inenarrable antes de despedazarle.
Algún tiempo después, el hermano de Frank, Larry, llegará a la casa, para instalarse allí con su fría esposa, Julia, que fue la amante de Frank poco antes de su boda con Larry. A la casa llegará después la hija de Larry, Kirsty (fruto de un matrimonio anterior). Durante la mudanza, Larry se hace una profunda herida en la mano, y su sangre gotea abundantemente sobre el suelo del cuarto donde Frank llevó a cabo el ritual, y donde los extraños seres dejaron enterrados sus (escasos) restos mortales. Poco después, Frank resurgirá, eso si, convertido en un esqueleto de consistencia gelatinosa. Pedirá ayuda a Julia para volver a ser humano... para lo que necesita la sangre de otros hombres. Julia, aunque asqueada, sigue demasiado fascinada por él para poder negarse, y no tardará en caer en una repugnante espiral de asesinatos para restaurar a su amante, que va recuperando su cuerpo físico poco a poco. Cuando ya solo falta una piel que cubra sus renacidos tejidos, Kirsty les descubrirá, y tras una pelea con Frank, huirá, con la caja puzzle en su poder, y acabará en el hospital, fruto de un profundo shock.
Allí, sin nada que hacer salvo cavilar acerca de las horribles cosas que ha visto, acabará jugando con la caja puzzle, y resolviendo su enigma, abriendo las puertas a los cenobitas, que se definen como "ángeles para unos, demonios para otros", exploradores de la difusa región sensorial, en algún punto entre el placer y el dolor, que a lo largo de los años han ofrecido sus experiencias a un puñado de hombres aburridos, como Frank, de los triviales placeres tridimensionales. Los cenobitas informan a Kirsty de que, según su ley, como ha abierto la caja debe acompañarles para probar sus sensaciones. Kirsty, naturalmente, se niega, y acaba haciendo un trato con ellos: les entregará a Frank, y a cambio la dejarán en paz.
Pero cuando Kirsty vuelva a la casa, la situación ha cambiado: Frank y Julia han matado a Larry, y Frank se ha robado su piel, disfrazándose con ella, por lo que engaña a Kirsty en un principio. Sin embargo, cuando Kirsty le descubre, comienza una persecución por toda la casa, durante la cual, Frank mata a Julia sin demasiados remordimientos. Más tarde, los cenobitas harán su aparición para devolver al fugado a su "celda" y poner así las cosas en orden, pero a pesar de ello, intentarán capturar a Kirsty, la cual usará la caja para devolverlos a su mundo.
La historia tiene algunos puntos muy sugestivos, pese a que los cambios realizados con respecto a la novela la perjudican, ya que solo sirven para decorar el producto algo más comercialmente. Para tal fin, Barker se saca de la chistera a un personaje innecesario, Steve, el interés amoroso de la protagonista, que no aporta absolutamente nada a la trama.
La idea más atractiva (muy propia de Barker, recurre a ella en multiples ocasiones) es que somos nosotros, los humanos, y nuestras bajas pasiones, los causantes de todo el mal y el sufrimiento. Los cenobitas no son en absoluto los "malos" de la historia, son agentes, embajadores de otra dimensión, comerciantes de sus sensaciones. Solo pueden acudir cuando la caja es resuelta, y entonces hacen su trabajo. Suya es la tarea de devolver a Frank a su encierro, o sea, de poner las cosas en orden. Los verdaderos villanos de la historia son sin duda esa pareja, Frank y Julia, quienes, movidos por sus propios intereses (Frank, una falta de escrúpulos morales que asustan y un egocentrismo galopante, Julia, la atracción que siente por él y el aborrecimiento hacia su marido y su vida rutinaria) generan el sufrimiento y convierten en un infierno la vida de los inocentes que les rodean (Larry y Kirsty, los unicos personajes positivos de la pelicula). Es debido a esa lógica que el final, truncado para ser mas comercial, da al traste con la idea de los cenobitas. Cuando han cumplido su mision, deciden romper su pacto y llevarse consigo a Kirsty, simplemente para proporcionar unas escenas finales en las que se refuerce la idea de que ella es la heroína de la película. Todo habría quedado mucho más inquetante (y logico) si estos seres, una vez cumplida su tarea, hubiesen desaparecido sin dejar rastro (como si sucede en la novela).
Aun con esos dos fallos mencionados (el personaje que sobra y el final malogrado) las inquetantes ideas e imágenes que desfilan por el film lo convierten en una pequeña obra maestra del género. Ninguna de las secuelas tendría ni un ápice de su originalidad, siendo Hellraiser II: Hellbound, la única que se deja ver a ratos, por que recoge a todos los personajes de la primera parte y propone algunas ideas y atmosferas interesantes, que acaban por hacer agua. La tercera parte presenta a los cenobitas en una discoteca, masacrando inocentes sin motivo, y a un Pinhead convertido en un bufón más. La cuarta parte tiene un flashback muy interesante que presenta la creación de la caja, pero acaba con los cenobitas en una nave espacial, en el futuro, con lo que resulta todavía peor que la tercera. La quinta (la mas odiada por Barker) y la sexta están al mismo nivel: cogen una intriga cualquiera, y le añaden alguna aparición de los cenobitas. Nada que aportar. La septima y la octava todavía no han sido estrenadas en España.
Creepshow
En los años ochenta, época de libertad total, tras la expansión de la creatividad en casi todos los campos producida desde finales de los años sesenta y sobre todo, en los setenta. Los ochenta, irónicamente, acabaron siendo la tumba de esta misma libertad creativa. El cine gore, los libros en los que todo era trivializado y tópico, los comics, cuanto mas salvajes, repulsivos y gráficos eran en su forma, más inofensivos eran en su fondo... hasta que, finalmente, ya no pareció quedar nada por contar, y hoy hemos vuelto a la época de lo políticamente correcto en casi todas las artes, y los que más presumen de escandalizar acaban siendo lo mas comerciales.
Pero en los ochenta, todavía era posible, todavía se intentaba, y la mayoría de las veces, se conseguía. En los años cincuenta proliferaron una serie de comics de terror de la editorial EC, tres cabeceras tituladas "Tales from the crypt", "Vault of horror" y Witch Cauldron". Con socarronería, atrevimiento y dosis de humor negro que todavía hoy dejan alucinado a más de uno, la sociedad se echó encima de aquellos comics. Un libro titulado "La seducción del inocente" escrito por un psicologo infantil, explicaba lo malos que eran los comics de ese tipo para el desarrollo de niños y adolescentes (que eran, por supuesto, los mayores compradores de este tipo de productos). Asociaciones de padres mas parecidos en su forma de actuar al Ku Kux Klan que a lo que hoy conocemos como APA presionaron y presionaron, hasta que se hizo instalar un rígido código de censura en los comics (Comic code) que prohibia mostrar tumbas, jeringuillas, muertos, actos sexuales ni siquiera insinuados, sangre... ademas, era obligatorio que todas las historias terminaran con cualquier accion delictiva o maligna castigada. La EC tuvo que abandonar sus famosas cabeceras de comics e intentar mantenerse a flote con colecciones policiacas y de ciencia ficción, pero siempre serán recordados por aquellos entrañables tebeos, que conocieron, en los años setenta, dos o tres películas que adaptaban algunos relatos (siendo Condenados de ultratumba la más inolvidable y recomendable).
Pues bien, en los años ochenta, George Romero y Stephen King, ambos amantes declarados de los viejos "Tales from the crypt" se les ocurrió hacer una película que homenajeara, sin adaptar explicitamente, esos viejos tebeos olvidados. King guionizó algunas historias cortas, y añadió una o dos que ya estaban escritas en sus libros recopilatorios de relatos cortos, y George Romero (un director mucho más interesante, y con un universo propio bastante más personal de lo que se suele reconocer) dirigió sin problemas la cinta en 1982, financiada por la Warner Bros.
Un autoritario padre de familia (Tom Atkins) prohibe a su hijo pequeño leer Creepshow, un comic de terror que el padre considera "Basura". El comic va a la papelera, y la cámara se adentra entre sus viñetas para narrarnos algunas de sus historias cortas.
Todo comienza con la atmosférica "El dia del padre". Una reunión familiar en un viejo caserón para celebrar dicho día, levantará habladurías por parte de los miembros más jovenes, acerca de la vieja tía Bedelia, de la que se dijo, asesinó a su padre. Esa noche, el putrefacto padre se levantará de su tumba para exigir a su hija que le haga "un pastel para el dia del padre" pastel que acabará coronado con la cabeza de cierto familiar como guinda... de vivos colores, con mucha mala leche y muertos que salen de sus tumbas. La segunda historia me parece la peor de todas, quizá por la inclusión de Stephen King como protagonista. "El solitario final de Jordy Verril" nos muestra a un paleto, Jordy Verril (King) que ve como un meteorito cae en su finca. Deseoso de venderlo en el instituto del pueblo, intenta cogerlo, pero le salen unas ampollas de los dedos. Poco a poco, todo su cuerpo se cubrirá de musgo verde... visualmente correcto, con un buen guión, su principal lastre es el propio King, que hace la historia inaguantable.
La cosa mejora con "La marea" mi preferido, en el que un tenista profesional, Harry (Ted Danson) se ha enamorado de la esposa de un magnate de la televisión, y pretende casarse con esta. Pero el marido, Richard (un Leslie Nielsen sorprendente, en una actuación distante de las tipicas comedias suyas, un papel bien llevado que le permite lucirse en su cabrona interpretación) un tipo egocéntrico y celoso, planea una fabulosa venganza, enterrando a los dos amantes en la orilla de su playa privada hasta el cuello, para que, cuando la marea suba, se ahoguen. Por supuesto, no todo saldrá como el escrupuloso y malvado millonario lo había planeado...
La cosa todavía alcanza cotas mas altas en el mas famoso de los capitulos, "La caja" donde veremos una especie de diablo asesino escondido en una caja proveniente de una expedición al Ártico a finales del siglo XIX. La caja es hallada en los sotanos de una Universidad, y el diablo devora a varias personas que se le acercan. Finalmente, un profesor lo descubre, y en estado de shock, acude a contárselo a un amigo (Hal Holbrook) que decide destruir la caja, pero después de usar al monstruo para deshacerse de su insoportable esposa Wilma (Adrienne Barbeau).
Por ultimo, otro de los mas recordados sketches, "La invasion de las cucarachas" donde un empresario desalmado y con fobia a bichos y gérmenes sufrirá en su pulcro apartamento una invasión de cucarachas a las que no puede matar, y que pronto le incomunicarán y le... no apto para personas con fobia a escenas masivas de bichos repulsivos, pero muy recomendable para los demás, aunque no respondo si, después de verla, sentís algún picorcillo que otro...
El comic se cierra, y asistimos a un final sorpresa tan gamberro como los que cerraban los irrepetibles magacines de EC Comics.
En resumen, una grata película, homenaje y a la vez actualización ded los nombrados y célebres comics, que está contada como uno de ellos (estilo de chillones colores, cuando una historia acaba se pasa a la siguiente por medio de viñetas, etc) y que hoy en día es tan disfrutable o más como entonces. La película salio en version comic (incluso en España, y tengo una copia que guardo en la cripta... digo, en la caja fuerte. También ha conocido dos secuelas, la inferior, aunque nada despreciable "Creepshow 2" donde asistíamos a tres historias, tambien guionizadas por King, de las cuales luce por si misma "La mancha" que nos dejó mas de un trauma a los de mi generacion, y la reciente "Creepshow 3" que cuando escribo esto, esta a punto de salir en DVD, sin haber pasado siquiera por los cines, lo que ya es un claro indicador de lo que va a ser su calidad... la original, irrepetible.
sábado, 22 de septiembre de 2007
Posesion Infernal
Sam Raimi era un joven bastante activo, llevaba años viendo películas de terror y preparándose para irrumpir en el mundo del cine como un elefante irrumpe en una cacharrería. Ya en uno de sus mediometrajes bosquejó lo que luego sería su obra más famosa, esta Posesión infernal. Ese cortometraje le sirvió de guía, de aprendizaje. Y en 1983, comenzó un rodaje no profesional. Un rodaje por parte de un montón de chavales que solo tenían una vieja cabaña en el bosque y toneladas de entusiasmo para suplir un presupuesto que sencillamente, no existía.
El rodaje se efectuó en condiciones infrahumanas, con materiales prestados o alquilados, como actores, un puñado de voluntarios amigos del director, todos corriendo de aquí para allá en un rodaje que transcurre casi íntegramente de noche, para más inri, en un bosque donde las temperaturas bajaban a varios grados bajo cero. Toneladas de hemoglobina, efectos especiales muy imaginativos y un carrusel visual ideado por su director, que se valió incluso de una silla de ruedas como grúa para efectuar movimientos de cámara que en una superproducción costarían miles de billetes.
La historia en si es de lo más simple, inexistente: un grupo de amigos se dirigen a pasar el fin de semana en una cabaña del bosque que han alquilado. Entre ellos se encuentra Ash (Bruce Campbell, futuro rey de la saga y del género de la serie B). Como hacía Tobe Hopper en su matanza de Texas, Raimi imprime un tono histérico a su cinta, sirviénose de situaciones igualmente nimias, pero aterradoras, para ir viciando la atmósfera e introducir al espectador en el retorcido mundo que le va a ser mostrado. Un puente derruido, un camión que va en dirección contraria por el carril que no debe, un banco de madera en el porche de la cabaña que se mueve sin que aparentemente haya nadie sobre él, y que parará abruptamente cuando los jóvenes se acerquen... situaciones que no provocan terror, sino inquietu, para eso sirven, para ir metiendo en situación tanto a los personajes como al público, para ponerlos en el estado de ánimo necesario para continuar.
Sin distracciones de ningún tipo, conocemos a los jóvenes, y les seguimos, de noche, en su aventura al sótano, cuando la puerta de este se abre sola. Allí descubrirán pistas sobre quien habitó la casa antes, una especie de científico o estudioso de lo oculto. Allí encontrarán el Libro de los muertos (que a partir de la secuela ya se llama abiertamente Necronomicon) escrito con sangre y encuadernado en piel humana. También hallan un magetófono que se pone en marcha, y donde el científico explica que los bosques están llenos de peligrosos demonios, que solo se manifiestan si son convocados. Y cuando el magnetófono reproduzca el conjuro necesario, algo en el bosque despierta, algo se mueve rápido, en busca de vidas humanas.
Más tarde, una de las chicas es atacada y violada por los árboles del bosque. Cuando los demás intenten huir, se descubrirán aislados, con el endeble puente destruido, pero la terrible pesadilla no ha hecho más que comenzar. Uno a uno, los muchachos serán poseídos por esa fuerza que les convertirá en zombies (no necesariamente caníbales, pero si contagiosos) y como descubrirán los supervivientes, la única manera de acabar con estos seres es el descuartizamiento...
Raimi propone un nuevo zombie, una mezcla entre el zombie de Rompero y el demonio que toma posesión de los cuerpos humanos. Pero todavía nos asombra durante la segunda mitad de la película, con grotescos efectos especiales de mutilaciones y deformaciones, con filtros (rojos, claro) y movimientos de cámara aberrantes, simulando ser esos espíritus enfurecidos que acaban de despertar de su involuntario letargo. Demonios capaces de canturrear "Vamos a cogerte, vamos a cogerte", demonios que saben ser crispantes, pero también seductores (Únetenos, le susurran los demonios del bosque a Ash). La producción, aunque caótica, resultó beneficiada por el ambiente de rodaje que imperó, y los resultados no dejaron de esperarse. Como cuenta Raimi en los documentales incluidos en el DVD de la película, esta se estrenó y causó furor en los EEUU, mientras que fue prohibida en Inglaterra, y los establecimientos que la ofertaban fueron clausurados. Raimi tuvo que personarse en el juicio para defender al distribuidor, y a día de hoy, la película sigue prohibida en aquel país.
Raimi se ocupó él mismo de las (irrepetibles) secuelas. Lejos de querer repetir la misma fórmula que había triunfado en "Posesion Infernal", Raimi reinventó su mundo en "Terroríficamente muertos", donde vemos como Ash se salva de la posesión y consigue huir. Tiempo después, su novia insiste en que la experiencia no tuvo nada de sobrenatural, y quiere volver a la cabaña para que su novio "se cura". La hija del científico que grabó el conjuro en el magnetófono y dos paletos del bosque completarán el elenco de una comedia gore desaforada, casi un remake (los hechos de la primera parte están deformados y no son los que vimos en la primera).
Respecto a la segunda secuela, una de mis pelis favoritas y uno de los espectáculos más divertidos jamás vistos en cine... El ejército de las tinieblas, nos presenta a Ash en la época medieval, como una especie de "elegido" el "extranjero que estaba profetizado que llegaría", y que con sus fieles escopeta y sierra mecánica, se enfrentará a zombies, demonios, y otras criaturas innombrables, incluyendo a un "yo maligno". Impagable.
La casa de los horrores
Tras el éxito de La matanza de Texas, Tobe Hopper no consiguió un éxito similar, ni con la desastrosa y barata "Trampa mortal" ni con la miniserie "El misterio de Salem's lot" que si le devolvió algo de prestigio con el tiempo.
Visto esto, Hopper decide perpetrar un slasher, tan de moda en la época gracias a Viernes 13. Para ello utilizaría la novela escrita por Dean R Koontz bajo seudónimo "La feria del terror" (que más tarde fue reeditada con su nombre verdadero). Sin embargo, he tenido la oportunidad de leer la novela, y resultan sorprendentes los cambios abismales entre las dos obras. Baste con decir que la película no se acerca a la novela en el argumento, ni muestra las motivaciones de ciertos personajes, pasando por alto precisamente la mejor trama de la novela (la cual es bastante mediocre, por cierto). En general, ambas historias solo se acercan en el agobiante final.
La película tuvo constantes problemas de rodaje, retrasos considerables, con todo el ajetro que tiene el rodar en un parque de atracciones, llenandolo de gente que lo haga funcionar. La película creó grandes quebraderos de cabeza a Hopper y a sus productores, y todo ello se resiente, y a la vez, beneficia a la cinta. Se resiente porque su carrera comercial fue nula: no se estrenó en cines en muchos lugares, estrenándose en vídeo en la mayoría (en su año de producción, 1982, esto no era tan normal como hoy) y su campaña publicitaria dejó mucho que desear. Pero todos los inconvenientes también consiguieron que la película denotase un aire malsano, irreal y pesadillesco, cercano al que veíamos en "La matanza de Texas". Hoy, La casa de los horrores está considerada una de las mejores películas de su director, y una más que digna película de terror de bajo presupuesto.
Hopper comienza la película con un golpe de humor maestro: desde la aparición de La noche de Halloween en 1978, muchas películas habían copiado la famosa escena de apertura con la máscara y el cuchillo, algo parecido a lo sucedido con la escena de la ducha de "Psicosis". Hopper, por tanto, nos muestra tras los créditos a una chica que se desnuda y se mete en la ducha. A continuación, pasamos a la vista subjetiva, donde alguien de respiración enervante persigue a la protagonista, parándose para coger una máscara y un cuchillo, entra en el baño, descorre la cortina y... descubrimos que se trata del hermano pequeño de la protagonista del film, un adepto a las películas de terror, gastándole una broma a su hermana Amy. Tras reprenderle, la chica se prepara para salir con sus amigos, Richie y Liz, y con un chico nuevo, Buzz. Estos insisten en ir a la feria que acaba de llegar a la ciudad, pese a que la madre de Amy le ha advertido que algunos jovenes han desaparecido allí. Finalmente, van a la feria, y comenzará su odisea de horror. La atmósfera se vicia desde el principio... el siniestro borracho que vagabundea por la feria, la vieja bruja que se mete con las chicas, el conductor de camión que apunta al hermano de Amy con una escopeta... se nos pone sobre aviso: lo que va a suceder no será agraable. Este sentimiento se refuerza en la feria, llena de atracciones grotescas (la de William Finney es especialmente alucinante e inolvidable) y finalmente, en la casa de los horrores, que fascina a los chicos, con lo que deciden volver y pasar la noche allí una vez la feria esté cerrada.
Una vez allí, los chicos serán testigos del asesinato de la pitonisa de la feria a manos del hijo del dueño de esta, tras un escarceo sexual más que chungo (sobre todo porque intuimos que el hijo no es una persona normal... habla gurturalmente y esconde su rostro tras una máscara de Frankenstein). Cuando el borracho dueño de la feria sepa lo ocurrido, decide proteger a su chico, como ha hecho otras veces. Pero entonces descubrirá que hay cuatro testigos y comenzará una persecución a muerte en la casa de los horrores.
La película es oscura, difícil de ver por su ambiente enrarecido (que en sus mejores momentos se hace prácticamente irrespirable para el espectador) pero no veamos películas de culto donde, sencillamente, no las hay. La casa de los horrores es un slasher con buenos momentos, imaginería visual rancia y de estética sucia y oscura, pero salvo la primera escena, los momentos en los que Hopper vicia la atmósfera, y ese climax final en la sala de calderas, no podemos decir que estemos ante una obra maestra, pero si ante una de las mejores películas del subgénero. Es recomendable su visionado hoy en día, por su sucia textura visual, sus detalles morbosos, su aura terrorífica.. y por ver a un Tobe Hopper en estado de gracia. Tras su reclusión en el lamentable mundo del telefilm, donde ha perpetrado aberraciones como "Peligrosa de noche" o "Terror sin fin" este hombre no levantó cabeza. Y eso que en sus primeras películas prometía, y mucho.
Q, La serpiente voladora
Larry Cohen es, como ya he dicho a propósito de "The Stuff", un artesano de la serie B, que se toma sus obras en serio, y a la vez, con cachondeo. Se las toma en serio porque están rodadas con corrección, con presupuestos reducidos pero enormemente aprovechados con gran imaginación, y porque cuenta con lo mejorcito en actores de la serie B. Esta película es un buen ejemplo de ello.
Dirigida en 1982, La serpiente voladora no podría ser considerada una película de terror, sino una película policiaca con elementos sobrenaturales. El detective Sheppard (David Carradine, estupeno como siempre) investiga dos series de asesinatos: por una parte, unos sacrificios humanos perpetrados por una secta neoyorquina, y por otro, una serie imposible de muertes sin explicación, que se suceden en las alturas. La policía no tiene pistas acerca de lo que sucede. Es aquí donde entrará Jimmy Quinn (Michael Moriarty, rebosando carisma como siempre) un ratero de mala muerte, un perdedor sin voluntad, que rompe la promesa hecha a su novia de no volver a delinquir cuando sus antiguos compinches le presionan. Deciden robar en el edificio Chrysler, pero los compañeros de Quinn son asesinados en la azotea por una enorme serpiente voladora prehistórica. Quinn, enloquecido, huye, vaga por la ciudad en los siguientes días, y finalmente, es apresado por la policía en relación con otro delito. Allí conocerá al detective Sheppard, y al oirle hablar de los crímenes, comprende que los ha cometido el monstruo. Pero, lejos de colaborar de buena gana, chantajeará a la policía exigiendo su libertad y dinero a cambio de lo que sabe...
La dichosa serpiente: Podía haber sido peor...
La película reúne todos los elementos que la convierten en entrañable: algo de gore (tanto las decapitaciones que comete la serpiente como los sacrificios humanos, desollamiento incluido, que comete la secta para traer a la serpiente de vuelta a la vida. Llamaa Quetzalcoatl (la Q del titulo) se sabe que es un antiguo dios de la mitología azteca, y poco más. A pesar de que es barata, la película sale bien parada en el apartado de los efectos especiales. La historia del típico detective de policía neoyorquino, la del delincuente cero a la izquierda interpretado por Moriarty no hacen sino añadir más sabor a serie B en una historia encantadora. La película cuenta con medios bastante pobres, y presenta una imagen amarillenta, desfasada y pobre, lo cual, sin embargo, beneficia a la historia, que sucede en los barrios marginales donde malvive el delincuente, en moteles de mala muerte donde la secta lleva a cabo sus rituales y sacricios. No es ninguna obra maestra, y ni siquiera es de las mejores películas de Cohen, pero es una película divertida, amena de ver, bien hecha, dirigida con buen ritmo y con dos actores que lo dan todo para contribuir a engrandecer una película de presupuesto demasiado insuficiente. Se puede ver para pasar un rato agradable y terminarla con una sonrisa.
jueves, 20 de septiembre de 2007
El resplandor
Debo confesarlo: me hallo ante la siempre difícil tarea de reseñar una película que es una de mis favoritas, ya no del género fantástico, sino del Cine, con C mayúscula. Una gran obra maestra del maestro Stanley Kubrick, que se adentró, por primera y última vez, en un género normalmente considerado como minoritario, el terror, pero tratándolo siempre bajo su radical visión particular del mundo y de las artes.
Basada en la tercera novela de Stephen King (las dos anteriores ya habían sido llevadas a cine una y televisión otra) estrenada en 1981, El resplandor es una obra controvertida y polémica. Primero, porque Stephen King acusó al director de haber destrozado su novela, debate que duró años, y segundo, porque aunque público y crítica eran unánimes en cuanto a los logros visuales, cinematográficos, del film, había gran diversidad de opiniones con respecto a la calidad del filme como película de terror. Hoy en día, esta segunda disputa ya prácticamente no existe, y El resplandor está vista como obra maestra del género, capaz de causar gran inquetud y un estado casi de hipnotismo en en el espectador. Respecto al asunto de la fidelidad a la novela, en 1993 Stephen King escribió un guión de la misma, que fue dirigido para televisión por Mick Garris: era la película que King hubiera querido, y no solo fue un fracaso, sino que, además de ser incapaz de causar terror, carece completamente de garra, de estilo, del buen hacer de Kubrick...
Una vez puestos en antecedentes, pasamos a la película. Jack Torrance (un Jack Nicholson perverso e inolvidable) es un escritor fracasado que acepta un empleo como vigilante del enorme y lujoso hotel Overlook, ya que durante esta estación, el hotel permanece cerrado y aislado por la nieve. Jack se lleva consigo a su mujer, Wendy (Shelley Duvall, convincentemente histérica) y a su hijo Danny (Danny Lloyd) que posee cierta cualidad clarividente.
La película comienza con unos enormes planos aéreos de las montañas, y está rotulada (siendo el primer rótulo, "La entrevista", pasando después a los días de la semana, y finalmente, las horas, cada vez más esquinado el tiempo, más retorcido, el minuto pasa más lento para la víctima y más rápido para el agresor). Jack se entrevista con el pomposo director del hotel, y consigue el empleo. Se instala poco después allí con su familia, donde conocerán al cocinero, Halloran, que antes de marcharse advierte a Danny de que posee el mismo don que él, un don que él llama "el resplandor" y que permite ver cosas que pasarán o que han pasado. Y el Overlook está lleno de esos residuos, esos trozos de pasado de los que Danny será consciente, pero no pueden hacerle daño... salvo que entre en la habitación 237, como le advierte Halloran.
Nada sabemos de esa habitación. Sabemos, eso si, que el invierno anterior, el antiguo vigilante Grady asesinó a su mujer y a sus dos hijas con un hacha antes de suicidarse. Sabremos pues, quienes son esas dos inquietantes niñas vestidas de azul, a las que Danny ve mientras corretea por los pasillos con su triciclo, y que le invitan a "jugar con ellas para siempre". Pero de los demás espectros del hotel, nada conoceremos. Es ahí donde la película difiere de la novela, lo cual es un gran acierto: en la novela de King conocíamos los antecedentes de todos o casi todos los "fantasmas", mientras que nada sabemos aquí. No sabemos quien es esa mujer de la habitación 237, que se convierte en un andrajoso cadáver, ni quienes son esos extraños personajes que se dedican al sexo oral disfrazados de osos, ni porqué el antiguo vigilante, Grady, ahora es un camarero. No sabemos nada de esto, primero porque lo desconocido siempre inqueta mucho más que aquello que sabemos porqué sucede. Segundo, porque a Kubrick le interesa mucho más centrarse en el descenso a los abismos de la locura de Jack, paralelo a la descomposición de su familia. Poco a poco, Jack va perdiendo la razón, impulsado por el hotel. Poco a poco, se convertirá en una amenaza para su familia. Le vemos en un plano observar la maqueta del jardín laberinto del hotel, en el mismo momento en que su mujer y su hijo pasean por él, y nos parece intuir como Jack les ve en la maqueta. A partir de aquí, carta abierta a lo fanástico, a la locura, a la bienvenida ilógica de todo lo que veremos, a la sangre y a las hachas.
Kubrick utiliza, para contar todo esto, una luz extraña, una luz fría, blanca, que sirve perfectamente para retratar ese enorme hotel aislado por aludes de nieve, como un guante a la mano. Una luz rara para una película de terror que se atreve a despreciar a las sombras (aliadas del miedo en el cine) y se propone a asustar con la luz. Por otra parte, la excelente banda sonora, compuesta por temas de música clásica de corte surrealista e inquietante darán, junto con esa fotografía, un tono épico a la fotografía. Algún critico dijo que "El resplandor" era la primera película épica de terror, y no se equivocaba. El tratamiento de Kubrick es idéntico al de sus otras películas. Kubrick prepara otra obra maestra, aunque esta pertenezca a un género normalmente despreciado por los críticos.
Por último, en el plano técnico tenemos el innovador uso de la steady cam, un nuevo tipo de cámara que permitiía fijar el objetivo donde el director lo quisiera, sin el habitual lastre de la dolly o de las grúas. Kubrick formó un operador en Inglaterra y quedó fascinado por las posibilidades: esos planos abiertos de los exteriores nevados, o los paseos de Danny por los interminables pasillos del hotel...
Este poco sutil pero efectivo cuento de hadas se nos muestra como una de las películas más efectivas del género. Asusta Jack Nicholson en su papel de un desquiciado escritor ex alcohólico, si. Su papel de loco armado con un hacha dispuesto a "corregir" a su familia, por no querer "integrarse" en el hotel, acojona, pero a mi me asusta mucho más pensar en esas voces que deben estar susurrándole al oído, en esas voces fantasmales que le seducen, conminándole a ser uno de ellos, a que exista para siempre. Es lo que parece entreverse en sus conversaciones, tanto con Grady (no lo olvidemos, Grady ya no recuerda haber sido el vigilante) o Lloyd, el camarero del bar. Respecto al plano final (un auténtico quebradero de cabeza en su día) no creo que sea más trascendente: es el plano que demuestra el poder verdadero del hotel, el poder de inmortalizar a aquellos que se rinden a su mayestática existencia.
Como curiosidad, en el Reino Unido disfrutaron de una version distinta de la película, con veinte minutos más de metraje en los que se racionalizan/justifican/explican algunas cosas. No he visto esa versión, pero dudo que sea capaz de mejorar la obra maestra que todos conocemos. Peliculón, de principio a fin.
miércoles, 19 de septiembre de 2007
Carrie
Brian DePalma es un irector de lo más atípico. Toa la primera parte de su filmografía está preñada de rarezas, de experimentos fílmicos atrevidos. Y a partir de "Hermanas" comenzó DePalma su filmografía de plagio/homenaje al cine de Alfred Hitchcock. Dicha etapa "hitchconiana" ha tenido numerosos ejemplos (Fascinación, Vestida para matar, Doble cuerpo...) pero su filmografía sigue estando salpicada de notorios films que se salen de esa linea, como la famosa y espectacular "El precio del poder" donde un glorioso Al Pacino interpreta a un ambicioso inmigrante cubano en América, que acaba por convertirse en un desquiciado y diabólico capo multi millonario de la droga, o el musical/película de terror "El fantasma del paraíso" tan absolutamente inclasificable como fascinante.
Carrie pertenece a una hibridación de ambos campos. Si bien la película se basa en la primera novela de Stephen King, y su trama no se presta a los homenajes, DePalma los incluye: el instituto "Bates", la "escena de la ducha", o la madre de Carrie, que tiene no pocos puntos de contacto con la de Norman Bates. Además, la música es de Pino Donnagio, claramente inspirada en la de Bernard Herrman... pero vayamos con la película.
Carrie White (una Sissy Spacek espectacular, nominada al Oscar por su papel) es una joven poco agraciada, introvertida, blanco constante de las burlas de sus crueles compañeras "populares". Sin embargo, la culpa de su trauma no la tiene ella, sino su madre (Piper Laurie, igualmente magistral) una fanática que cree que todo el mundo vive en pecado, y ha educado a su hija con una severidad igna de la Gestapo, maltratándola y encerrándola en un armario oscuro lleno de imágenes religiosas que a Carrie le inspiran terror. El tercer elemento que la aisla es su poder de telequinesia: puede mover objetos con la fuerza de su mente. Aunque siempre ha intuido que tenía ese poder, al llegar a la adolescencia comienza a desarrollarlo... su única amiga es la profesora de gimnasia, la señorita Collins, que intenta integrar a Carrie y ayudarla. Sin embargo, una mañana, tras un partido de voleibol, a Carrie le sobreviene su primera regla. Su madre jamás le había hablado de ella, por lo que la chica cree que está a punto de morir desangrada. Sus compañeras, en un alarde de solidaridad, comienzan a lanzarle tampones y compresas mientras la insultan. Una vez en su casa, su madre le impondrá uno de sus severos castigos porque ya es "una mujer".
Más tarde, la señorita Collins decide imponer disciplina entre sus alumnas, y castiga a una serie de severos ejercicios físicos a las participantes de la burla, con la condición de que, quien se las salte, no podrá asistir al cercano baile de fin de curso que ya se está preparando. Chris Hargensen (Nancy Allen) la cabecilla de las chicas populares, decide vengarse, considerando a Carrie como la única culpable de la situación, y pide ayuda a su último novio, Billy Nolan (John Travolta en uno de sus primeros papeles). Por otra parte, Sue Snell (Amy Irving, habitual en el cine de DePalma) se siente avergonzada por lo sucedido, ya que ella jamás se había considerado como una muchacha cruel. Para intentar compensar a Carrie, pide a su novio, Tommy Ross (William Katt) que acompañe a Carrie al baile de fin de curso. Carrie, por otra parte, comienza a estudiar el fenómeno de la telequínesis, y a practicar constantemente. Finalmente, Tommy consigue convencerla de que le acompañe al baile, de que no se trata de ninguna "broma". Por su parte, Chris y Billy llegan a una granja donde sacrifican a dos cerdos, con el fin de proveerse de sangre. El día del baile, gracias a algunos arreglos de Chris, Carrie y Tommy serán elegidos rey y reina, y cuando suban al escenario...
Visualmante, la película muestra una fotografía amarillenta, sucia y granulada, que contribuye a crear una atmósfera malsana, desagradable, que le va muy bien a la historia que se cuenta. La banda sonora, como ya se ha dicho, puntea a la perfección las imágenes. Asistimos a la historia de un patito feo, una muchacha que ha crecido en un ambiente enrarecido y malsano, religiosamente fanático, de donde ha salido tímida, incapaz de enfrentarse al mundo. Un personaje tan patético que solo consigue dar lástima... hasta que explota y desata su venganza, tras la humillación final en la coronación del baile, un final donde DePalma usó la pantalla partida (split screen) para mostrarnos, por un lado, la brutal venganza, y por otro, los ojos desmesuradamente abiertos y blancos de Carrie. El plano final cierra el filme correctamente, propiciando un buen susto al espectador, como debe ser. Una película efectiva, capaz de hacernos sentir compasión por un personaje que después desatará el Infierno sobre sus torturadores, incapaz de sentir la piedad que nunca nadie ha sentido por ella. Pasó bastante desapercibida en su día, porque no se publicitó como debía y no contaba con ninguna estrella, pero a pesar de todo, con los años ha devenido en film de culto, que incluso contó, en los noventa, con una (nefasta e innecesaria) secuela. Una pequeña joya digna de ser recuperada por el público actual.
La niebla
Una de las películas más fascinantes de la filmografía de John Carpenter es La niebla (The Fog). Una película nadada como un cuento de hadas, con un guión conciso, que cuenta lo que tiene que contar sin detenerse demasiao, y un sentido de lo visual prodigioso, impecable. Cuesta creer que esta película fuese en su ía calificada de "tropezón" en la carrera de su director, tras compararla con "La noche de Halloween" (que resulta casi mediocre en comparación) pero hoy en día esta pelkícula no solo es pieza imprescindible de la filmografía del director, sino un pequeño clásico del cine de terror de los ochenta que despide un hálito de magia, de terror, de maravilla, de amor por el cine, que se ha visto poco en la pantalla en estos últimos años...
Todo comienza con una cita del señor Edgar Allan Poe (Todo lo que vemos, o percibimos, es solo un sueño dentro de otro sueño) tras la cual se nos pone en situación: de noche, en la playa de la pequeña ciudad de San Antonio Bay, que está a punto de cumplir el centenario de su fundación, el anciano señor Machen cuenta una historia de terror alredeor de una hoguera, a unos niños que le observan con los ojos fijos y abiertos, absortos, fascinados. Cuenta la historia de un velero, el Elizabeth Dane, que se estrelló contra las rocas en un arrefice cercano cien años antes, tras ser engañada la tripulación (compuesta por leprosos) por los miembros de la ciudad, que no deseaban tener cerca un hospital para leprosos que los enfermos tenían intención de abrir. Contribuyó al naufragio una extraña niebla que llegó de ninguna parte y se marchó en cuanto el suceso hubo terminado. Se dice desde entonces, que algún 21 de abril la niebla volverá a Antonio Bay, y ese día los espíritus sumergidos de los marineros leprosos se alzarán para buscar venganza. Esa misma noche, algo se desencadena en la ciudad, todos los aparatos eléctricos fallan, las luces se encienden, los coches arrancan solos y los perros ladran a algo que sus dueños no pueden ver... en alta mar, tres marineros borrachos se ven envueltos por un misterioso y brillante blanco de niebla. Un enorme y ajado velero pasa junto a su barco, aparentemente desierto, pero poco después son asesinados por los espectros.
Ya por la mañana, conoceremos a un puñado de personajes, no todos relacionados entre si: Stevie Wayne, sufrida y ocupada madre soltera que practicamente no ve a su hijo Andy, ya que compró la estación de radio de Antonio Bay, y desde entonces Stevie trabaja día y noche en ella: Nick Castle, un simpático marinero que recogerá a una autoestopista en la noche (Jamie Lee Curtis) a la que se llevará a casa y a la cama, y con la que compartirá los terribles sucesos que no tardarán en caer sobre ellos; la alcaldesa (Janet Leigh) ocupada con la celebración del centenario esa noche, y su secretaria; y el padre Tom, que la noche anterior descubrio el diario de su abuelo, también sacerdote. En él, su abuelo cuenta que fue uno de los seis conspiradores que hicieron estrellarse el barco de los leprosos, Elizabeth Dane, para tras el naufragio, hacerse con el oro que portaban para fundar el hospital. El padre Tom cae en una profunda depresión al descubrirlo, y trata de que los festejos no se celebren, pues sería como celebrar el crimen, pero nadie le hace caso.
Los sucesos extraños continuan. El hijo de Stevie divisa una moneda de oro entre las rocas de la playa, y cuando intenta alcanzarla, ha desaparecido y en su lugar hay un madero con el mensaje "Seis deben morir". Los teléfonos no funcionan, aparece un cadáver que más tarde revive para volver a morir tras escribir el número 3 (los que quedan por morir, descontando a los tres marineros). Finalmente, Nick se pone en contacto con Stevie, y se ponen mutuamente al día de lo que está sucediendo. De noche, el banco de niebla llena las calles de Antonio Bay, y se habrán de suceder dos muertes más. Todos los implicados acabarán refugiándose de los espectros que buscan a una ultima victima, en la iglesia, donde el padre Tom, abatido y borracho, acabará por recuperar la fe y decide que la única forma de que desaparezca la maldición sin que muera nadie más es devolver el oro a los espectros, que segun las ultimas de su abuelo, está escondido en algún lugar de la iglesia...
La Niebla es un pequeño clásico. Una película que consigue crear tensión, suspense. Consigue que el espectador se interese por la suerte que van a correr los protagonistas, un grupúsculo bastante simpático, con una historia de amor de por medio sin ninguna cursilería (de hecho, Nick conoce a Elizabeth, la autoestopista. En la siguiente escena, ya están en la cama, y Elizabeth le pregunta a Nick como se llama... Carpenter no pierde el tiempo). La ambientación del pequeño pueblo costero maldito recuerda a la vieja y hospitalaria ciudad de Insmouth donde tienen lugar algunos de los relatos de HP Lovecraft. Tenemos una intriga en la cual sentiremos deseos de que los personajes salgan con vida, pero también nos provocan cierta compasión los espectros de la niebla, a pesar de la brutalidad de sus actos: un grupo de leprosos dispuestos a abrir un hospital para atender a todos aquellos que sufran su misma lacra, y que se ven rechazados primero por la pulcra comunidad, que después decide que no les quiere a ellos, pero si a sus recursos. Carpenter no nos muestra en ningún momento el aspecto de los espectros al completo, solo sus siluetas tras la niebla, sus ojos rojos ávidos de venganza, alguna mano podrida envuelta en vendas manchadas... los asesinatos escasean en sangre, pero a la vez son terriblemente brutales, sin compasión alguna (especialmente los tres marineros, al principio de la película, que navegan con tranquilidad en la noche, charlando de sus cosas y planeando volver a sus casas, cuando la venganza se instala en su barco y se cobra sus vidas de la forma más cruel posible, pues nunca sabrán porqué han muerto).
Destacar por último al personaje de Hal Holbrook, un sacerdote que descubre un terrible crimen cometido por su abuelo (también sacerdote) lo que mancha su nombre y destruye su fe en Dios y en la raza humana. Durante toda la película cumple el papel de hombre que trata de avisar a la población, pero la alcaldesa esta demasiado ocupada para atender a los desvaríos de un viejo borracho. Al final recuperará su papel activo, informando a los personajes principales, que nada saben de viejas venganzas, sobre lo que sucede y como deben pararlo. El ultimo plano (que no desvelaré, porque merece ser contemplado en toda su gloria por el espectador) redime por completo al personaje. Al contrario que otras películas, La niebla no incluye posibilidad de que los fantasmas puedan volver en una secuela: su búsqueda de justicia concluyen, y desaparecerán con es aniebla luminiscente y de pesadilla, por donde vinieron, para, esperemos, poder descansar por fin en paz. Aunque no hay secuela, lo que si hubo el año pasado fue un remake, titulado "Terror en la niebla" que adolece de toda clase de fallos argumentales, sufre de varias incoherencias y de actores inadecuados, y en suma, es un producto enlatado, por y para adolescentes, sin ningún tipo de magia o chispa. Innecesario, como tantos otros.
Un pequeño clásico, hoy un poco olvidado por el espectador medio, pero que el aficionado debe descubrir y gozar como se merece.
martes, 18 de septiembre de 2007
Viernes 13
El éxito de La noche de Halloween fue soberbio. Una historia concisa, sin ninguna estrella de relumbrón, rodada en unas semanas con un presupuesto mínimo y sin el respaldo de ningún estudio, se convirtió en unas semanas en una de las películas más taquilleras de la década. Teniendo en cuenta que costó 330.000 dólares y lleva recaudados 75 millones sin contar con los beneficios de las secuelas, creo que queda patente su calidad y comercialidad. La Paramount era un gran estudio en decadencia. No es de extrañar que, vieno el producto, se decidieran a copiar la fórmula y tener a su propio asesino. Para ello contaron con un guión de Victor Miller, que no es ningún libreto sensacional, pero posee suficientes situaciones espeluznantes, y una dirección de Sean Cunningham (colaborador de Wes Craven en sus comienzos y director de la saga House, una casa alucinante).
La película (de una simpleza bastante evidente) comienza mostrándonos un prólogo en el que, a finales de los años cincuenta, en el campamento de verano Crystal Lake, dos monitores adolescentes son asesinados por un atacante que nunca vemos, pero que ellos conocían.
A principios de los años ochenta, una muchacha, Anne, se dirige al campamento para trabajar como cocinera. En el pueblo cercano le explican que el "campamento sangriento" ha permanecido cerrado desde que unos misteriosos asesinatos lo rodearan de mala fama, pero el hijo de los dueños originales, Steve Christy, está dispuesto a todo por rehabilitar el lugar, y ha gastado una suma importante de dinero. Más tarde, Anne hace auto stop y quien la recoge la lleva al bosque y la asesina.
Pasamos al campamento, donde un montón de chavales más bien descerebrados (un joven y novato actor llamado Kevin Bacon entre ellos) llegan al campamento para ayudar a restaurar la zona. Se dedicarán a pulular por allí, haciendo el ganso, comportándose como los típicos adolescentes, a pesar de que la cocinera no aparece y un viejo y siniestro les advierte "El campamento sangriento está maldito. Si os quedais, todos morireis esta noche". Y, como el viejo profetiza, comienzan los asesinatos...
La película empieza con garra, un prólogo inquetante seguido de la aparición de un personaje (Annie) que solo servirá para que recabemos información acerca de la situación, antes de que la película proporcione otra impactante escena. SIn embargo, desde el momento en que aparece la tribu adolescente, la película pierde enteros y francamente, aburre. Pese a los asesinatos, muy logrados (sin escatimar gore) lo que sucede en pantalla no nos incumbe ni nos "conmueve" para nada. Un grupo de niñatos jugando al Monopoly, bañándose en el lago, gastándose bromas y asustándose mutuamente... sin embargo, hacia su parte final, cuando solo queda una persona con vida, la película no solo recupera fuerza, sino que gana un gran interés al conocer el porqué de lo que está sucediendo. La señora Voorhees (Betsy Palmer, bastante buena) era la cocinera del campamento en los años cincuenta. Un día, su hijo Jason se ahogó en el lago porque los monitores que debían vigilarle estaban demasiado ocupados liándose. Desde entonces, la pobre mamá ha desarrollado un fuerte sentimiento de rechazo hacia los campamentos de verano, y está decidida a mantener Crystal Lake cerrado. La parte final, persecuciín incluida es brillante. Y no os perdáis el final con susto sorpresa, capaz de hacer saltar del asiento al más pintado.
En general, no era para tanto, y menos levantando el revuelo que levantó, pero aunque solo sea por su primer cuarto de hora y el último (y por la importancia que tuvo en el género) merece la pena visionarse. Además, el cine de terror "palomitero" nunca había tenido tanta calidad (ni la volvería a tener, viendo Scream y similares actuales).
Respecto a las secuelas, la segunda y la tercera eran copias de la primera sin personalidad, donde aparecía Jason, que no había muerto, sino que llevaba años viviendo en los bosques que rodean Crystal Lake. En la cuarta parte salía Corey Feldman, y recomiendo su visionado aunque solo sea por el final, el único de la saga a la altura del original. La quinta era pura basura, la sexta y la séptima ni siquiera merecen contarse (en la septima ya entraban poderes magicos de por medio) en la ocho nos prometían a Jason en Nueva York (pero se pasaba toda la película en el barco con destino a dicha ciudad) en la novena ya metían un rollo que si Jason era un demonio, que si podía poseer otros cuerpos, que si su familia estaba maldita por un pacto con el demonio... la décima no la he visto, pero con decir que transcurre en el espacio, creo que es suficiente. Nada bueno bajo el sol.
lunes, 17 de septiembre de 2007
La matanza de Texas
Tobe Hopper era un desconocido. Un muchacho con ganas de llamar la atención, al que le gustaban Roger Corman, Edgar Allan Poe, Mary Shelley... trabajó como montador en emisoras locales de radio y televisión, dio carpetazo a su primer trabajo "Eggshells", película hoy totalmente perdida, que nunca fue comercializada y nadie recuerda haber visto, pero que, por lo que parece, trataba un mundo surrealista donde un personaje de ficción se batía en duelo con su creador para adquirir el derecho a ser real. Fue una época turbulenta para la comercialización cinematográfica independiente, y la película nunca pasó de verse en algunos campus universitarios y festivales de arte y ensayo.
Es en 1973 cuando Hopper y su guionista y amigo Kim Henkel comenzarían a escribir un guión sin título, inspirado en las tropelías cometidas por Ed Gein, un granjero de Wisconsis nacido en los años veinte, que vivió una vida turbulenta y anormal, con un padre borracho y paralítico, un hermano con una extraña enfermedad ósea y una madre fanática religiosa. Al fallecer su madre, Gein se convirtió en un perturbado, con un interés poco natural por el género femenino. Desenterró varios cadáveres de mujeres recién enterradas para practicar la necrofilia y el canibalismo, y usaba como mobiliario y vajilla huesos y pieles humanas. Su granja se convirtió en un basurero, y a finales de los años cincuenta, comenzó a matar mujeres jóvenes. Tras la desaparición de una lugareña, la policía se presentó en su casa y halló a la mujer colgada de un gancho y destripada. Varios de sus órganos fueron encontrados en la nevera envueltos en trapos viejos, junto con otros indescriptibles "víveres". Gein fue encerrado en un manicomio sin mediar juicio alguno, donde murió de insuficiencia respiratoria en 1984. Sus restos descansas en una tumba anónima junto a la de su madre en el cementerio de Plainfield, Wisconsin.
Aunque nunca fue la intenció de Hopper adaptar fielmente estos sucesos (para ello, acudir a la imprescindible "Deranged") el joven cineasta si planeaba captar la truculencia, el morbo y la enfermedad que denotaban los crímenes. Plasmó toda la decadencia de la "América profunda" en su giuión. Prácticamente todos los directores de cine alardean de lo duro que fue su primer rodaje, pero lo de Hopper parece que fue serio: rodando con dinero recogido de inversores particulares, en escenarios naturales, sin el respaldo de ninguna compañía ni estudio, con actores no profesionales, la mayoría, estudiantes de escuelas de arte dramático. Rodaron tres meses, el verano de 1974, con temperaturas que sobrepasaban los 40º, jornadas muy largas (hubo una que duró 27 horas) los desmayos, inconvenientes y deserciones se producían casi sin cesar.
Sin embargo, todo ello actuó en bien de la atmósfera de la película. La matanza de Texas está todo lo cerca que puede llegar una película a captar la atmósfera de una pesadilla, retratando un lugar de podredumbre física y moral, donde el tiempo parece haberse detenido y todos han perdido el juicio.
Verano de 1973. Cuatro jóvenes se dirigen a pasar el día a la casa de dos de ellos, Sally y su hermano paralítico Franklin. De paso, desean comprobar si la tumba de su abuelo está intacta, ya que en la zona se han sucedido varias profanaciones recientemente descubiertas. Todo parece estar en orden, aunque se encuentran con un lugar que parece fuera del mundo, una gasolinera sin gasolina, unos policías dedicados a flirtear más que a investigar, y un viejo e inquietante borracho que anuncia "Por aquí pasan cosas que no se dicen". Sin embargo, concluida la parte desagradable del viaje, los chicos continuan su viaje. Por el camino recogen a un autoestopista chiflado que, tras hablar del matadero local donde trabajaba su familia y hacerse un profuno corte en la mano, ataca a Franklin y es echado de la camioneta. El viaje llega a su fin, y los jóvenes pueden por fin descansar, pero dos de ellos se alejan buscando un riachuelo para bañarse, llegan a una extraña casa aislada donde son asesinados por un hombre enorme que porta una máscara hecha con piel humana. Cuando los demás vayan a buscarles, correrán idéntica suerte, salvo Sally, que conseguirá huir, sin imaginar que la peor parte de su pesadilla aún está por emepezar...
La película esta rodada en 16mm y pasada posteriormente a 32mm, lo que le proporciona ese aspecto rancio, enfermizo y amarillento, que contribuye a hacer del visionado de la película algo mucho más desagradable de lo que ya era. La película comienza mostrando unos extraños flashes de cadáveres, luego vemos un cadáver podrido subido a una estaca, mientras en off oímos hablar al locutor de radio de las profanaciones cometidas. Cuando llegan los cuatro chicos, ya estamos predispuestos a ver algo fuera de lo común. Cuando aparece el autoestopista, conseguirá crear un estado de incomodidad general, que durará hasta que nos echemos a la cara la palabra "fin". A todo esto ayuda considerablemente la decoración de la casa. Hopper le dijo a su diseñador que quería que la casa "oliera a muerte y supiera a muerte". Se decoraron las habitaciones con huesos y plumas. Hay quien dijo que Hopper hizo traer auténticas pieles humanas de la India, y lo que si está comprobado es que se usó un bote lleno de dientes humanos para la película. En cualquier caso, la casa consigue crearnos un fuerte sentimiento de rechazo, de "esto no es normal" que unido a la forma de comportarse de sus habitantes (una familia de caníbales que trafican con joyas para costearse los vicios, tienen una carnicería en una de las habitaciones y tratan a los jóvenes como si fueran ganado) consiguen, por decirlo suavemente, repugnarnos.
Los asesinatos son especialmente traumáticos y crueles, y el de Pam está considerado como uno de los más sufrientes de la historia: tras entrar en la casa en busca de su novio y encontrarse con algo completamente inesperado, consigue salir de la casa, pero es atrapada por el hombre enorme, que la mete en su "matadero" y la cuelga de un gancho. Es una de las escenas más terribles, que logran crear al espectador una sensación indescriptible, porque además, las acciones de los miembros de la familia nunca se ven (la película escasea realmente en sangre) los asesinatos están filmados por medio de una ingeniosa elipsis: mientras uno de los caníbales trabaja sobre uno de los chicos, nosotros vemos a otro de ellos, asistiendo como espectador obligado. Y solo con ver el horror y la locura en los ojos de esos jóvenes tan normales la película consigue crearnos más inquietud que si mostrara explícitamente los desmembramientos.
La película fue tachada de "vomitiva y horrenda" y anunciada de forma más bien sensacionalista "¡Miembros humanos siendo arrancados y devorados!". Nada de ello apareció en la película, claro, pero ayudó a que se vendiera. Todos los que querían ver algo más allá de lo permitido fueron a verla. La MPAA, organismo censor del cine americano, exigió que se practicasen numerosos cortes, a lo que Hopper se negó tajantemente. La película estuvo retenida tres años y finalmente se estrenó como película X. En Inglaterra ha estado prohibida hasta el año 2001. Su repercusión llegó a todas partes y dura hoy en día.
Masterpiece imprescindible para cualquiera que pretenda cultivar un poco su cinefilia. Eso si, no apta para caridiacos...
domingo, 16 de septiembre de 2007
Terciopelo azul
David Lynch es, junto con David Cronenberg, John Carpenter y Tim Burton, uno de los pocos autores que quedan, realmente innovadores y fieles a si mismos. Su carrera comenzó con una película imposible de describir, Cabeza borradora, un delirio acerca de las fantasías y deseos de un obrero rarito, Henry, alrededor de su vecina, a la cual ha dejado embarazada de un bebé monstruoso. Su carrera posterior incluye obras maestras como "El hombre elefante", "Dune", "Carretera perdida" la también indescriptible y fantástica serie de tv Twin Peaks... y sobre todo, justo en medio de su filmografía, un film que tiene la cualidad de hipnotizar al espectador, de sedarlo y llevarlo por el camino que Lynch desea. Un experimento fílmico irrepetible a la vez que una película absorbente, fascinante, capaz de obsesionar a cualquier espectador.
Todo comienza en Lumberton, un pequeño pueblo maderero, con absoluta tranquilidad. Casas uniformes, de agradables tonos pastel, todas con sus vallas blancas y sus jardines verdes y llenos de flores. Un lugar donde la policía vela por cada niño que cruza la calle, y lo más peligroso que tienen sus habitantes es su capacidad para chismorrear. En el delicioso jardín de una de estas deliciosas casas, el señor Beaumont, dueño de la ferretería local, sufre un grave infarto que lo deja postrado en el hospital. En ese momento, la cámara se introduce bajo el verde césped del jardín y nos muestra a un montón de asquerosos insectos peleándose, ocultos a la vista. En un solo plano, Lynch nos resume su film y nos avisa sobre los derroteros que va a tomar.
El joven hijo del señor Beaumont, Jeffrey (Kyle McChalan, perfecto) tendrá que dejar la universidad y volver a su pueblo natal para atender el negocio familiar mientras su padre esté enfermo. Una tarde, cuando vuelve de visitar a su padre en el hospital, Jeffrey se detiene a tirar una piedra a unas botellas. De pronto, se queda parado, inmovil. En el césped de un descampado acaba de ver una oreja humana, cortada y cubierta de hormigas. Aunque no lo sabe, acaba de encontrar una puerta a un mundo desconocido, un billete al infierno.
Como buen ciudadano, Jeffrey mete su trofeo en una bolsa y va a entregársela a la policía. Allí le recibirá el detective John Williams, muy interesado por el hallazgo. Más tarde, Williams le dice que su descubrimiento tiene que ver con un caso importante y no resuelto, por lo que no podrá contar nada a Jeffrey hasta que este concluye. Muerto de curiosidad, Jeffrey se encontrará en la noche con la hija del detective, Sandy (Laura Dern) una muchacha entrometida, y tan curiosa como Jeffrey. Entre los dos seguirán la pista de la oreja hasta una misteriosa y sensual cantante, Dorothy Vallance (incomparable Isabella Rosellini). Jeffrey siente una profunda curiosidad. Le dice a Sandy que cree que, quien entre en el apartamento de esa mujer, puede aprender mucho. "Me refiero a entrar a hurtadillas, esconderse y mirar".
Llevando su plan a cabo, Jeffrey se esconderá en el armario de la cantante, la contemplará desnudarse, pero será pillado infra ganti y humillado por la neurótica mujer. Sin embargo, esta le obliga a volver a esconderse cuando llega Frank (Dennis Hooper en el papel de su vida) un sádico y vicioso asesino y traficante de drogas que tiene controlada a la mujer, y la someterá a una brutal violación antes de abandonar su piso. Jeffrey, que lo ha visto todo, comenzará a sentir compasión por la mujer... pero otros instintos mucho más primitivos le llevarán a mantener con la cantante una relación de amor/odio, de placer/dolor muy similar a la que mantiene con Frank. Sin embargo, cuando Jeffrey caiga en manos de Frank y de su banda de pervertidos degenerados, comprenderá que aún no ha visto nada, que la degeneración que él creía conocer no es más que la punta del iceberg de lo que se oculta en la oscuridad del alma humana...
En definitiva, tenemos ante nosotros una obra maestra, un clásico moderno del cine cuya mayor ventaja es contar una historia de tintes surrealistas, imposibles, con un tratamiento realista. La tía metomentodo, la vecina cotilla, los compañeros de trabajo del padre... Lumberton se retrata como una pequeña ciudad idílica, en la cual podríamos vivir todos nosotros... pero con unos bajos fondos donde la brutalidad y la perversión no solo abundan, dominan. Terciopelo azul es una película sobre caras y caretas, sobre lo que la gente es, lo que dice ser, y lo que podría llegar a ser. No del todo pesimista (el final augura alguna esperanza... ¿o tal vez no?) pero recorrida durante todo su metraje por un aura malsano, corrompido y aterrador. Imprescindible.
La cosa
Difícil lo tenía el maestro del cine John Carpenter al arriesgarse a realizar un remake un verdadero clásico del cine de terror "El enigma de otro mundo", una película de Howard Hawks de los años cincuenta, sobre las peripecias de un grupo de exploradores y científicos atrapados en el polo sur con un extraño ser congelao que cayó del cielo...
No obstante, Carpenter consiguió crear no solo uno de sus mejores films y uno de los mejores remakes jamás hechos, ino una película de incalculable influencia en el cine fantástico moderno. Trabajando por primera vez para un gran estudio, la Universal, con un amplio presupuesto y el genial Rob Bottin en los efectos especiales, Carpenter creó un verdadero clásico.
Antártida, 1982. Un grupo de doce científicos americanos permanecen aislados en una estación, para hacer diversas pruebas, durante todo el invierno ártico. Un día, un helicóptero de una base noruega cercana se acerca a ellos en una esquizofrénica persecución de un enorme perro husky que corre por la nieve. Una vez aterrizan, el helicóptero sufre un accidente que mata a uno de los pilotos. El otro persigue enfebrecido al perro por la nieve, tratando por todos los medios de matarlo, llegando incluso a herir a uno de los americanos, por lo que los demás se ven obligados a disparar contra él.
El doctor Cooper insiste en que deberían acercarse a la base noruega para saber si el resto del equipo ha sufrido daños. Le lleva el piloto McReady (Kurt Rusell) y en la estación solo encontrarán una filmación, unas notas, un bloque extraído del hielo del que parece haber salido algo, y un cadáver en un imposible estado de descomposición. De vuelta en la base, descubren por el video que los noruegos desenterraron una enorme nave espacial que llevaba cien mil años bajo el hielo. Más tarde, el perro husky desarrolla una asombrosa mutación, con toda clase de tentáculos y fluidos imposibles, y mata a los perros de los americanos. Una vez eliminado el ser resultante, el científico Blair le hace la autpsia y descubre que el perro no era tal, sino un organismo extraterrestre (probablemente el ser que hallaron en la nave los noruegos) que tiene la capacidad de imitar otras formas de vida a la perfección tras absorberlas. Ahora, el ser ha muerto, pero ha pasado 24 horas en la base. ¿Está alguno de sus miembros infectado? ¿Uno de ellos doce aparenta ser algo que no es? Tendrán que descubrirlo si quieren salvar la vida, y de paso, al mundo entero, ya que Blair descubre que, si la criatura llegase a zonas civilizadas, toda la población mundial estaría infectada después de 27 horas desde el primer contacto...
Carpenter maneja la historia con un ritmo endiablado y una tensión envidiable. Doce hombres corrientes atrapados durante toda la estación con un ser que ya podría ser uno de ellos... o varios. Es McReady el protagonista en funciones, quien se erigirá el hombre más sensato como líder de los demás. Un tipo endiabladamente rudo, capaz de destrozar la computadora con hielo tras perder contra ella una partida de ajedrez, de ser incapaz de distinguir entre suecos y noruegos, o de llevar urante toda la película un ridículo sombrero de vaquero. Sin embargo, él será el único que mantenga el temple y la sensatez y no pierda el tiempo acusando a los que le rodean, como ellos hacen. Cuando los demás le abandonan en la nieve para que muera, creyéndole infectado, tendrá que usar todas las armas de que dispone para luchar contra el cansancio, contra la cosa y contra sus compañeros, que le creen algo inhumano. A pesar de que, prácticamente, no puede tenerse en pie de sueño. En la soledad de su habitación, grabará para la posteridad la frase "Nadie confía en nadie", o lo que es lo mismo, todos desconfían de todos y ninguno de ellos puede asegurar que quien tiene al lado sea la misma persona que era al inicio del invierno. El personaje de Blair, que comprendió antes que nadie la fragilidad de la situación en la que se encontraban y enloqueció, destruyó la radio y el helicóptero, para que la cosa no pudiera ir a la civilización, pero eso deja aislados a sus compañeros. McReady propone una prueba de sangre, en la que un tarro con un poco de sangre de cada uno será quemado con un cable caliente. La sangre humana no reaccionará, pero la sangre de la cosa tiene vida propia e intentará alejarse del peligro. Durante esa escena, Carpenter filma miradas ajenas, perdidas en los miedos de cada miembro de la expedición, miedo a no ser ellos mismos y no saberlo. Mientras McReady va probando todos los tarros, el espectador se siente parte integrante del grupo, sentimos la misma inaguantable tensión que casi nos aboca a la locura.
Los efectos especiales son absolutamente brillantes, y aún hoy sorprenden por lo gráfico, crudo y sangrientos que resultan (algún crítico les adjudicó el calificativo de pornográficos) pero para mostrar las fechorías del ser, que absorbe las formas de vida y luego las imita a la perfección, es necesaria semejante crudeza.
Un final de antología, de los que hacen escuela, con un toque de humor negro que agobia más que libera. La terrible experiencia ha terminado para nosotros, pero... ¿ha terminado también para sus protagonistas? Sencillamente magistral. Una obra maestra imprescindible del cine fantástico.
Muñeco diabólico
Uno de los pocos asesinos en el cine conocido por pequeños y mayores, aemás de Fred Krueger, es este muñeco con mala leche, de sonrisa satánica y aviesas intenciones: Chucky. Pese a que sus últimas apariciones en cine le han convertido en otro "bufón" como sucedió con Freddy, su primera película está lejos de ser una coña, al contrario: es una excelente pieza de suspense que se sigue con gran interés y que uno desea que no acabe. Rodada, ni más ni menos, que por Tom Holland (Noche de miedo).
La historia comienza en una fría noche de Chicago. El policía Mike Norris (Chris Sarandon, el vampiro de Noche de miedo) persigue a un asesino en serie estrangulador peligroso, Charles Lee Ray (Brad Dourif) por las calles. Al verse acorralado, el socio de Ray escapa, y este cruza varios disparos con el policía y resulta herido. Se refugia en una juguetería, a punto de morir, y jura vengarse de su socio traidor y del policía que le ha matado. Después, saca un Good Guy, el muñeco de moda entre los niños, de su caja, pone su mano ensangrentada sobre el pecho de trapo del muñeco, y comienza a lanzar unas extrañas maldiciones que hacen que el cielo se llene de nubes negras y truenos. Poco después, la juguetería es alcanzada por un rayo. El agente Norris encuentra el cadáver de Ray entre los destrozos.
Algún tiempo después, una joven madre viuda, Karen Barclay, celebra el cumpleaños de su hijo pequeño Andy, que no desea otra cosa en el mundo que un Good Guy, pero a Karen le es imposible comprar el muñeco. Sin embargo, una amiga suya, Maggie, le dice que un revendedor tiene uno a buen precio. Karen lo compra y se lo regala a su hijo. Esa noche, karen tiene que trabajar y Maggie se queda a cuidar del chico. Este le dice a su tía que su muñeco, Chucky, quiere ver las noticias de la noche (en las que, según un avance informativo, se van a dar pistas sobre el paradero de Eddie Caputo, conocido cómplice del asesino fallecido Charles Lee Ray). Maggie, por supuesto, toma a broma los comentarios del niño, pero poco después, alguien la tira por la ventana y muere. Será el agente Norris quien investigue el caso, y cuando Eddie Caputo aparezca muerto, comenzará a ver unos crímenes que le son familiares...
La película es, como he dicho, un excelente ejercicio de suspense. En primera instancia nunca vemos al muñeco en acción, solo le vemos corer por un pasillo con el rabillo del ojo (detalle que no quiere decir nada, porque Andy tiene un pijama exactamente igual que el traje que lleva Chukcy). pero poco a poco, vemos su mano de plástico, la película nos va preparando para ver al muñeco vivo. Escenas como las correrías en casa de Eddie Caputo, o la escena en la que Karen comprende que el muñeco lleva funcionando varios días sin tener las pilas puestas, son absolutamente aterradoras.
Al final, ya no queda ninguna duda: Charles Lee Ray introdujo su alma en el muñeco, y la única forma de salir de este es realizar el ritual en la primera persona a la que le reveló que era un ser vivo. En este caso, Andy...
Los efectos especiales hacen completamente creíble la película. Dese muñecos cuyos pies se arrastran por raíles, muñecos con gran movilidad, muñecos capaces de grandes movimientos faciales... en la parte final, era un actor el que se escondía tras la apariencia del muñeco, pero en ningún caso nos chirria el cambio.
En resumen, un pequeño clásico del género de "muñecos malos", un referente para toda una generación, que no ha envejecido en absoluto. Aunque las posteriores secuelas desvirtuarían por completo al personaje, llegando a caer en incoherencias argumentales que acercaban sus películas a "Scary movie" más que a una película de terror, esta primera parte se mantiene inmaculada y aguanta el tiempo espléndidamente. Muy recomendable.
El terror no tiene forma
Chuck Rusell es otro de esos directores de segunda fila capaces de imprimir a su trabajo cierta dosis de calidad. Suya es la tercera entrega de "Pesadilla en Elm Street" y suya es la inclasificable "La mascara", de Jim Carrey, y también es responsabilidad suya este remake de "The Blob" película clásica con Steve McQueen que se cuenta entre las mejores del género clásico de extraterrestres. El remake es, en general, bastante respetuoso con el original.
Se nos presenta al personaje de Brian Flagg, el típico chaval delincuente, con un pie en la cárcel, repudiado por todos, tanto por los adultos que le consideran una figura anti autoritaria peligrosa y una mala influencia, como por sus propios compañeros, que le ven como a un negado. También conoceremos a un pequeño grupo de jugadores de fútbol americano en el instituto y a sus novias (animadoras, por supuesto).
Es de noche, y todos los chicos planean llevar a sus novias al huerto. Un vagabundo ve caer del cielo un enorme cometa, y decide investigar. El cometa está partido en dos, y de él sale una criatura viscosa que se adhiere a su brazo y lo devora. Poco después, Brian, paseando, se encuentra con Paul y Meg, la típica "parejita" les explica que ha tenio un pequeño percance con su moto y les pide que le lleven.A regañadientes, acceden, pero poco después, atropellan al vagabundo. Lo llevan al hospital, donde desaparece fagocitado por una masa viscosa. Brian decide que el asunto no le conviene y se marcha, y poco después, Meg ve como su novio es absorbido por la cosa, que va cambiando de tamaño conforme se alimenta. La masa escapa en los bosques, donde devorará a varios adolescentes.
Meg no es creída por la policía cuando cuenta lo que le sucedió a su novio, las autoridades insisten en creer que es cosa de Brian. La chica escapa de casa y busca a Brian, que se ha refugiado en su bar favorito. Brian accede a testificar a la policía sobre lo que vio, pero poco después, prácticamente todo es absorbido por la masa. Los jóvenes se encierran en el congelador, y cuando todo ha pasado, salen a advertir a la gente, pero se encuentran con el doctor Meaddows y su equipo. Resulta que la masa no vino del espacio, sino que cayó por error de un satélite donde se había creado biológicamente como arma definitiva. Los científicos ponen en cuarentena a todo el mundo, y todos quedan contentos al ver lo rápido que se está resolviendo la situación. Pero Brian escucha una conversación entre Meadows y su ayudante, y descubre que el equipo no desea destruir a la criatura, sino recuperarla para usarla como arma, y están dispuestos a sacrificar a todo el pueblo si es necesario...
Una película curiosa, que actualiza la historia original y también algunas premisas: por ejemplo, en la respetada escena del ataque en el cine, en la película original la gente ve una comedia en blanco y negro, pero en el remake, los adolescentes corean las bestialidades de un asesino enmascarado en una demencial película titulada "El asesino de la podadora". Por otra parte, en los films de los años cincuenta era el Gobierno y el Ejército el encargado de destruir la amenaza que venía de fuera. Aquí, es el gobierno quien ha creado la amenaza, y por culpa de su incompetencia, esta ha llegado a convertirse en un peligro real para todos los habitantes. Y, lejos de querer corregir el error, el ambicioso doctor Meadows planea sacrificar a cuantas personas haga falta para recuperar su arma.
En general, un remake modélico, que no una obra maestra como lo eran La cosa o la Mosca. Una película entretenida, bien hecha, con grandes dosis de humor negro y correctos efectos especiales. Disfrutable.