jueves, 20 de septiembre de 2007
El resplandor
Debo confesarlo: me hallo ante la siempre difícil tarea de reseñar una película que es una de mis favoritas, ya no del género fantástico, sino del Cine, con C mayúscula. Una gran obra maestra del maestro Stanley Kubrick, que se adentró, por primera y última vez, en un género normalmente considerado como minoritario, el terror, pero tratándolo siempre bajo su radical visión particular del mundo y de las artes.
Basada en la tercera novela de Stephen King (las dos anteriores ya habían sido llevadas a cine una y televisión otra) estrenada en 1981, El resplandor es una obra controvertida y polémica. Primero, porque Stephen King acusó al director de haber destrozado su novela, debate que duró años, y segundo, porque aunque público y crítica eran unánimes en cuanto a los logros visuales, cinematográficos, del film, había gran diversidad de opiniones con respecto a la calidad del filme como película de terror. Hoy en día, esta segunda disputa ya prácticamente no existe, y El resplandor está vista como obra maestra del género, capaz de causar gran inquetud y un estado casi de hipnotismo en en el espectador. Respecto al asunto de la fidelidad a la novela, en 1993 Stephen King escribió un guión de la misma, que fue dirigido para televisión por Mick Garris: era la película que King hubiera querido, y no solo fue un fracaso, sino que, además de ser incapaz de causar terror, carece completamente de garra, de estilo, del buen hacer de Kubrick...
Una vez puestos en antecedentes, pasamos a la película. Jack Torrance (un Jack Nicholson perverso e inolvidable) es un escritor fracasado que acepta un empleo como vigilante del enorme y lujoso hotel Overlook, ya que durante esta estación, el hotel permanece cerrado y aislado por la nieve. Jack se lleva consigo a su mujer, Wendy (Shelley Duvall, convincentemente histérica) y a su hijo Danny (Danny Lloyd) que posee cierta cualidad clarividente.
La película comienza con unos enormes planos aéreos de las montañas, y está rotulada (siendo el primer rótulo, "La entrevista", pasando después a los días de la semana, y finalmente, las horas, cada vez más esquinado el tiempo, más retorcido, el minuto pasa más lento para la víctima y más rápido para el agresor). Jack se entrevista con el pomposo director del hotel, y consigue el empleo. Se instala poco después allí con su familia, donde conocerán al cocinero, Halloran, que antes de marcharse advierte a Danny de que posee el mismo don que él, un don que él llama "el resplandor" y que permite ver cosas que pasarán o que han pasado. Y el Overlook está lleno de esos residuos, esos trozos de pasado de los que Danny será consciente, pero no pueden hacerle daño... salvo que entre en la habitación 237, como le advierte Halloran.
Nada sabemos de esa habitación. Sabemos, eso si, que el invierno anterior, el antiguo vigilante Grady asesinó a su mujer y a sus dos hijas con un hacha antes de suicidarse. Sabremos pues, quienes son esas dos inquietantes niñas vestidas de azul, a las que Danny ve mientras corretea por los pasillos con su triciclo, y que le invitan a "jugar con ellas para siempre". Pero de los demás espectros del hotel, nada conoceremos. Es ahí donde la película difiere de la novela, lo cual es un gran acierto: en la novela de King conocíamos los antecedentes de todos o casi todos los "fantasmas", mientras que nada sabemos aquí. No sabemos quien es esa mujer de la habitación 237, que se convierte en un andrajoso cadáver, ni quienes son esos extraños personajes que se dedican al sexo oral disfrazados de osos, ni porqué el antiguo vigilante, Grady, ahora es un camarero. No sabemos nada de esto, primero porque lo desconocido siempre inqueta mucho más que aquello que sabemos porqué sucede. Segundo, porque a Kubrick le interesa mucho más centrarse en el descenso a los abismos de la locura de Jack, paralelo a la descomposición de su familia. Poco a poco, Jack va perdiendo la razón, impulsado por el hotel. Poco a poco, se convertirá en una amenaza para su familia. Le vemos en un plano observar la maqueta del jardín laberinto del hotel, en el mismo momento en que su mujer y su hijo pasean por él, y nos parece intuir como Jack les ve en la maqueta. A partir de aquí, carta abierta a lo fanástico, a la locura, a la bienvenida ilógica de todo lo que veremos, a la sangre y a las hachas.
Kubrick utiliza, para contar todo esto, una luz extraña, una luz fría, blanca, que sirve perfectamente para retratar ese enorme hotel aislado por aludes de nieve, como un guante a la mano. Una luz rara para una película de terror que se atreve a despreciar a las sombras (aliadas del miedo en el cine) y se propone a asustar con la luz. Por otra parte, la excelente banda sonora, compuesta por temas de música clásica de corte surrealista e inquietante darán, junto con esa fotografía, un tono épico a la fotografía. Algún critico dijo que "El resplandor" era la primera película épica de terror, y no se equivocaba. El tratamiento de Kubrick es idéntico al de sus otras películas. Kubrick prepara otra obra maestra, aunque esta pertenezca a un género normalmente despreciado por los críticos.
Por último, en el plano técnico tenemos el innovador uso de la steady cam, un nuevo tipo de cámara que permitiía fijar el objetivo donde el director lo quisiera, sin el habitual lastre de la dolly o de las grúas. Kubrick formó un operador en Inglaterra y quedó fascinado por las posibilidades: esos planos abiertos de los exteriores nevados, o los paseos de Danny por los interminables pasillos del hotel...
Este poco sutil pero efectivo cuento de hadas se nos muestra como una de las películas más efectivas del género. Asusta Jack Nicholson en su papel de un desquiciado escritor ex alcohólico, si. Su papel de loco armado con un hacha dispuesto a "corregir" a su familia, por no querer "integrarse" en el hotel, acojona, pero a mi me asusta mucho más pensar en esas voces que deben estar susurrándole al oído, en esas voces fantasmales que le seducen, conminándole a ser uno de ellos, a que exista para siempre. Es lo que parece entreverse en sus conversaciones, tanto con Grady (no lo olvidemos, Grady ya no recuerda haber sido el vigilante) o Lloyd, el camarero del bar. Respecto al plano final (un auténtico quebradero de cabeza en su día) no creo que sea más trascendente: es el plano que demuestra el poder verdadero del hotel, el poder de inmortalizar a aquellos que se rinden a su mayestática existencia.
Como curiosidad, en el Reino Unido disfrutaron de una version distinta de la película, con veinte minutos más de metraje en los que se racionalizan/justifican/explican algunas cosas. No he visto esa versión, pero dudo que sea capaz de mejorar la obra maestra que todos conocemos. Peliculón, de principio a fin.
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1 comentario:
Para mí también es de mis películas favoritas, de las que me han dejado impresionada, hace poco la vi en hbo online por millonésima vez y me sigue sorprendiendo, tiene miles de lecturas, de símbolos, de escenas confusas, es increíble.
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