sábado, 22 de septiembre de 2007

Posesion Infernal



Sam Raimi era un joven bastante activo, llevaba años viendo películas de terror y preparándose para irrumpir en el mundo del cine como un elefante irrumpe en una cacharrería. Ya en uno de sus mediometrajes bosquejó lo que luego sería su obra más famosa, esta Posesión infernal. Ese cortometraje le sirvió de guía, de aprendizaje. Y en 1983, comenzó un rodaje no profesional. Un rodaje por parte de un montón de chavales que solo tenían una vieja cabaña en el bosque y toneladas de entusiasmo para suplir un presupuesto que sencillamente, no existía.
El rodaje se efectuó en condiciones infrahumanas, con materiales prestados o alquilados, como actores, un puñado de voluntarios amigos del director, todos corriendo de aquí para allá en un rodaje que transcurre casi íntegramente de noche, para más inri, en un bosque donde las temperaturas bajaban a varios grados bajo cero. Toneladas de hemoglobina, efectos especiales muy imaginativos y un carrusel visual ideado por su director, que se valió incluso de una silla de ruedas como grúa para efectuar movimientos de cámara que en una superproducción costarían miles de billetes.
La historia en si es de lo más simple, inexistente: un grupo de amigos se dirigen a pasar el fin de semana en una cabaña del bosque que han alquilado. Entre ellos se encuentra Ash (Bruce Campbell, futuro rey de la saga y del género de la serie B). Como hacía Tobe Hopper en su matanza de Texas, Raimi imprime un tono histérico a su cinta, sirviénose de situaciones igualmente nimias, pero aterradoras, para ir viciando la atmósfera e introducir al espectador en el retorcido mundo que le va a ser mostrado. Un puente derruido, un camión que va en dirección contraria por el carril que no debe, un banco de madera en el porche de la cabaña que se mueve sin que aparentemente haya nadie sobre él, y que parará abruptamente cuando los jóvenes se acerquen... situaciones que no provocan terror, sino inquietu, para eso sirven, para ir metiendo en situación tanto a los personajes como al público, para ponerlos en el estado de ánimo necesario para continuar.
Sin distracciones de ningún tipo, conocemos a los jóvenes, y les seguimos, de noche, en su aventura al sótano, cuando la puerta de este se abre sola. Allí descubrirán pistas sobre quien habitó la casa antes, una especie de científico o estudioso de lo oculto. Allí encontrarán el Libro de los muertos (que a partir de la secuela ya se llama abiertamente Necronomicon) escrito con sangre y encuadernado en piel humana. También hallan un magetófono que se pone en marcha, y donde el científico explica que los bosques están llenos de peligrosos demonios, que solo se manifiestan si son convocados. Y cuando el magnetófono reproduzca el conjuro necesario, algo en el bosque despierta, algo se mueve rápido, en busca de vidas humanas.
Más tarde, una de las chicas es atacada y violada por los árboles del bosque. Cuando los demás intenten huir, se descubrirán aislados, con el endeble puente destruido, pero la terrible pesadilla no ha hecho más que comenzar. Uno a uno, los muchachos serán poseídos por esa fuerza que les convertirá en zombies (no necesariamente caníbales, pero si contagiosos) y como descubrirán los supervivientes, la única manera de acabar con estos seres es el descuartizamiento...
Raimi propone un nuevo zombie, una mezcla entre el zombie de Rompero y el demonio que toma posesión de los cuerpos humanos. Pero todavía nos asombra durante la segunda mitad de la película, con grotescos efectos especiales de mutilaciones y deformaciones, con filtros (rojos, claro) y movimientos de cámara aberrantes, simulando ser esos espíritus enfurecidos que acaban de despertar de su involuntario letargo. Demonios capaces de canturrear "Vamos a cogerte, vamos a cogerte", demonios que saben ser crispantes, pero también seductores (Únetenos, le susurran los demonios del bosque a Ash). La producción, aunque caótica, resultó beneficiada por el ambiente de rodaje que imperó, y los resultados no dejaron de esperarse. Como cuenta Raimi en los documentales incluidos en el DVD de la película, esta se estrenó y causó furor en los EEUU, mientras que fue prohibida en Inglaterra, y los establecimientos que la ofertaban fueron clausurados. Raimi tuvo que personarse en el juicio para defender al distribuidor, y a día de hoy, la película sigue prohibida en aquel país.
Raimi se ocupó él mismo de las (irrepetibles) secuelas. Lejos de querer repetir la misma fórmula que había triunfado en "Posesion Infernal", Raimi reinventó su mundo en "Terroríficamente muertos", donde vemos como Ash se salva de la posesión y consigue huir. Tiempo después, su novia insiste en que la experiencia no tuvo nada de sobrenatural, y quiere volver a la cabaña para que su novio "se cura". La hija del científico que grabó el conjuro en el magnetófono y dos paletos del bosque completarán el elenco de una comedia gore desaforada, casi un remake (los hechos de la primera parte están deformados y no son los que vimos en la primera).
Respecto a la segunda secuela, una de mis pelis favoritas y uno de los espectáculos más divertidos jamás vistos en cine... El ejército de las tinieblas, nos presenta a Ash en la época medieval, como una especie de "elegido" el "extranjero que estaba profetizado que llegaría", y que con sus fieles escopeta y sierra mecánica, se enfrentará a zombies, demonios, y otras criaturas innombrables, incluyendo a un "yo maligno". Impagable.

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